La decisión del presidente Tabaré Vázquez de discontinuar las negociaciones hacia un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos por la «vía rápida», descomprimió la tensión interna en la coalición de gobierno, pero dejó abierta la puerta para un futuro acuerdo. Al hacer el anuncio, el mandatario explicó que «Sobre el fin de la semana […]
La decisión del presidente Tabaré Vázquez de discontinuar las negociaciones hacia un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos por la «vía rápida», descomprimió la tensión interna en la coalición de gobierno, pero dejó abierta la puerta para un futuro acuerdo.
Al hacer el anuncio, el mandatario explicó que «Sobre el fin de la semana anterior supimos, a través del señor embajador de Uruguay en Estados Unidos, que el Departamento Comercial del gobierno de Estados Unidos proponía a Uruguay como único camino el avanzar en el formato TLC tipo Perú y por la vía rápida, es decir, por fast track (…). Ante esta situación el presidente de la República entendió que no era un camino de recibo, por dos razones: porque si estamos en una negociación, el que se nos presente un único camino corta toda negociación; y en segundo lugar, porque entendíamos que este TLC por vía rápida no nos permitía con tiempo, con seriedad, en profundidad, analizar los distintos temas para llegar a un acuerdo». Acto seguido, como para matizar el asunto y relativizar todo, Vázquez agregó: «Desechamos entonces esa propuesta pero no cerramos la negociación».
El presidente dijo luego que el gobierno trabajará para anexar un capítulo de intercambio comercial de bienes al Tratado de Protección de Inversiones firmado en diciembre de 2006 por Uruguay y aprobado recientemente por el congreso estadounidense. Ese anexo se llama «Acuerdo Marco para el Comercio y las Inversiones» (TIFA, en inglés) y permitiría el ingreso preferencial de algunos productos uruguayos al mercado estadounidense. A diferencia de los TLC, los TIFA no contienen obligatoriamente capítulos referidos a la propiedad intelectual, las patentes y el trato nacional a los extranjeros en las compras gubernamentales.
El anuncio del presidente Vázquez fue recibido con alegría por los sectores del gobierno que se oponían a un TLC, y con disgusto por la oposición. La ministra de Desarrollo Social, la comunista Marina Arismendi, recordó sonriente que ella siempre había dicho que no se firmaría un TLC con Estados Unidos. El ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, José Mujica dijo que la de Vázquez es «una salida muy positiva» y que «el presidente estuvo bárbaro porque le dijeron ‘agarrás esto o nada’ y el presidente dijo ‘a no’. Humildemente se paró en la cuchilla y es gratificante».
Por el contrario, el ex presidente Luis Alberto Lacalle (Partido Nacional), dijo que el mundo «le levanta centros al gobierno uruguayo y éste no salta a cabecear ni uno, me da pena por mi país que se hayan perdido 24 meses de tener todo el poder en las manos y que no se haya utilizado para hacer nada». Sin embargo, su ex ministro de Relaciones Exteriores, Sergio Abreu, calificó la decisión presidencial como «un paso tímido» y una posición política que considera las posturas en la interna del Frente Amplio, y explicó que la decisión del gobierno es equivalente a un paso previo a un TLC. Por lo pronto, así ha sucedido en varios casos, como el de Tahilandia, por ejemplo.
El senador Isaac Alfie, ex ministro de Economía y Finanzas del gobierno de Jorge Batlle (Partido Colorado) coincidió con Abreu en que el TIFA puede ser «un paso previo» a un TLC: «Mientras se negocia este tratado, hay tiempo para uno de libre comercio, porque este acuerdo es nada en realidad», dijo Alfie, pero agregó que alcanzar un TLC fuera de la «vía rápida» es muy engorroso debido al «lobby» que se debe hacer en el Congreso estadounidense para que sus legisladores lo acepten. De todas maneras, en Washington está sobre la mesa una posible extensión de la potestad de la presidencia de negociar por esa vía.