Si el líder libio Muammar Gadafi sobrevive al levantamiento popular contra su régimen y permanece en el cargo podría convertirse en el segundo jefe de Estado en funciones acusado de crímenes de guerra. La muerte de más de 200 manifestantes civiles en Libia en los últimos siete días motivó una fuerte condena no sólo de […]
Si el líder libio Muammar Gadafi sobrevive al levantamiento popular contra su régimen y permanece en el cargo podría convertirse en el segundo jefe de Estado en funciones acusado de crímenes de guerra.
La muerte de más de 200 manifestantes civiles en Libia en los últimos siete días motivó una fuerte condena no sólo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sino también de grupos de derechos humanos y gobiernos de todo el planeta.
«Vi escenas muy perturbadoras e impactantes, en las que las autoridades libias disparaban a los manifestantes desde aviones de guerra y helicópteros», dijo a periodistas el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
«Esto es inaceptable. Debe detenerse de inmediato. Es una seria violación al derecho humanitario internacional», dijo.
Mientras, el Consejo de Seguridad, luego de horas de consultas a puertas cerradas, emitió un comunicado el martes condenando la violencia en Libia contra los civiles, pero no anunció ninguna acción concreta.
La embajadora brasileña Maria Luiza Viotti, actual presidenta del órgano, destacó que el comunicado era «un fuerte mensaje» que también exigía juzgar a los perpetradores de la violencia.
Consultada por qué no se había llamado a realizar una investigación internacional independiente, respondió: «Eso será sometido a una nueva discusión».
Según fuentes diplomáticas, al menos un miembro del Consejo insistió en que el llamado a una investigación fuera removido de la declaración.
Grupos de derechos humanos rápidamente denunciaron la tímida respuesta del órgano, integrado por 15 países.
«Las mortales acciones en Libia hasta la fecha requieren de un mayor respuesta del Consejo de Seguridad, si es que quiere cumplir sus repetidas promesas de proteger a civiles», dijo Philippe Bolopion, de Human Rights Watch.
«Como mínimo, debería actuar ahora para imponer una prohibición de viaje y congelar las cuentas de los altos funcionarios libios y comandantes militares responsables de graves violaciones a los derechos humanos», añadió.
«El Consejo también debería imponer inmediatamente un embargo de armas a Libia, y apoyar el llamado de la alta comisionada para los derechos humanos, Navi Pillay, a investigar lo que calificó de ‘propagados y sistemáticos ataques contra la población civil que podrían equivaler a crímenes contra la humanidad'», añadió.
El lunes, Ban mantuvo una conversación de 40 minutos con el líder libio, a quien le pidió que pusiera fin a la represión.
El portavoz de la ONU, Martin Nesirky, dijo a periodistas el martes que el mensaje de Ban había quedado «perfectamente claro»: detener la violencia contra los manifestantes, respetar sus derechos y atender sus demandas.
Según grupos de derechos humanos, los asesinatos de civiles por parte de militares y mercenarios del gobierno son crímenes contra la humanidad, y por tanto Gadafi y sus altos mandos castrenses podrían ser denunciados ante la Corte Penal Internacional, con sede en La Haya.
El único jefe de Estado en funciones acusado de crímenes de guerra hasta ahora es el presidente de Sudán, Omar Hassan Al Bashir, pero éste ha evadido una orden de captura internacional en su contra, burlándose de la CPI.
Michael Ratner, presidente del Centro por los Derechos Constitucionales, con sede en Nueva York, dijo a IPS que era obvio que los asesinatos de civiles en Libia constituían «crímenes de guerra».
Las matanzas también pueden ser consideradas crímenes contra la humanidad y estarían dentro de la jurisdicción de la CPI si el Consejo de Seguridad le deriva el caso, señaló.
«Lamentablemente, el Consejo de Seguridad y particularmente Estados Unidos tienen poca credibilidad como para concentrar su malestar en Libia», dijo Ratner.
En gran medida, el Consejo perdió su autoridad cuando Estados Unidos se negó a derivar a la CPI la sangrienta ofensiva de Israel contra los palestinos en Gaza, explicó.
«¿Por qué Libia ahora y no Israel en 2009?», preguntó Ratner. Tampoco fue sancionado Estados Unidos por haber iniciado una guerra contra Iraq que mató a cientos de miles de personas.
«La hipocresía aparentemente predomina. Si los libios son enviados a la CPI, también deberían ser enviados los israelíes, los estadounidenses y otros», señaló.
En diálogo con periodistas el martes, el subsecretario general de la ONU para Asuntos Políticos, Lynn Pascoe, alertó: «La situación (en Libia) se está deteriorando y podría ponerse aun peor».
Mientras, en una declaración transmitida por la televisión estatal, un desafiante Gadafi afirmó estar preparado para seguir defendiendo su régimen autoritario, de ya 41 años.
«Soy un luchadorà Moriré como mártir al final», dijo, mientras llamaba a los libios a salir de sus hogares y atacar a los manifestantes, a los que calificó de «jóvenes drogados».