Mientras Haití sigue luchando para recuperarse del terremoto de enero de 2010, que mató a más de 200.000 personas y obligó a unas 1,5 millones a vivir en campamentos, el financiamiento internacional aún no alcanza a las generosas promesas hechas el año pasado. Además, los problemas dentro del propio gobierno haitiano están dificultando el desembolso […]
Mientras Haití sigue luchando para recuperarse del terremoto de enero de 2010, que mató a más de 200.000 personas y obligó a unas 1,5 millones a vivir en campamentos, el financiamiento internacional aún no alcanza a las generosas promesas hechas el año pasado.
Además, los problemas dentro del propio gobierno haitiano están dificultando el desembolso de la ayuda.
«La cantidad de escombros que permanece en las calles podría llenar 8.000 piscinas olímpicas», ejemplificó el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en un estudio presentado en Nueva York.
La mayor parte de los escombros están en la capital, Puerto Príncipe, impidiendo que sus habitantes regresen a sus hogares, reanuden sus vidas y participen de un verdadero proceso de recuperación del país.
El costo estimado de la reconstrucción es de 11.500 millones de dólares, «y las organizaciones que trabajan en el país necesitan un continuo apoyo», indicó el PNUD.
En marzo de 2010, los estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) prometieron más de 9.000 millones de dólares para reconstruir el país, incluyendo 5.300 millones para el periodo 2010-2011.
Sin embargo, apenas 352 millones han sido enviados al Fondo para la Reconstrucción de Haití hasta la fecha, de los cuales 237 millones han sido desembolsados para 14 proyectos, según el primer informe anual de la entidad, publicado el 22 de este mes.
Al menos 600.000 personas todavía viven en tiendas de campaña, y más de 5.500 murieron por la epidemia de cólera que estalló en octubre pasado.
Los esfuerzos de reconstrucción son liderados no sólo por países donantes, ricos y pobres, sino también por organizaciones internacionales como la ONU, el Banco Mundial, la Unión Europea, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) e IBSA, el foro conformado por India, Brasil y Sudáfrica.
El embajador de India en la ONU, Hardeep Singh Puri, dijo a IPS que su país había hecho una «modesta contribución» de cinco millones de dólares inmediatamente después del terremoto, seguidos de 500.000 dólares aportados por el Fondo Central de Emergencias de las Naciones Unidas.
«Hemos también prometido reconstruir uno de los ministerios que sea seleccionado por el gobierno de Haití», añadió.
Además, IBSA prevé expandir su ayuda para proveer otros servicios a los haitianos, como refugio, agua potable y saneamiento.
Actualmente, los tres países gastan más de dos millones de dólares en estas iniciativas, y también en la reconstrucción de una clínica comunitaria.
Mientras, el Fondo para la Reconstrucción de Haití, creado en junio de 2010 por el gobierno haitiano, el BID, la ONU, el Banco Mundial y otros donantes, desembolsó alrededor de 71 por ciento de los 335 millones de dólares que recibió.
En su informe anual divulgado la semana pasada, el Fondo señaló que un fuerte apoyo financiero era esencial para garantizar que el proceso de reconstrucción atendiera las prioridades de Haití, como la agricultura, la creación de empleos, las inversiones, la vivienda y la educación.
Consultado sobre los progresos hechos hasta ahora, Josef Leitmann, gerente del Fondo, dijo a IPS: «Tenemos que ser realistas y reconocer que la reconstrucción bajo estas circunstancias excepcionalmente difíciles tomará tiempo».
Citó como ejemplo las dificultades para reconstruir Aceh, en Indonesia, epicentro del terremoto y subsecuente tsunami de 2004 en el océano Índico, y señaló que la recuperación había sido lenta incluso en Estados Unidos, luego del huracán Katrina en 2005. Y ambos países tienen gobiernos centrales que funcionan correctamente, indicó.
«El terremoto de 2010 exacerbó los desafíos existentes de Haití: débil capacidad de gobierno y falta de infraestructura y servicios», dijo Leitmann.
Las grandes pérdidas humanas, económicas e institucionales hacen que la reconstrucción sea una empresa de largo plazo, señaló.
No obstante, destacó, «hemos hecho un importante progreso en áreas clave: reconstrucción de viviendas, remoción de escombros y educación».
«Este progreso ha sido posible cuando el gobierno, la comunidad internacional, el sector privado y las organizaciones no gubernamentales trabajan juntos poniendo a la gente primero», añadió.
Brasil fue el primer contribuyente del Fondo, con 55 millones de dólares, mientras que Estados Unidos sigue siendo el mayor donante, con 120 millones de dólares, seguido por Canadá, Japón, Noruega y España, aportando al menos 30 millones cada uno.
Pero también ha habido contribuciones de naciones en desarrollo y no occidentales, como Colombia, Nigeria, Omán, Tailandia, Chipre, Estonia y Letonia.
Cuando el Consejo de Seguridad de la ONU recientemente instó a la comunidad internacional a que incrementara su asistencia para la recuperación de Haití, hubo apoyo tanto de naciones ricas como de pobres.
Quizás una de las promesas colectivas más importantes -un reflejo de cooperación Sur-Sur- vino de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que anunció unos 100 millones de dólares de apoyo financiero a Haití.
Al menos 65 por ciento de los fondos ya han sido desembolsados y son coordinados por la nueva oficina de Unasur en Puerto Príncipe.
Mientras tanto, el Consejo de Seguridad de la ONU reclamó al gobierno haitiano, presidido por Michel Martelly, mayor dedicación a cuestiones urgentes de reconstrucción y a asegurar la estabilidad y la vigencia de la ley en ese estado caribeño.
Pero Martelly, investido el 14 de mayo, está enfrascado en una pelea con el parlamento –donde no cuenta con mayorías–, que ya rechazó a su primer postulado para el cargo de primer ministro y se apresta a hacer lo mismo con el segundo. En consecuencia, el país sigue sin tener un gobierno en funciones.