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¿Irán por Irán?

Fuentes: La Jornada

Pospongo la continuación del examen de lo ocurrido en la pasada Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para abordar un tema que quizás resulte uno de los más importantes de este año: las pretensiones nucleares de Teherán. Irán fue uno de los primeros países en adherirse al Tratado sobre la No Proliferación […]

Pospongo la continuación del examen de lo ocurrido en la pasada Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para abordar un tema que quizás resulte uno de los más importantes de este año: las pretensiones nucleares de Teherán. Irán fue uno de los primeros países en adherirse al Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), que entró en vigor en 1970. Como parte en el TNP, Irán tiene «el derecho inalienable de desarrollar la investigación, la producción y la utilización de la energía nuclear con fines pacíficos sin discriminación». Pero debe sujetarse al régimen de inspecciones que lleva a cabo el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y declarar todas sus instalaciones nucleares. El OIEA debe cerciorarse periódicamente de que las actividades de Irán en materia nuclear son exclusivamente para fines pacíficos.

Hace unos años Teherán confesó que tenía más instalaciones nucleares de las que había informado al OIEA. De ahí las sospechas de que quizás Irán estuviera tratando de construir una bomba nuclear. Para ello es menester cierta cantidad de uranio enriquecido o plutonio, materiales que se utilizan también en los reactores que producen electricidad. El OIEA llevó a cabo unas inspecciones de la planta nuclear que Irán reveló que estaba en servicio.

El OIEA confirmó que todas las instalaciones nucleares de Irán son sólo con fines pacíficos. Pero Teherán anunció que estaba desarrollando la capacidad de enriquecer uranio. ¿Por qué? Normalmente son las potencias nucleares las que suministran el uranio enriquecido a los países no poseedores de armas nucleares y, una vez utilizado en los reactores civiles, se lo llevan. Al igual que muchos otros países, Irán no quiere depender de nadie para el funcionamiento de sus centrales nucleares. Por cierto, Brasil está haciendo lo mismo, sólo que llegó a un acuerdo con el OIEA. Lo único que objetaba Brasil de las inspecciones del OIEA era que no quería que se diera a conocer la tecnología que había ideado para enriquecer uranio.

En el caso de Irán se mezclan varios asuntos e intereses, algunos encontrados: primero, el peligro de la proliferación de las armas nucleares en el Medio Oriente (aunque los que insisten en ese peligro no dicen nada del arsenal nuclear de Israel); segundo, el desarrollo de la industria nuclear para fines pacíficos que promueve el propio TNP; tercero, las reservas de petróleo de Irán, segundas en el Medio Oriente después de Arabia Saudita, y sus exportaciones a países europeos, incluyendo Alemania y Francia, y a China; cuarto, las relaciones comerciales en el renglón nuclear entre Rusia e Irán; y cinco, los comentarios inflamatorios sobre Israel del presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad.

Hace tres años que Alemania, Francia y el Reino Unido vienen negociando con Irán. Por su parte, Rusia ha ofrecido enriquecer el uranio de Irán. Pero Teherán insiste en que tiene el derecho de hacerlo por su propia cuenta. El pasado lunes, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, junto con Alemania, se reunieron en Londres para tratar de acordar una estrategia común para convencer (u obligar) a Irán a descontinuar sus intentos por enriquecer uranio.

Estados Unidos, que hace tiempo critica los esfuerzos de los tres países europeos de convencer a Irán por las buenas, acudió a la cita en Londres. La visita de la canciller federal Angela Merkel a Washington la semana pasada fue un éxito y el presidente Bush decidió sumarse a las gestiones europeas. Además, parece haber encontrado un nuevo aliado europeo ahora que el primer ministro Blair está de salida.

A instancias de China y Rusia, en Londres se acordó llevar el caso de Irán al OIEA a principios de febrero, en lugar del Consejo de Seguridad. Pero la línea dura que propone Estados Unidos, incluyendo sanciones económicas, no es apoyada por todos los demás. Lo que exigen es que Irán cumpla con sus compromisos bajo el TNP. Y aquí es donde se antoja acertada la travesura que hizo Irán en la pasada Asamblea General de la ONU.

En efecto, en la comisión que se ocupa de los temas de desarme, Irán sometió un proyecto de resolución en el que se pedía que los estados poseedores de armas nucleares cumplan con las obligaciones que han contraído en materia de desarme nuclear. Se trata de un texto que don Alfonso García Robles solía calificar de «alma gloriosa». Uno no podía sino apoyarlo. Por cierto, así lo hizo nuestro país en la comisión pero luego, por razones difíciles de entender, se abstuvo en la votación en el plenario de la asamblea.

Con ese texto Irán puso el dedo en la llaga. ¿Por qué se les exige a países sin armas nucleares que cumplan con sus obligaciones conforme al TNP, mientras que los que las tienen no han hecho nada para cumplir con las suyas? Durante su exitosa campaña presidencial de 2002, Luiz Inacio Lula da Silva criticó duramente el TNP. Dijo que era un tratado injusto, y agregó: «Si alguien me pide que me desarme y me quedo sólo con una resortera mientras el otro me amenaza con un cañón, ¿qué sentido tiene?» Brasil es parte en el TNP y Lula luego tuvo que aclarar que no tenía la intención de fabricar armas nucleares.

El caso de Irán es distinto porque el presidente Bush lo incluyó en la lista de países que, según él, conforman un «eje del mal». Ahora Teherán sabe que Estados Unidos ha invadido a dos de los países en esa lista (sus vecinos Afganistán e Irak) mientras que no ha adoptado una línea dura en el caso de otro: Corea del Norte. Por qué, se preguntan en Irán. ¿No será que Washington sabe que los norcoreanos ya tienen armas nucleares y no se atreve a provocarlos?

Miguel Marín Bosch es director del Instituto Matías Romero y ex subsecretario de Relaciones Exteriores.