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Perú

La corrupción política

Fuentes: Rebelión

Freddy Daniel Pariñas Yahuara me decía que una de las tres formas de manifestación de la corrupción, y la más dañina, es la corrupción política. Y tiene razón, porque los políticos tienen un manejo directo, y sin control real, sobre 142.5 mil millones de soles que es el monto del presupuesto público de apertura 2017. […]

Freddy Daniel Pariñas Yahuara me decía que una de las tres formas de manifestación de la corrupción, y la más dañina, es la corrupción política. Y tiene razón, porque los políticos tienen un manejo directo, y sin control real, sobre 142.5 mil millones de soles que es el monto del presupuesto público de apertura 2017. Y una relación aún más directa con el presupuesto de inversiones (esencialmente obras) que asciende a nada menos que 30.3 mil millones de soles.

Una mordida del 10% al presupuesto de inversión es nada menos que 3 mil millones de soles por año. En un ejercicio presidencial de 5 años, existe un potencial a robar de 15 mil millones de soles. Este es el mejor aliciente para quienes comenzaron su carrera política con una mano adelante y otra atrás. Son los casos de los presidentes que a lo largo de mi vida he podido presenciar: Ollanta, Toledo, García, Fujimori… Ninguno ha escapado a esta tentación.

A ello debemos agregar los miles de millones de dólares de inversión extranjera así como los miles de millones de dólares de endeudamiento externo, los cuales sufren una mordida por el Presidente de la República y su grupo asesor en las coimas. Ahí radica todo el interés de favorecer y alentar la inversión extranjera y el endeudamiento externo cuando, en realidad, el país cuenta con ingentes recursos físicos y financieros, como lo he demostrado en mi libro «Teoría del cambio. Otro mundo es posible« [i].

Es lógico preguntarse, entonces, ¿de quién es la culpa para que la corrupción se enquiste en el cuerpo social y económico de nuestro país? ¿Cómo explicar un fenómeno que no es solamente marca Perú, sino que está generalizado a nivel mundial? En todo caso, ¿cómo lo resolvemos?

La solución es bastante simple y está al alcance de nuestras manos. Cuando en las mañanas, a mi taza de café lo quiero acompañar con un pan, ¿qué hago? Voy a la panadería, meto la mano a mi bolsillo (y no al de otro), saco un sol y pido el pan de mi preferencia. Y esto no solamente lo hago yo, porque ahí en la panadería, me encuentro con casi todos los vecinos que tuvieron necesidad de un pan para completar su desayuno.

Un análisis rápido de esta acción «comprar pan», nos dice que la mejor opción para comprar el pan es ir directamente a la panadería, en donde pongo en juego mis preferencias y hago un mejor uso de mi dinero escogiendo el mejor pan, al mejor precio y calidad. En esta forma de accionar no hay espacio para la corrupción.

Para poner en práctica esta forma de accionar, es necesario que el dinero esté en mi bolsillo. ¿Y por qué no hacer lo mismo con los dineros del Presupuesto Público que, por definición, pertenecen al pueblo? ¿Por qué tengo que pasar por intermediarios políticos que ya sé de antemano que son corruptos?

Si tomamos esta decisión de realizar la acción por nosotros mismos, habremos realizado la separación entre la Política y la Economía. Habremos dicho, los políticos a la política y la economía a los agentes económicos. Los políticos no son agentes económicos; en cambio, el consumidor y el productor sí lo son.

Entonces, decidamos de una vez por todas. Que la totalidad de los dineros del pueblo vayan directamente a los bolsillos del pueblo. Y que cada uno, en función de sus necesidades y posibilidades financieras, decida la vivienda que más le conviene, la escuela de su preferencia, el centro de salud o la carretera que requiera, etc. De esta forma nos libraremos de los políticos-zánganos y haremos un mejor uso del dinero del pueblo. Con ello habremos irrigado correctamente a la economía con 142.5 mil millones de soles anuales. Monto suficiente para eliminar el desempleo y disminuir aceleradamente los índices de pobreza y desnutrición.

Pero el político no está solo. A su lado se encuentra el empresario-corruptor, el que financia la campaña del político-corrupto, el que realizará la obra sin tomar en cuenta lo definido en los estudios de inversión. Es tal el nivel de corrupción y de inercia de la población, de los órganos de control y de justicia, que estos empresarios-corruptos cobran el total del presupuesto de la obra sin siquiera haber realizado la ceremonia de la colocación de la primera piedra.

Una solución se impone. Que todas las obras con cargo a los dineros del pueblo sean ejecutadas por las empresas-país. De esta manera, no solamente se eliminará la corrupción política sino que, además, la totalidad de las utilidades generadas por estas empresas se distribuirán, en partes iguales, entre todos los habitantes del país.

Nota:

[i] http://empresapais.org/servicios/libros/teoria-del-cambio.pdf

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.