En el presente trabajo se hará una revisión de los elementos que marcan la crisis de hegemonía estadounidense y la crisis general del capitalismo en curso. Se revisarán los procesos que han afectado a la crisis económica y se intentará revisar la crisis hegemónica stricto senso. La hipótesis es que hay un traslado del poder […]
En el presente trabajo se hará una revisión de los elementos que marcan la crisis de hegemonía estadounidense y la crisis general del capitalismo en curso. Se revisarán los procesos que han afectado a la crisis económica y se intentará revisar la crisis hegemónica stricto senso. La hipótesis es que hay un traslado del poder de las viejas economías del G7 a otro conjunto de economías pero que hay una pugna por el poder de parte de las potencias en decadencia y una falta de toma de iniciativa de parte de las nuevas. Los países del nuevo G7 parecen estar comportándose igual que los viejos en América Latina. Todo indica que estamos en un cambio de tiempos que conlleva un cambio de régimen internacional.
La crisis hegemónica y su desenvolvimiento 2007-2011
Para quienes han reflexionado sobre la crisis, la actual ha demostrado estar mejor reflejada en ondas sinuosas, más cercanas a las ondas sonoras que a las letras. Lo cierto es que en efecto es una crisis de dos velocidades con lo que se demostró que la economía de Estados Unidos ya no cumple con su papel de difusor del crecimiento como entre 1930 y 1990. Se decía de Estados Unidos que si le daba un estornudo, al mundo le daba pulmonía. La verdad es que la pulmonía de Estados Unidos le dio unos estornudos a América del Sur, agripó a la Cuenca del Caribe y tras un breve dolor de cabeza, dejó a Asia intacta. En cambio a las economías más maduras y articuladas entre sí les transmitió la pulmonía en pleno, primero al sistema financiero, luego al productivo, y tras los ajustes, al consumo y al gasto público. Lo que diferencia esta crisis de la del 29 es la deuda pública de las economías ricas, que entonces no tuvo gran relevancia. La crisis de 1929 se llevó a las economías en desarrollo por la misma razón que en 1981: el alza de las tasa de interés y la baja de las materias primas. Este no es el caso ahora.
Aunque antes de la crisis no era evidente que Europa y Japón ya eran naciones ricas altamente endeudas (NRAE) la realidad fue que después del 2007 junto con Estados Unidos comenzaron a sentir los impactos de su alto nivel de endeudamiento privado y público. La dimensión del problema de 2007 en adelante fue menos evidente para Estados Unidos que con una altísima deuda interna por consumo, no se esperaba que entrara en una espiral contractiva marcada. Se pensó que habría un ajuste en las cuentas hipotecarias y se retomaría el camino del crecimiento. Cuatro años más tarde todos anticipan que no habrá crecimiento en ninguna de las economías líderes salvo quizás Alemania. Lo que empezó como un problema de finanzas, como en 1929, se está transformando en un problema mayor de paradigma productivo y de reglas del juego: es decir de paradigma teórico. Aunque este sea un aspecto académico, no debe dejar de remarcarse que los ajustes económicos que el FMI les pide a los europeos son análogos a los que le pedía a América Latina en su tiempo, y en esa medida, su visión teórica del mundo permanece estática aunque lo que causara esta crisis haya sido la teoría donde los mercados desregulados resuelven sus problemas y a menor intervención del Estado mayor crecimiento económico.
Algunos alcances sobre el cambio de régimen internacional
Las instituciones internacionales creadas para el orden mundial de post guerra se han ido convirtiendo lentamente en obsoletas. El régimen internacional construido en torno a la hegemonía estadounidense y la pax americana han llegado a su fin. La privatización de la guerra mostrada antes y la difusión del objeto de la guerra son parte del declive hegemónico. La imposibilidad de imponer sus reglas del juego al mundo y de liderar una salida de la crisis parece estar consolidando aún más la idea del cambio de régimen internacional.
La Organización Mundial del Comercio es la primera institución cuya creación a fines del régimen anterior la hacen ver obsoleta antes de haber despegado. El propio Estados Unidos minó la multilateralidad a su favor para crear sistema bilateral que deslegitiman el multilateralismo de post guerra y abre una competencia singular. El temor neoconservador al multilateralismo de la era Bush es un síntoma del cambio de régimen. Si el nuevo esquema internacional pasa por acuerdos bilaterales en todos los campos, la competencia será en desmedro del hegemón y le abrirá las puertas a los hegemones regionales. En ese sentido, por ejemplo, el uso del dólar como moneda de intercambio posiblemente entre en decadencia junto con los cambios en el sistema monetario internacional que tienden a regionalizarse. De hecho, ante la volatilidad del dólar hay una tendencia al uso de monedas nacionales en el pago del comercio internacional, tanto desde China en su esfera de influencia, como de Brasil en la suya y de Rusia en la suya. La pérdida de la hegemonía estadounidense es evidente y su sostenimiento por la vía militar no parece facilitarle una nueva dinámica económica sino al revés, profundizar el declive tanto económico como de legitimidad política.
Desde la economía política internacional, Ruggie (1982) propone que los regímenes internacionales han sido definidos como instituciones sociales alrededor de las cuales convergen expectativas de actores en un área dada de relaciones internacionales. Los regímenes internacionales dice, son semejantes al lenguaje: podemos pensar en ellos como la parte del «lenguaje de acción estatal» (380). «Las formaciones y transformaciones de regímenes internacionales puede representar una manifestación concreta de la internacionalización de la autoridad política» (380). Y agrega: «En la organización de un orden liberal, se le da su lugar a la racionalidad de mercado. Esto no quiere decir que la autoridad esté ausente de tal orden. Quiere decir que las relaciones de autoridad se construyen de tal modo de darle el alcance máximo a las fuerzas del mercado más que restringirlas» (381). Esto sin embargo no permite comprender las transformaciones de los regímenes internacionales.
Para Ruggie, la estructura de la internacionalización de la autoridad política refleja la fusión del poder con el legítimo propósito social. Es el propósito social lo que diferencia una misma iniciativa desde dos ejes de poder distintos. La forma puede ser la misma pero el contenido distinto. Para comprender el contenido hay que ver cómo se fusionan el poder y el propósito social y cómo le proyecta autoridad política al sistema internacional. «La relación entre los regímenes económicos y las transacciones internacionales es intrínsecamente problemática, porque el ámbito de los regímenes internacionales consisten en el comportamiento de los estados, el uno con respecto del otro y de ambos respecto del mercado, no del mercado en sí mismo.»(383), «Los regímenes económicos internacionales proporcionan un entorno permisivo para la aparición de los tipos de flujos de transacción internacionales concretas que los actores toman como complementario a la fusión particular de poder y propósito social que está incorporado dentro de aquellos regímenes» (383).
El modelo realista propone una fuente y dos direcciones de cambio de régimen, que muestra el ascenso o descenso del hegemón y la apertura o cierre. En la visión de Ruggie esto abre varias posibilidades: Más hegemonía con cierre, pérdida de hegemonía con apertura o, lo visto tras la Pax Americana, más hegemonía con apertura. Es necesario tener esto en cuenta para comprender las maneras como en las distintas regiones del mundo se están conformando espacios político-económicos nuevos, que dibujan un horizonte post Pax Americana, con hegemones regionales y una nueva arquitectura del poder internacional reflejo de nuevos flujos de comercio e inversión desde nuevos ejes de poder. Parece existir en los primeros años del siglo XXI una fuerte covarianza entre cambios de ejes de poder y cambios de propósito social. Estos son en parte reflejo de la debilidad del viejo poder plasmado en el «viejo» G7 liderado por Estados Unidos. Los problemas de la depreciación del dólar ante el euro y las monedas latinoamericanas entre el 2002 y 2010, expresan al revés el fortalecimiento de los nuevos ejes de poder y la dinámica del crecimiento económico desde nuevos ejes regionales en medio de la crisis global, reflejan la debilidad de los viejos ejes de poder.
El llamado mundo post Consenso de Washington se refleja en América Latina en una docena de países, en Asia en casi todos, mientras en Europa hay una retractación a su diseño social de post guerra, que se alinea con el diseño del obsoleto Consenso de Washington en desmedro de su proyecto propio, como antes lo hiciera Gran Bretaña. La debilidad hegemónica no quiere decir que los intereses financieros que predominan en la dinámica capitalista contemporánea se han debilitado. Lo que parece es que dichos intereses se han despegado del interés nacional y, al igual que lo militar, se ha vuelto un fin en si mismo, acentuando la debilidad hegemónica.
Oscar Ugarteche, economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Es presidente de ALAI y coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org
Nota: Este es un extracto del artículo completo que está incluido en la revista América Latina en Movimiento Nº 466, cuya versión digital se puede encontrar en: http://alainet.org/publica/ala