Hay una experiencia política popular hondureña basada en la resistencia y la lucha sostenida por más de 100 días de oposición al régimen golpista de Micheletti y lo que éste representa: la institucionalidad conservadora y oligárquica que produce una realidad violenta y empobrecedora. Es una experiencia valiosa que no sólo genera e introduce un cuestionamiento […]
Hay una experiencia política popular hondureña basada en la resistencia y la lucha sostenida por más de 100 días de oposición al régimen golpista de Micheletti y lo que éste representa: la institucionalidad conservadora y oligárquica que produce una realidad violenta y empobrecedora. Es una experiencia valiosa que no sólo genera e introduce un cuestionamiento al injusto orden vigente en Honduras (que está también vigente en varios países latinoamericanos), sino que construye en su testimonio de resistencia y lucha valores como la solidaridad, autoestima y autonomía para los propios sectores populares (términos de H. Gallardo). Pese a la represión y la continua violación a los derechos humanos, o quizás precisamente a partir del ejercicio que realizaron los golpistas, los sectores populares (y otros sectores progresistas), resisten y se politizan de una manera consecuente con sus reclamos y su posición popular.
Aquí quisiera anotar algunos aspectos de esta experiencia política que resulta una ruptura frente al poder político tradicional que perpetró el golpe.1 Hay dos aspectos de la protesta popular hondureña que parecen novedosos en términos de las experiencia centroamericanas. El primero es la existencia y uso de información, especialmente a través de Internet y de pequeños medios de comunicación (como dos radios hondureñas) que han servido como contrapunto al alineamiento de los medios de comunicación que apoyan al gobierno golpista (propiedad de los golpistas). Esta información permite mantenerse en contacto con lo que está pasando en todo el país e incluye la resistencia y la represión que se ha provocado en el interior.2
El segundo aspecto novedoso ha sido la documentación masiva de la represión. Con celulares y cámaras digitales se ha documentado la bota policial sobre la cabeza de manifestantes, así como también los cuerpos reprimidos y sangrantes de hombres y mujeres hondureños, que muestran el salvajismo de las fuerzas represivas. La importancia de este registro, además de dar a conocer el carácter represor y antipopular del régimen golpista, es el de ser un recurso ulterior para exigir justicia frente a los culpables. Esto es de suma importancia si se piensa, por ejemplo, en la ausencia de estos medios en el caso de la represión militar guatemalteca durante el conflicto armado de ese país.3
Sin embargo, lo más importante en términos de la experiencia política popular hondureña es la creciente politización de los sectores populares, que puede verse a través de diversos hechos. Un hecho muy interesante de la politización ha sido que la Constitución política hondureña se ha vuelto un «best seller» y se discute en las calles y en las familias hondureñas. Esta discusión representa un nuevo sentido ciudadano que se ha ido produciendo «en la marcha». Pero además, diversos sectores sociales se han pronunciado de manera constante, como el caso del gremio magisterial hondureño que ha protestado todos los días desde el golpe, la participación del sector estudiantil y la organización que se ha producido en las colonias populares. También se ve en las manifestaciones multitudinarias como la del 15 de septiembre que, en lugar de celebrar la independencia, representó un acto político de resistencia contra el golpe.
Los sectores populares hondureños, tradicionalmente más pasivos, han entrado a través del golpe, en un proceso de organización y radicalización que llega a la insubordinación (S. Tischler). De la exigencia del retorno a la institucionalidad se ha pasado a la exigencia de una constituyente que, de producirse, ineludiblemente tendría que tomar en cuenta las reivindicaciones populares. El mismo hecho de que se saque de la mesa de negociaciones la amnistía para los crímenes cometidos durante este período es un hecho que sólo se puede explicar a partir de la participación popular y la fuerza del Frente Nacional de Resistencia.4
Aún cuando los sectores populares hondureños no lleguen a alcanzar todos los objetivos que se trazan, ya han alterado el panorama nacional hondureño. La experiencia política popular hondureña está dando lecciones de resistencia y lucha frente a los poderes conservadores y la sensibilidad oligárquica, antidemocrática y antipopular que encarnan.
Pese a la represión, los sectores populares hondureños resisten y se organizan. La politización de éstos resulta una respuesta al golpe que los sectores conservadores (oligarquía, políticos, medios de comunicación, religiosos y militares) no podían prever. Dieron el golpe y, sin quererlo, despertaron al pueblo hondureño.
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1 Estos son apuntes tomados de la enriquecedora perspectiva y experiencia de dos mujeres hondureñas. Como no sé si estarían de acuerdo con lo aquí expuesto, prefiero guardar sus nombres.
2 Donde las fuerzas antipopulares han hecho un llamado para que los ¡auxilien los paramilitares colombianos!
3 El conflicto armado interno en Guatemala dejó, según la Comisión de Esclarecimiento Histórico, más de 200.000 personas muertas y desaparecidas. La cantidad de personas desaparecidas es mucho más grandes que la ocurrida en Chile o en Argentina durante las dictaduras militares. Y aunque hay muchos documentos y testimonios que demuestran esta actuación criminal, no se encuentran muchos registros gráficos como los que se han producido ya en Honduras.
4 Punto que parece bastante sorprendente puesto que el poder no renuncia a su impunidad fácilmente. Habrá que ver si el Frente y los sectores populares pueden mantener esta exigencia.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.