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La hipocresía de la ASEAN alimenta la crisis de Myanmar

Fuentes: The Irrawaddy

Traducido para Rebelión por Cristina Alonso

Para que un actor sea creíble en la política internacional, se supone que hace lo que dice. La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, conocida como ASEAN, habla de su derecho especial a ocuparse de la crisis de Myanmar en la situación de creciente agitación que se vive tras el golpe militar.

Sin embargo, la ASEAN no actúa como habla. Si se observa con atención lo que el bloque asiático está haciendo en realidad, el panorama se ve muy distinto, lo que es realmente trágico, dada la magnitud de la crisis. Y hace que todas las conversaciones sobre la necesidad de neutralidad, de no injerencia y de facilitación del diálogo, se vean como hipócritas.

En lugar de ser realmente neutral y hacer un verdadero esfuerzo, confiado y asertivo para aprovechar su influencia y facilitar el diálogo entre las principales partes interesadas en Myanmar, la ASEAN continúa, de forma sigilosa, dando reconocimiento a la junta militar. Lo hace en un momento en que la ciudadanía birmana se opone enérgicamente a la toma del poder por parte del ejército y mientras el régimen libra una guerra de terror en contra de su propia población.

El 6 de agosto, Wunna Maung Lwin, ministro de Asuntos Exteriores del régimen militar ilegítimo, estuvo presente en una reunión en línea de la Conferencia Post-Ministerial ASEAN-Unión Europea (UE). La reunión estuvo presidida por Josep Borrell, Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, y por el Ministro de Asuntos Exteriores de Singapur, Vivian Balakrishnan.

Borrell dejó clara la posición de la UE respecto a Myanmar al afirmar que «un diálogo político significativo sigue siendo clave con todas las partes interesadas, incluido el Comité de Representación de la Pyidaungsu Hluttaw o CRPH, el Gobierno de Unidad Nacional o NUG, los grupos étnicos y otras fuerzas prodemocráticas comprometidas a trabajar por una resolución pacífica de la crisis actual». Borrell añadió también que «la UE espera que las autoridades militares liberen a las personas detenidas en relación con el golpe y pongan fin a la violencia en todo el país».

Aunque la declaración de Borrell aclaró la posición de la UE, no se entiende la razón por la cual Wunna Maung Lwin estuvo presente en la reunión. ¿Por qué el representante de un «gobierno» autoproclamado asiste a una reunión de la UE-ASEAN como si fuera el ministro de Asuntos Exteriores de una administración legítima y reconocida?

El ejército de Myanmar no representa a la ciudadanía del país. Ha anulado los resultados de unas elecciones democráticas, ha desplegado un alto nivel de violencia y asesinado a más de 900 personas inocentes, una cifra que sigue en aumento. Desde el golpe de estado del 1 de febrero, la junta ha detenido de forma ilegal a 6.000 civiles, y ha torturado y asesinado a personas encarceladas por motivos políticos. El régimen ha llevado a cabo ataques aéreos a aldeas y ha utilizado armas pesadas en ataques contra las ciudades donde se han producido protestas, lo que ha desplazado a cientos de miles de personas. En tan sólo seis meses, la junta ha sumido a Myanmar en un colapso económico y casi en una guerra civil, aumentando las posibilidades de que el país se convierta en un estado fallido.

Los estados miembros de la UE y la Comisión Europea no han reconocido al régimen como gobierno legítimo de Myanmar. Tampoco lo han hecho los estados miembros de la ASEAN. Entonces, ¿por qué sus representantes se sientan en la misma mesa que el delegado de un autoproclamado «gobierno» que es responsable de cometer atrocidades y de aterrorizar?

Supongo que la respuesta del Sr. Borrell sería que la UE no decide quién se sienta en la mesa por parte de la ASEAN, ya que eso depende de la propia ASEAN. Pero en el futuro, la UE debería cuestionar y rechazar el derecho de la ASEAN a romper la neutralidad en la crisis de Myanmar al invitar, a su reunión con la UE, a un único representante de las partes interesadas birmanas y siendo precisamente esta parte la fuente principal de todos los problemas.

La junta militar, por supuesto, ha utilizado la reunión UE-ASEAN como propaganda, publicando inmediatamente en los medios de comunicación controlados por el régimen que su representante estaba presente y era aceptado en un diálogo entre la UE y la ASEAN. Y, como el proverbial ladrón que grita «atrapen al ladrón», Wunna Maung Lwin aprovechó la reunión para balbucear y quejarse de que la representación del CPRH y del NUG, elegida de forma democrática y muy popular, era un «grupo terrorista», lo que añade un insulto más a las profundas heridas que la población de Myanmar se ha visto obligada a sufrir y soportar durante los últimos seis meses.

La ASEAN debería facilitar las negociaciones entre todas las partes interesadas de Myanmar para ayudar a resolver la crisis causada por el golpe militar. Eso es lo que la Asociación acordó hacer en su propio plan de cinco puntos y eso es lo que la comunidad internacional, incluida la UE, ha respaldado plenamente y animado a ASEAN a llevar a cabo.

En muchos meses, la ASEAN no ha hecho nada realmente significativo ni ha hablado con ninguna de las principales partes interesadas en la crisis de Myanmar. Sin embargo, sí que ha incluido a un representante de la junta militar como asistente a las conversaciones de la ASEAN con Estados Unidos y, ahora, con la UE. Con ello, la ASEAN está legitimando a la junta de forma encubierta, a expensas de todas las demás partes interesadas y mucho más legítimas en Myanmar. Eso equivale a ponerse del lado del agresor en el conflicto y a una grave injerencia en los asuntos internos de un país vecino.

La UE tiene previstas reuniones importantes en un futuro cercano. La próxima cumbre de Asia-Europa o ASEM, organizada por Camboya, tendrá lugar en línea los días 25 y 26 de noviembre de 2021. Está previsto que el año que viene se celebre en Bruselas una cumbre UE-ASEAN para conmemorar el 45º aniversario de las relaciones de diálogo entre los dos bloques regionales.

Es momento para que la UE deje la hipocresía a un lado en este juego sigiloso de reconocimiento y aceptación del régimen militar de Myanmar. La junta no es un gobierno legalmente reconocido ni tampoco actúa como tal. Su mala gestión de la pandemia de COVID-19 ha demostrado trágicamente que la junta no gobierna Myanmar, sino que se limita a aterrorizar a la población del país.

Al mismo tiempo, los militares están desesperados por conseguir el reconocimiento internacional. La UE, por tanto, debería hacer más para evitar seguirles el juego. Si es imposible impedir estar en la misma mesa que cualquier persona relacionada con el régimen militar, y tanto la UE como la ASEAN tienen múltiples y complejos intereses mutuos, la UE debería equilibrarlo con un compromiso previo y público con los representantes del NUG.

Si los socios de la ASEAN (la UE, los EE.UU y Canadá) hablan de mediación y facilitación del diálogo, pero en realidad caminan al lado de una junta criminal, deberían corregir y equilibrar ese doble rasero entablando un «diálogo político significativo» con todas las partes interesadas, incluido el NUG y otras fuerzas prodemocráticas.

Eso puede resultar en que la junta se niegue a asistir a las reuniones, pero no debería estar en esas cumbres de todos modos. La ciudadanía en Myanmar sabe que los militares son los únicos que no están comprometidos a trabajar por resolver la crisis de forma pacífica y que solo intentan conseguir su propia victoria final, por todos los medios y a cualquier precio.

Igor Blazevic es asesor principal del Centro de la Sociedad Civil de Praga. Entre 2011 y 2016 trabajó en Myanmar como profesor principal del programa de Iniciativas Educativas.

Fuente original en inglés: https://www.irrawaddy.com/opinion/aseans-hypocrisy-is-fuelling-the-crisis-in-myanmar.html