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A propósito de la antropofagia en Siria

La infamante «ciencia» de la atrocidad

Fuentes: Rebelión

Nadie es malvado voluntariamentePlatón En el vídeo difundido en mayo pasado en varios portales informativos internacionales, la aborrecible escena, pieza fundamental de la noticia, era visible borrosamente y aún así impactaba a pesar de ser ya advertida. Se veía a un hombre rasgando el pecho de otro que yacía en el piso con algo corto […]

Nadie es malvado voluntariamente
Platón

En el vídeo difundido en mayo pasado en varios portales informativos internacionales, la aborrecible escena, pieza fundamental de la noticia, era visible borrosamente y aún así impactaba a pesar de ser ya advertida. Se veía a un hombre rasgando el pecho de otro que yacía en el piso con algo corto punzante, y extraía el corazón (u otro órgano) llevándoselo a la boca[1]; lo que se traducía de las palabras de aquel era en síntesis una provocación demostrativa de su ferocidad destinada a amedrentar al enemigo: devorarlo. Quien viera la escena no podía menos que estremecerse repulsivamente esquivando la mirada de ese acto, estimado en las culturas contemporáneas conocidas como abominable.

El contexto de tan execrable acción es la guerra ‘civil’ en Siria iniciada en 2011, en la cual de conformidad a los medios de comunicación dominantes, se enfrentan fuerzas gubernamentales leales al presidente Bashir El Assad, respaldado hasta donde se sabe diplomáticamente, por el gobierno de Irán y más en la distancia por los de China y Rusia, contra una serie de grupos armados rebeldes de difícil clasificación, pero abiertamente protegidos por una coalición, esa si bien definida, de fuerzas cuyo común denominador son los gobiernos occidentales adscritos a la OTAN, como EE.UU., Gran Bretaña, Francia, Turquía, junto a petromonarquías ultraconservadoras del golfo pérsico también muy cercanas a aquellos, como Qatar y Arabia Saudita, e incluso el belicoso y racista estado ariete de Israel.

También es indispensable advertir que hablar de una ‘guerra civil’ en Siria, a la manera de los periodistas occidentales, resulta en dar cabida a una concepción maliciosa, puesto que no es posible racionalmente denominar así un conflicto donde uno de los bandos es entrenado, financiado y equipado intensivamente por otros en el exterior; en términos reales lo que ocurre allí, sea cual sea la valoración que se haga del gobierno de Damasco, es sencillamente una múltiple y bien organizada agresión externa.

Ello es comprobable así mismo por declaraciones de un exalto mando militar de los EE.UU., el general Wesley Clark, el cual recibió de primera mano detalles a inicios del siglo sobre planes de ataque a Siria y otras naciones más (Libia, Sudan, Somalia, Afganistán, Líbano Irán)[2]. Los mencionados planes de variadas formas se han venido ejecutando, pausada, pero inexorablemente como se ha visto hasta la fecha.

En este enfrentamiento han sido relatados en ciertas regiones sirias muchos episodios de violencia extrema, sobre todo dirigidos intencionalmente contra la población civil; las acusaciones de cada bando contra el otro de la perpetración de crímenes de lesa humanidad han sido constantes, aunque en el hemisferio occidental con medios informativos al servicio exclusivo de intereses de los gobiernos respectivos involucrados, no es posible ser examinada sino la parte favorecedora de estos.

En estos términos, no faltará aquel comentarista occidental ladinamente ignorante hablando de que el hecho abominable descrito es dable sólo en naciones donde predomina como religión el Islam. Allí debemos recordarle a quien sea tan intonso, cómo en una de las cruzadas (1098 dne), en un pueblo hoy en el Líbano caballeros cristianos invasores provenientes de Europa, argumentando sufrir de una hambruna practicaron actos de antropofagia, con lo cual la imagen de estos fue dañada por siglos[3]; estimaban los habitantes de esta región tales actos (como por estos tiempos), una afrenta a la naturaleza humana sólo digna de auténticos bárbaros[4].

En el continente americano se ha presenciado recientemente la perpetración de ferocidades análogas, en el marco de una guerra contrainsurgente donde actúa el gobierno de Washington esta vez en irrestricto apoyo (económico, militar y político) de su homólogo de Colombia, con amplios programas de intervención en sus asuntos internos como el Plan Colombia. En estas circunstancias, la justicia colombiana ha determinado que durante el gobierno dirigido por el presidente pro estadounidense Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), en noviembre de 2003, un jefe paramilitar de nombre Jorge Luis Montes Sajallo, devoró el corazón de dos personas previamente asesinadas por sus huestes ultraderechistas [5], abiertamente afines al gobierno de Bogotá, respaldado (no sobra reiterarlo), por la Casa Blanca. La guerra colombiana es denominada en las doctrinas pentagonales, Guerra de Baja Intensidad (GBI), un término eufemístico sin duda, ocultante de una saña merecedora de explicación.

Las preguntas que inmediatamente se precipitan en la mente de quienes miran atónitos el video de Siria en cuestión (o leen relatos de paramilitares caníbales colombianos), seguramente hacen relación al carácter de esa persona que comete aquel acto censurado por todas las civilizaciones modernas: ¿Cómo puede un hombre consumar una acción tan repudiada universalmente? ¿Qué le ha llevado a practicar la antropofagia en este contexto de ‘guerra civil’ en una tranquila nación en la cual esto era inimaginable apenas hace un lustro? En el otro evento, los paramilitares dicen luchar por sus familias y bienes amenazados, entonces ¿bajo cuales condiciones de defensa de esto han llegado a perpetrar atrocidades de tal entidad?

El sujeto del video en cuestión tomado en Siria, posteriormente en una extensa entrevista a la BBC, por cierto, modelo de la negación de la deontología periodística[6], en la cual aparece con el nombre Abu Sakkar, manifiesta de una parte, luchar contra un gobierno al cual estima oprobioso y causante de múltiples destrucciones, a la vez manifiesta haber realizado la antropofagia (en un principio negada), como acto de venganza por la muerte y vejaciones de familiares, amigos, vecinos y la violación de mujeres por parte de quien una vez fallecido fue devorado parcialmente por él (o al menos escenificado el acto). Viene entonces el recuerdo de sobrevivientes de masacres, genocidios, desapariciones, torturas, violaciones, vejaciones, etc., por todo el mundo; estos no optaron por vengarse de quienes las cometieron mediante el homicidio y menos aún de cometer canibalismo con estos.

Por ello es necesario poner de presente que actos de abyección como estos no son, como todos sabemos, naturales, ni ocurren modernamente sino en raras ocasiones, aún en medio de encarnizadas luchas armadas, como la historia nos lo ha demostrado. Resulta indispensable doblegar la sensibilidad humana, el sentido de dignidad común, se debe hacer desaparecer reatos de conciencia ancestrales para llegar a ser apenas proclives a actos de las características relatadas; aún así, esto no es factible de suceder sino es mediante un metódico y cruel aprendizaje diseñado específicamente para construir seres belitres.

Es conocido como desde épocas inmemoriales se han realizado diversas prácticas de canibalismo por todo el mundo, sin que nunca puedan ser establecidas como de hábito común, sino suscritas a determinados grupos humanos como parte de rituales de compleja interpretación[7]. Aparece entonces singularmente extraño que a un enemigo por minimizado que haya sido, le sea perpetrado un acto de este tipo en sociedades como las actualmente establecidas.

Sabemos que en hechos como los reseñados, aquellos perpetradores son inducidos a tales atrocidades, no sobre quienes se estiman como seres humanos, sino sobre aquellos establecidos dolosa e insistentemente en la categoría de untermenschen, subhumanos: menos que hombres o mujeres. Sin embargo, esto explicaría un homicidio, acaso alguna atrocidad más, ¿pero antropofagia?

Estas sin duda son situaciones extremas, y no obstante demuestran la existencia de lo que denominaríamos ‘políticas ocultas’ de instrucción, aprendizaje, adiestramiento, contrarias a normas sociales, legales, humanitarias, religiosas, de elemental respeto y solidaridad intraespecie, adoptadas por ciertos cuerpos armados en particulares circunstancias de confrontación.

En este contexto es pertinente recordar otras prácticas abominables de violencia que si bien no llegan a la atrocidad del canibalismo, son realizadas desafortunadamente muy a menudo causando también acentuada repulsa e indignación, como lo expresa el antropófago entrevistado por la BBC, con el objetivo de causar terror extendido en quienes son catalogados de enemigos. Es el caso de la tortura, un tema puesto en la palestra como ominosa práctica justificable, en el presente siglo por el gobierno de Bush II y sus consejeros cuando se estimaba ya en vía de superación; tenemos ejemplos numerosos de una especie de racionalidad, de elaboración exhaustiva de técnicas de sufrimiento y crueldad, de acuerdo a lo expresado por un tristemente recordado adiestrador en este tipo de conductas, como demostración de sus propósitos:

«… cuando se consigue lo que se quiere (confesión), y yo siempre lo consigo -decía-, podría ser favorable prolongar un poco la sesión (de tortura) para ablandarlos. No para extraer información en el momento, sino como medida política, para crear un miedo sano a involucrarse en actividades subversivas[8]».

Notamos la existencia de expertos en la instrucción de estos procedimientos destinados al terror colectivo mediante la ejecución de sistemáticas destrezas en sadismos de distinta naturaleza, en las cuales cabe sensatamente lo anteriormente descrito. Investigaciones periodísticas han revelado una cadena de preceptores de aquellas dentro de la cual se han revelado destacados protegidos de altos funcionarios de la Casa Blanca y oficiales del ejército de los EE.UU., con experiencia en ignominias de esta clase, en lugares tan distantes geográficamente y en épocas distintas como El Salvador de los años ochenta e Irak desde 2003 al presente; indiciariamente por lo menos, aquellos asesores siempre han estado en lugares como los nombrados en los que han sido documentadas graves violaciones a los derechos humanos a manera de masivo terror de estado; alguno, entre otros no tan destacados[9], tiene nombre propio: James Steele[10].

Tanto en Asia durante la década pasada o en El Salvador, Honduras, Guatemala en los años ochenta del siglo XX, sujetos como este al servicio de agencias militares o civiles han intervenido en nombre del gobierno de Washington con el fin de aplacar insurgencias; la acreditación de estos crímenes ha sido documentada profusamente[11].

De la misma manera como en América latina por aquellos días, los resultados de los adiestramientos de los estadounidenses son desastrosos para la población del Iraq invadido y ocupado de nuestro tiempo; un afortunado sobreviviente relata su experiencia en manos de los cuerpos de seguridad iraquís (alumnos de aquellos discretísimos consejeros), parte visible del gobierno de Bagdad impuesto por los invasores:

«Me han tratado de forma cruel, con insultos, me han esposado, me han golpeado y torturado, me han obligado a prometer que no me manifestaría de nuevo, ignorando así los artículos de la Constitución, escrita por el propio Gobierno, y que indica que «manifestarse es un derecho garantizado por la Constitución»… llegaron a aplicarme descargas eléctricas, me rompieron la clavícula, me dislocaron una muñeca y me rompieron la pierna izquierda»[12].

El trato descrito resulta ser una prolongación, un poco más tosca, y por interpuestas personas, de lo realizado por cuerpos del US Army en Abu-Ghraib unos años atrás.

En situaciones políticas como las expuestas, también existen escabrosos relatos de horror de desertores del ejército estadounidense, describiendo así mismo la ejecución de acciones como la de jugar al fútbol con la cabeza de un iraquí decapitado[13]. No obstante, podría ser comprensible (más no justificable), esta clase de acciones altamente intimidantes como parte del vértigo de la ruindad de la guerra.

Son crímenes bélicos más generalizados como los ataques a civiles con armas a las que se agrega uranio empobrecido, las cuales afectan con malformaciones, enfermedades y consecuencialmente con atormentadas vidas y muertes prematuras, a toda una población por generaciones, como en el caso de Faluya en Iraq[14], los que traslucen una concreta y fría perversidad sobre inocentes, en los cuales la vileza adquiere una vez más el carácter de comportamiento patológico digno de la mayor censura, incluso más afrentoso y castigable que el canibalismo por su magnitud.

Ya hemos mencionado que para arribar a extremos tales de villanía es indispensable incoar en la mente de quienes ejercen la fuerza, cierto tipo de visiones deshumanizadoras de las futuras víctimas; en las guerras contrainsurgentes el racismo forma parte muy importante en este procedimiento a manera de un rezago colonial perdurable. Al respecto de la deplorablemente célebre masacre de My Lai durante la Guerra de Vietnam, un soldado que se negó a participar en la misma cavilaba:

«…a muchos de ellos (compañeros quienes la cometieron), ni siquiera se les ocurriría matar a un hombre. Quiero decir, a un hombre blanco: a un humano por decirlo de algún modo.[15]»

Sin embargo, retornando a lo perpetrado en otros tiempos y que guarda un grado de coherencia notable en distintos lugares del mundo, como instrucción de atrocidades, al por menor, podríamos decir que si no recordamos la presencia de personajes como este James Steele, en Centroamérica hace por lo menos tres décadas, podemos pasar por alto el sentido de la frase establecida como forma contrainsurgente en Iraq: ‘Opción El Salvador’. En otras palabras, emplear despiadados métodos represivos en Mesopotamia copiados de los aplicados en Centroamérica y primordialmente en aquella nación.

Aquí debemos recordar la consumación de la masacre de ‘El Mozote’ en diciembre de 1981, por parte de fuerzas armadas entrenadas por asesores del Pentágono mediante hombres como Steele[16]; en dicha matanza fueron asesinadas brutalmente no menos de setecientas sesenta y siete personas cuyas edades iban desde los tres meses a los 105 años[17]. Ello en el marco de una guerra ‘civil’ (categorización de la que hemos hablado), donde el gobierno salvadoreño fue también apoyado económica y militarmente por su homólogo de los EE.UU.; un batallón especialmente adiestrado por dichos asesores, fue reconocido judicialmente por ser el autor material de este baño de sangre[18].

Obviamente los instructores, profesores, asesores, consultores o como quiera llamárseles, niegan haber transmitido brutales conductas, es aquello llamado en la política imperial estadounidense, ‘negación plausible’. No obstante, en todos los casos descritos los resultados de los adiestramientos han sido profundas y repetidas violaciones a los Derechos Humanos como crímenes de estado. Una coincidencia, que a la vista del más desprevenido observador llamaría a serias sospechas. En algo ya ha sido reconocida por los medios de comunicación estadounidense, la ‘ayuda militar’ por lo menos, como ocasionante inmediata de tales políticas de terrorismo de estado[19].

Con estos antecedentes, la aplicación en Iraq de la cruel experiencia latinoamericana, difícilmente puede ser más desastrosa para su pueblo. Se han creado en Mesopotamia ‘comandos’, a la usanza de ‘escuadrones de la muerte’ paramilitares de aquel subcontinente, bajo directa asesoría para tales efectos de ‘expertos’, como el pluricitado Steele[20]. Quien los ha visto actuar directamente no puede evitar remembrar la dolorosa saga que les antecede en su manera de actuar por tres continentes:

«Los comandos cultivan una mirada vagamente amenazante. Llevan uniformes de camuflaje, pero también pueden llevar ropa informal, como guantes de cuero negro y pasamontañas -no para ocultar su identidad, pero si para inspirar temor en el enemigo-. Es la mirada que vi entre los paramilitares serbios que aterrorizaron a Croacia y Bosnia durante la guerra de los Balcanes en los años 90, y es el aspecto de los paramilitares que operaban en América Latina en la década anterior.[21]»

La enunciada estructura no puede ser parte separada y fortuita de las atrocidades conocidas y ejecutadas donde el Pentágono haga las veces de musculo armado del gobierno de la Casa Blanca, dada su metodicidad, acumulación de experiencias y diligente aplicación de aquellas, en escenarios similares de ocupación territorial imperial directa o por interpuestas fuerzas cipayas.

En el continente americano son transmitidas tales técnicas de horror en academias militares en EE.UU., donde son enviados militares de muchos países a cargo completo del US Goverment; irónicamente este no posee educación universitaria pública gratuita; el imperio gasta a manos llenas en represión incluso a extranjeros en centros como la remozada Escuela de las Américas, el WHINSEC-SOA de Fort Benning[22]; a la vez es incapaz de costear educación a sus propios ciudadanos.

Es innegable la existencia de estructuras en el seno de entes militares y de espionaje, dirigidas desde los más altos poderes de Washington, utilizadas con el fin de someter a individuos y sociedades mediante un laberinto de técnicas que van desde la ilegalidad y desde allí pasan de largo a la brutalidad hasta llegar a las atrocidades, con especialistas en causar sufrimiento y muerte a las cuales se le saca provecho político.

Destruyendo el mismo concepto de ciencia, para constituir una especie de acervo de tales prácticas son reclutados médicos de diferentes especialidades con preferencia de psiquiatras, así como psicólogos, sociólogos, antropólogos etc.; es decir, cualquiera que pueda proveer de algún conocimiento permisivo del control individual o colectivo de seres humanos.

A la sazón, Sidney Gottlieb, llamado también ‘Doctor Muerte’, dirigía en los años 50 y sesenta todo un grupo de la CIA dedicado exclusivamente a la ‘investigación’ acerca de cómo controlar la mente de seres humanos; era el proyecto MKULTRA, el cual abarcaba pruebas de torturas bajo estricto control médico y técnicas de desorientación de prisioneros, confinamiento estresante, administración de electricidad, ingestión de sustancias psicoactivas, etc., todo ello bajo autorización de los jefes de estado de entonces[23]. Los mismos ciudadanos de Estados Unidos fueron tomados en varias oportunidades como cobayas humanas para tales fines[24].

Cabe preguntarse en circunstancias como las relatadas, ¿se habrá explorado por parte de anticientíficos al servicio de agencias del gobierno de la Casa Blanca, con propósitos de causar supremo horror y rechazo paralizantes, la elaboración de instrucciones de prácticas deshumanizadoras y de negación de reatos de conciencia conducentes a actos de antropofagia?

Diciente es la aparición indefectible de casos de atrocidades de estas en países militarmente ocupados o por ocupar, por parte de contingentes armados, armónicos con los propósitos de desposesión de naciones enteras en beneficio de capitalistas globales, y directa o indirectamente bajo control del gobierno estadounidense. Es en un contexto como el que hemos puesto de presente, donde pueden existir ‘investigadores’ del talante de un Gottlieb o el de aquellos anónimos infames que idearon misiles con uranio empobrecido, instructores del estilo avieso del omnipresente Steele, y ejecutores de actos abyectos como Abu Sakkar o Montes Sajallo. Un completo aparato destinado a aplastar brutalmente voluntades.

Cuando constatamos la existencia de científicos obrando no para liberar a los seres humanos y expandir el conocimiento, sino para causarles muerte, dolor y mantenerlos en el miedo y la opresión, los cuales se desprenden de toda esa estructura de formas de hacer efectivas sus ‘investigaciones’ a manera de cuidadosa praxis del terror, una vez más debemos recordar aquella frase de Walter Benjamin: «La ciencia sin conciencia es la forma de una nueva barbarie».

Notas

[1] «Un vídeo muestra a un rebelde sirio sacando el corazón a un soldado». Público.es. Mayo 14 2013.
http://www.publico.es/internacional/455322/un-video-muestra-a-un-rebelde-sirio-sacando-el-corazon-a-un-soldado El video ha sido bloqueado con posterioridad en las páginas buscadas, por ser su contenido ‘impactante y desagradable’. Ver anuncio de youtube al respecto.

[2] Entrevista con Amy Goodman de marzo del 2007. http://www.youtube.com/watch?v=_gHkO0BMlM4.

[3] «En Maarat, los nuestros cocían a paganos adultos en las cazuelas, ensartaban a los niños en estepatones y se los comían asados». Confesión del cronista franco Raúl de Caén; «A los nuestros no les repugna comerse no sólo a los turcos y a los sarracenos que habían matado sino tampoco (sic) a los perros». Cronista Franco Alberto de Aquisgrán año 1098 dne. Amin Maafouf. Las Cruzadas Vistas por los Árabes. Alianza Editorial. Madrid 2005. Pag.76,77.

[4] Maalouf. Pag. 77.

[5] Canibalismo paramilitar. El Pilón. Valledupar Diciembre 17 de 2012 http://www.elpilon.com.co/inicio/canibalismo-paramilitar/; al respecto ver otros casos de de la misma práctica por parte de destacamentos paramilitares en Colombia en «Cuando no había carne ordenaban sacarla de los cadáveres para comerla». Clarín. Agosto 2 de 2007. http://edant.clarin.com/diario/2007/08/02/um/m-01470159.htm.

[6] Paul Wood. Cara a cara con el «rebelde caníbal» de Siria. Julio 5 2013. http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/07/130705_siria_rebelde_canibal_am.shtml Al final el periodista relata expresiones sectarias religiosas del grupo del antropófago, definiendo la guerra en Siria bajo este parámetro, otorgándole plena validez a la expresión de aquel: «Estamos defendiendo a la nación islámica»; y no le mereció ningún comentario la amenaza : «Si no recibimos ayuda, si no aprueban una zona de exclusión aérea, si no nos dan armas pesadas, haremos cosas mucho peores. Aún no han visto nada». En otras palabras, habrá más afrentosas atrocidades; el corresponsal en este justo momento enmudece. Al final este perteneciente a la BBC, veladamente afirma que todo esto es una consecuencia de la guerra (como si en todas las guerras los vencedores de una batalla devoraran los cuerpos de los vencidos); cita al poeta W H Auden: «Aquellos a quienes se hace mal, responden haciendo mal», una explicación justificatoria de la atrocidad perpetrada por su entrevistado. El remate de Wood es de antología; «El descenso de Siria a un abismo de locura continúa». De otro modo, el sangriento conflicto en esta nación es de personas con insania mental por lo tanto se pueden esperar tamañas barbaridades; empero no dice nada respecto a quienes las patrocinan y dirigen a la distancia, como el flemático gobierno de Londres.

[7] Al respecto Manuel Haros Peña. Historia Natural del Canibalismo. Ediciones Nowtilus. Madrid 2008.

[8] Palabras de Dan Mitrione, célebre torturador de la USAID en Uruguay secuestrado y muerto por los Tupamaros en 1970. Manuel Hevia Cosculluela. Pasaporte 11333: Ocho Años Con la CIA. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana 1978. Pag.286

[9] Como Robert Seldon Lady, un agente estadounidense con sentencia judicial de condena en Italia por secuestro y tortura. Jean-Guy Allard. EEUU se olvida de «Mister Bob», torturador de la CIA, hoy radicado en Honduras y que reclama Italia. Rebelión. Julio 13 de 2013. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=171076.

[10] «Todd Greentree, quien trabajó en la embajada de EE.UU. en El Salvador y conocía a Steele, no se sorprendió de la forma en éste volvió a aparecer en otras zonas de conflicto. «No en vano se llamaba ‘guerra sucia’; de modo que no es ninguna sorpresa ver a individuos vinculados con ese tipo de guerra y que conocen sus pros y sus contras, reaparezcan en diferentes puntos en conflictos similares», dice. Varios autores. The Guardian. La guerra sucia desde El Salvador hasta Irak: El hombre de Washington tras los brutales escuadrones de la muerte. http://www.guardian.co.uk/world/video/2013/mar/06/james-steele-america-iraq-video . Traducción en Rebelión http://www.rebelion.org/noticia.php?id=165163.

[11] Para ver un ensayo sobre comprensivo de las conexiones en este tema actos leer a Greg Grandin. The Unholy Trinity, Dead Squads, Disapparearances, & Torture – From Latin America to Iraq. Coldtype. Writing worth reading from around the world. 2007.

[12] Uday Al Zaidi, Frente Popular para la Liberación de Iraq. «Se necesitaría todo un siglo para la recuperación de Iraq». Viento Sur. Marzo 28 de 2013. http://www.vientosur.info/spip.php?article7824.

[13] Caretto E. «Disertori USA dall’iraq, il dilema del Canada. Citado por Domenico Losurdo. El Lenguaje del Imperio. Escolar y Mayo Editores. Madrid 2008. Pag.37.

[14] «Cuando los estadounidenses tomaron Faluya, llamaron a su matanza, ‘Operación Furia Fantasma’. Yo llamaría a esto una descripción eufemística de lo que hicieron a la gente de Faluya. El establecimiento militar de EE.UU. estaba enfurecido a causa de la muerte de cuatro contratistas de elite de Blackwater, cuyos cuerpos fueron colgados de un puente. Así, lanzaron su «Furia Fantasma». La radiación invisible que los sentidos humanos no pueden descubrir, destruye cada ser vivo ello toca. El envenenamiento de una ciudad entera con radiación no es precisamente una forma de «furia fantasmal «, no sé que es». David Rotshcun. Fallujah Anatomy of an Atrocity. July 6th 2010. SilviaCatori.net. http://www.silviacattori.net/article1282.html.

[15] Michael Bernhardt. Citado por Joanna Bourque. Sed de Sangre. Historia Íntima del Combate Cuerpo a Cuerpo en las Guerras del Siglo XX. Editorial Crítica 2008. Pag.203.

[16] «Steele perfeccionó tácticas fundamentales en la misión de las Fuerzas Especiales en El Salvador durante la guerra civil brutal de ese país en la década de 1980.» Peter Maass. The Way of the Commandos. The New York Times. Mayo 1 de 2005. http://www.nytimes.com/2005/05/01/magazine/01ARMY.html?pagewanted=print&_r=0.

[17] Amnistía Internacional. La masacre de El Salvador: 30 años luchando para que se haga justicia. Diciembre 12 de 2011. http://www.amnesty.org/es/news/masacre-salvador-tres-decadas-luchando-justicia-2011-12-12.

[18] Corte Interamericana de Derechos Humanos Caso Masacres de El Mozote y lugares aledaños vs. El Salvador. Sentencia de 25 de octubre de 2012. Pag.10 ss.

[19] «Como parte de la política de apoyo a las fuerzas anticomunistas del presidente Reagan, cientos de millones de dólares en ayuda de Estados Unidos se canalizan al ejército salvadoreño, y un equipo de asesores de la 55 de Fuerzas Especiales, encabezada por varios años por Jim Steele, capacitó a batallones de primera línea los cuales fueron acusados de abusos de derechos humanos importantes.» Maass. Ibídem.

[20] «Junto con una docena de comandos, había varios asesores estadounidenses en la habitación, incluyendo James Steele, uno de los mejores expertos militares de los Estados Unidas sobre contrainsurgencia. Steele perfeccionó sus tácticas conduciendo una misión de las Fuerzas Especiales en El Salvador durante la brutal guerra civil en ese país durante la década de 1980. La presencia de Steele (en Iraq) era un signo no sólo de la función crucial de los comandos en la estrategia de contrainsurgencia estadounidense…». Maass Ibídem.

[21] Maass. Ibídem.

[22] William Blum. El Estado Agresor: La Guerra de Washington Contra el Mundo. Status Ediciones. Barcelona 2004. Pag.17.

[23] Eric Frattini. CIA Joyas de la Familia. Ediciones Martínez Roca S. A. Madrid 2008. Pág. 70,71.

[24] Frattini. Pág. 79, 82, 84.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.