La ex primera ministra paquistaní y líder de la oposición, Benazir Bhutto, murió ayer víctima de un atentado al término de un mitin electoral de su partido en Rawalpindi. Bhutto recibió dos disparos, antes de que el autor del atentado se inmolara haciendo estallar la carga explosiva que portaba y matara al menos a una […]
La ex primera ministra paquistaní y líder de la oposición, Benazir Bhutto, murió ayer víctima de un atentado al término de un mitin electoral de su partido en Rawalpindi. Bhutto recibió dos disparos, antes de que el autor del atentado se inmolara haciendo estallar la carga explosiva que portaba y matara al menos a una veintena de sus partidarios. Musharraf condenó el atentado, pero no hizo referencia a las elecciones del 8 de enero.
Los enemigos de la principal líder de la oposición en Pakistán, Benazir Bhutto, han logrado finalmente que ésta no concurra a las elecciones del próximo 8 de enero, con las que esperaba acceder al cargo de primera ministra por tercera vez y repartirse así el poder con el presidente paquistaní, Pervez Musharraf, tras el acuerdo al que llegaron hace unos meses y que posibilitó su vuelta desde el exilio.
Benazir Bhutto murió ayer como consecuencia de un atentado, el segundo sufrido tras su regreso a Pakistán el pasado mes de octubre. Su muerte tuvo lugar en el Hospital General de Rawalpindi, localidad vecina a la capital, Islamabad, a donde fue trasladada tras ser disparada por una persona que se encontraba entre sus seguidores al término de un mitin electoral.
El inspector general de la Policía de Pakistán, Syed Marwat Shah, informó de que Benazir Bhutto abandonaba el parque Liaqat, en el que había pronunciado su discurso, cuando fue tiroteada por su atacante, quien poco después hizo estallar la carga explosiva que llevaba consigo. Al menos otras veinte personas murieron y 43 resultaron heridas, según esta fuente.
Bhutto saludaba a sus seguidores asomada por el techo corredizo de su vehículo blindado cuando recibió dos disparos. Según precisó un médico que le atendió en el hospital, una de las balas entró por la parte posterior del cuello y dañó la espina dorsal -principal causa de la muerte- antes de salir por un lado de la cabeza y la segunda, por la parte posterior del hombro para salir por el pecho.
Según su consejero de seguridad, Rehman Malik, Bhutto cayó al interior del vehículo tras recibir los disparos, a los que siguió la explosión del kamikaze, presuntamente autor de los tiros.
«Estaba dentro del vehículo y salía por la puerta tras dirigirse a la multitud cuando un joven comenzó a gritar consignas en su favor», explicó Sardar Qamar Hayyat, dirigente de su partido que se encontraba a unos diez metros del lugar del atentado.
«Entonces vi a una sonriente Bhutto que asomaba por el techo del vehículo y respondía a sus gritos», añadió. En ese momento, prosiguió, «vi a un joven delgado que saltaba hacia el vehículo desde atrás y abría fuego. Momentos después, vi su coche saliendo a gran velocidad y fue entonces cuando oí una explosión y me desmayé», relató.
Lo cierto es que la explosión provocó escenas dantescas, pánico, gente asustada corriendo en todos los sentidos y esquivando cuerpos mutilados y miembros destrozados en mitad de charcos de sangre. «Todo el suelo tembló», relató Mohammed Haider, todavía en estado de shock tras el atentado.
El portavoz del Ministerio del Interior, el brigadier Javed Iqbal Cheema, explicó que la explosicón del kamikaze causó grandes daños al vehículo de Bhutto.
Fue también al paso de su vehículo cuando sufrió el primer atentado, el pasado 18 de octubre, unas horas después de aterrizar en Karachi tras ocho años y medio de exilio.
En aquella ocasión, la ex primera ministra acababa de meterse en el interior del vehículo tras haber estado en su parte superior saludando a los cientos de miles de partidarios que habían acudido a recibirla. Un total de 147 personas murieron en aquel atentado, el más grave en la historia del país, y un millar más resultaron heridas.
Tres días de luto
Tras confirmarse la muerte de Benazir Bhutto, el presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, convocó una reunión de emergencia, al término de la cual decretó tres días de luto nacional.
En un breve discurso televisado tras la reunión, Musharraf calificó la muerte de la ex primera ministra de «gran tragedia nacional» y ofreció sus condolencias a las familias de las víctimas del atentado.
«Pido a todo el país que no descanse en paz hasta que terminemos con toda esta violencia», exhortó el presidente.
Mucharraf pidió «valor» a la ciudadanía para afrontar esta situación, pero no hizo ninguna mención a si este suceso afectará a las elecciones legislativas de enero que, según indicó Sharif, «carecen de significado» tras la muerte de Bhutto.
Pero mientras Musharraf y la comunidad internacional llamaban a la calma a los paquistaníes, éstos transformaron su dolor en cólera contra el presi- dente del país. «Musharraf es un perro», gritaban al tiempo que lamentaban haber perdido a «nuestra hermana».
Una muchedumbre accedió al hospital donde falleció Bhutto y allí, mientras esperaban la salida del ataúd, algunos se arrancaban el pelo y se golpeaban el pecho para mostrar su dolor.
La líder del Partido Popular de Pakistán (PPP) será enterrada hoy en la ciudad de Larkana, en la provincia suroriental de Sindh, en el mismo cementerio donde resposan los restos de su padre, Zulfikar Ali Bhutto.
Condena unánime
Las declaraciones de condena se sucedieron nada más conocerse la muerte de Bhutto y, como no podía ser de otra manera, dirigentes internacionales alabaron su labor en favor de la democracia en Pakistán. Uno de los más afectados fue su aliado George W. Bush, presidente de EEUU, quien acusó a al-Qaeda de estar detrás del atentado. Bush propició el pacto con Musharraf que le permitió regresar del exilio, «poniendo en peligro su vida», y con el que pensaba facilitar una transición a la democracia, que estaba muy tocada por las últimas medidas de excepción del presidente paquistaní y que parece haber quedado definitivamente truncada.
Uno de los primeros países en reaccionar fue India, enemigo tradicional de Pakistán. También los países árabes e islámicos, a través de la Conferencia Islámica y la Liga Árabe se sumaron a la condena, al igual que lo hicieron el Consejo de Seguridad de la ONU y la UE. Todos coincidieron en condenar el «terrorismo» y en realizar un llamamiento a la calma ante la situación de caos que se vislum- bra tras la muerte de Bhutto.
De hecho, los analistas apuntan que las elecciones traerían estabilidad al país, justo lo contrario de lo que buscan los autores del atentado.
Además de la condena unánime, la preocupación de los inversores por la estabilidad política en Pakistán repercutió en bolsas y mercados financieros mundiales, que cayeron arrastrados por las pérdidas de Wall Street.
En el mitin que precedió a su muerte, Benazir Bhutto, acosada durante años por acusaciones de corrupción y abuso de poder, aseguró que «toda» su familia se había sacrificado por la «causa» de la democracia.
Al menos cuatro seguidores del opositor Nawaz Sharif, que preparaban el escenario de un mitin en las cercanías de Islamabad, murieron tiroteados ayer por disparos provenientes de la sede de un partido político alineado con el presidente Musharraf.
Nuevos enfrentamientos entre comunidades suníes y chiíes de las zonas fronterizas con Afganistán han dejado un saldo de 45 muertos. El Ejército aprovechó recientes combates religiosos entre dos tribus para aumentar su presencia en la zona.
La muerte en atentado de Benazir Bhutto se inscribe en el destino trágico de la familia Bhutto.
Zufilkar Ali Bhutto, primer ministro, fue depuesto en 1977 por un golpe de Estado del general Zia ul-Haq. Fundador del PPP, el padre de Benazir fue encarcelado y murió ahorcado dos años después.
Sus hijos Murtaza y Shahnawaz huyeron al exilio a Kabul y Damasco, donde fueron acusados de fundar la organización «terrorista» Al-Zufilkar.
En 1985, Shahnawaz fue hallado muerto en su apartamento en Cannes (sur del Estado francés). La familia acusó a su hermano Murtaza de estar detrás de su envenenamiento.
Ya convertida en primera ministra en 1988, Benazir obligó a Murtaza a continuar en el exilio. Reelegida para el cargo en 1993, la decisión de su hermano de presentarse a las elecciones contra el PPP volvió a sembrar la discordia en el seno de la familia, que no llegó a reconciliarse.
Murtaza fue detenido por la Policía de su hermana nada más regresar para ocupar su escaño parlamentario. El 24 de setiembre de 1996, murió tiroteado por la Policía junto a siete de sus partidarios.
Junto a la tragedia y la lucha intestina, la corrupción ha perseguido sin tregua a esta familia. .
GARA
El ex primer ministro Nawaz Sharif prometió a la población paquistaní «liderar su guerra» tras la muerte en atentado suicida de Benazir Bhutto.
Visiblemente afectado, Sharif se dirigió a la multitud que se concentró a las puertas del hospital donde fue trasladado el cadáver de la también ex primera ministra. «Os prometo que llevaré adelante vuestra guerra a partir de ahora», aseguró, para añadir que «comparto vuestro dolor y vuestra ira con toda la nación».
Horas más tarde, Sharif instó al presidente, Pervez Musharraf -el mismo que le derrocó y envió al exilio en 1999-, a dimitir «para salvar a Pakistán» y anunció que su formación boicoteará las elecciones del 8 de enero. Simultáneamente, llamó a una huelga general hoy en todo el país.
«Exijo que Musharraf abandone el poder sin demora para salvar a Pakistán», declaró en una rueda de prensa en Islamabad, en la que aseguró que el general golpista «es la fuente de todos los problemas a los que se enfrenta el país».
«Mañana (por hoy) será un día de huelga general. Todos los paquistaníes están indignados, desde el comerciante hasta el último vendedor ambulante y todo el que se sume a la huelga mostrará su solidaridad con el país», anunció.
El llamamiento de Sharif coincidió con una ola de levantamientos que se saldaron con una decena de víctimas mortales en respuesta al atentado contra Bhutto en distintas ciudades y localidades del país.
En Lahore (este), dos personas murieron en enfrentamientos y varios comercios, autobuses y turismos fueron incendiados.
Incidentes similares dejaron un saldo de dos muertos en la provincia de Sindh.
Una persona murió en enfrentamientos entre policías y seguidores de Bhutto en la localidad de Tando Allahyar. Otra murió a balazos en Jaipur.
En Peshawar (noroeste), la Policía dispersó violentamente una manifestación de protesta. Cientos de partidarios de la dirigente muerta en atentado bloquearon la arteria principal de la ciudad e incendiaron paneles electorales coreando eslóganes contra Musharraf. Una comisaría de Policía fue atacada con piedras.
Hubo manifestaciones similares en la ciudad de Multa (centro) y en Karachi, feudo político de los Bhutto.
El Gobierno de Musharraf puso ayer en estado de alerta máxima a las fuerzas de seguridad, tanto a la Policía como a las tropas paramilitares. Fuentes oficiales aseguraron que el nivel de alerta fue elevado al máximo.