Tirando a la baja, para no generar alarma pública, digamos que la planta de Fray Bentos Uruguay brinda a UPM 413 millones de dólares anuales de ganancia. De todas las plantas que UPM tiene en el mundo, la «nuestra» es la de mayor rentabilidad. Cada trabajador del resto del mundo le genera una ganancia de […]
Tirando a la baja, para no generar alarma pública, digamos que la planta de Fray Bentos Uruguay brinda a UPM 413 millones de dólares anuales de ganancia. De todas las plantas que UPM tiene en el mundo, la «nuestra» es la de mayor rentabilidad. Cada trabajador del resto del mundo le genera una ganancia de 27.400 US$ anuales, y cada trabajador en Uruguay le genera 983.000 US$ anuales. UPM contrata 533 trabajadores en nuestro país, de los cuales menos de 180 son uruguayos (porteros, guardianes, limpiadores). Las utilidades de todo el resto de sus plantas reunidas empatan con la nuestra (en el 2010: resto del mundo 499 millones; Uruguay: 524). ¿Pero cómo puede darse tamaña ganancia? se preguntará el amable lector, asombrado al igual que el articulista. En tanto UPM cierra plantas en Europa, donde existen peores condiciones para su libre desarrollo (mayores costos en insumos y mayores presiones de los ecologistas) se instala en Sudamérica, siendo recibida con los brazos abiertos ya que «generará riquezas al país». Podrá reunir cerca de la planta una buena cantidad de hs de eucaliptus (200.000 hs) abaratando el costo del transporte, por lo cual se abastecerá de su propia materia prima; pagará a los trabajadores forestales salarios mucho menores que los que pagaría en Europa; no estará obligada a utilizar las tecnologías más limpias (cuyo único problema, para UPM, radica en que son más caras) y estará exonerada de impuestos, un dato no menor, pues en Finlandia, según el balance de UPM, en el 2010 debió pagar 166 millones de euros (1).
Sin embargo, consolémonos, genera trabajo en Uruguay. Ya vimos que la planta reúne un número no mayor a 180 trabajadores uruguayos, los cuales se utilizan en las tareas peor pagas. Sin embargo, «mueve al resto de la economía». Uno se imagina que una producción de 1.100 toneladas anuales generaría un movimiento económico descacharrante. Veamos. UPM compra sus insumos químicos a una empresa, y luego le paga a otra que se encarga del mantenimiento. ¿Y qué más? Ahí se termina la lista. ¿Esas empresas abastecen a otras empresas que no sean UPM? No, dependen de UPM en un 100%. ¿Pero no generan trabajo a lo loco, con todo el eucaliptus que hay que plantar, transportar y cortar?. De eso no puede haber dudas, crecen y crecen y crecen las hectáreas forestadas. ¿Cuales son las condiciones de trabajo en las forestales? Bien ¿recuerda el lector aquellas condiciones de los trabajadores de la caña de azúcar en los 60s que llevaron a Raúl Sendic, el líder histórico del MLN Tupamaros, a viajar al norte, sindicalizar a los trabajadores y lanzar históricas marchas cañeras? Si recuerda aquello no le costará mucho imaginarse esto. El trabajador de la forestal a veces ni siquiera sabe quién lo contrata, ni tiene por qué saber dónde está trabajando. A veces no tiene a quién denunciar por incumplimiento de las normas laborales, pues no sabe dónde está, y si denunciara perdería el trabajo, y si el inspector decidiera viajar al lugar desconocido, cuando llegase, ya no encontraría a nadie, pues los trabajadores de las forestales son ejércitos de trabajo trashumantes. Son tantos los incumplimientos de las empresas forestales con sus trabajadores y tan peligroso hacer reclamos, que el sindicato de la madera se dividió entre los que consideran inútil hacer reclamos judiciales y los que consideran que hay que hacerlos. Un sindicato decide que no tiene sentido hacer reclamos laborales. Eso sucede en un país democrático, donde además gobierna la izquierda. Las empresas forestales venden al trabajador la motosierra, la nafta, el aceite. Les alquilan un sitio donde vivir y les cobran la comida, el alquiler, la luz y el agua.
Mas todo esto puede ser considerado alarmista, elucubraciones de un intelectualoide cómodamente sentado en su computadora. Veamos un testimonio de un trabajador rural aportado por Víctor Bachetta. No podemos saber el nombre del trabajador, pues el trabajo debe ser cuidado en los países democráticos: «Trabajé en Forestal Atlántico Sur como tractorista de una empresa contratista. La contratista solo duraba un año, reaparecía el año siguiente con otro nombre para no generar antigüedad laboral. Nos alojábamos en una casilla precaria, sin baño. Pasábamos tres a cuatro días en cada lugar, trabajando 13 a14 horas continuas arriba de un tractor. No me explicaron nada, el primer trabajo que tuve fue acarrear agua para mezclar con glifosato. Tenía que manejar tanques de 200 litros de glifosato, sin guantes ni ropa adecuada. Al abrir un tanque para pasarlo a otros recipientes, me rocié las manos y la campera con glifosato. Al poco tiempo me empezaron a arder las manos, pero me dijeron «no pasa nada». Tuve que meter las manos en una cañada, porque se me estaban quemando. A un muchacho le cayó una gota de glifosato en el ojo. El botiquín no tenía nada, pasó una noche poniéndose gotas de te negro. Al otro día lo llevaron a Rivera y volvió con un parche, el ojo lo recuperó. La cuadrilla de hormiguicida eran unas 10 personas jóvenes pero en malas condiciones. Llevaban el granulado en una mochila, aplicaban el producto sin guantes. Una vez estábamos en un campo grande, de 4.000 hectáreas y decidieron echar el herbicida con una avioneta. Estaba trabajando con el tractor, vi venir la avioneta y pensé que irían para otro lado, pero me rociaron encima de la cabeza. Mis compañeros y el capataz decían que no pasaba nada. Me fui. Me pagaban $ 50 la hora, haciendo 14 horas ganaba entre 600 y 700 pesos. En tres meses no llegó ningún inspector ni tuvimos información sobre los riesgos con los herbicidas»(2).
Pero, aunque no generen mayor riqueza al país, aunque perjudiquen a otros productores rurales absorbiéndoles el agua, aunque no nos dejen impuestos, al menos, consolémonos, utilizan «la mejor tecnología disponible» para no contaminar el río. Esto es un alivio, pues no sólo los representantes de la empresa que recauda, y se lleva, 413 millones de US$ anuales nos lo dice, sino que lo afirman destacados representantes de todos los partidos políticos que han asumido la defensa de UPM cual si se tratara de la defensa de la gesta de Maracaná. Lo cierto es que unos y otros se equivocan. Todos sabemos que el cloro blanquea y los que deben blanquear la pasta de celulosa también lo saben. Usaban cloro a granel, pero las disposiciones ambientales de la Unión Europea prohibieron el blanqueo por medio de cloro elemental y aceptaron la tecnología ECF (libre de cloro elemental) que usa un compuesto del cloro, el dióxido de cloro. El «Manual de prevención y abatimiento de la contaminación» del Banco Mundial dice: «Sólo los procesos ECF son aceptables y, desde una perspectiva ambiental, los TCF son preferidos». Así que la tecnología ECF que utiliza UPM en Uruguay es aceptable para el Banco Mundial, pero dicho Banco Mundial recomienda, desde una perspectiva ambiental, la tecnología TCF. ¿Pero qué es el TCF? Significa «totalmente libre de cloro». ¿Pero esa tecnología existe? Si, precisamente Finlandia se precia de haber construido la primer planta con TCF. ¿Por qué no la usan acá? Pues porque es más cara, y de algún lado hay que ahorrar si uno pretende ganar 413 millones de US$ anuales (3).
Pero tranquilicémonos: UPM larga efluentes al río por debajo de los estándares establecidos. Pocas veces superó el estándar. El problema es quién establece el estándar y en función de qué criterios, pues si yo establezco como estándar que por arriba de los 50 centímetros todo hombre adulto debe ser considerado alto, los pigmeos pasan a ser unos gigantes. ¿Quién establece uno de los estándares, el más confiable? La Dirección Nacional de Medio Ambiente, la misma DINAMA que no tiene experiencia en pasteras, y que fue asesorada para la tarea por los finlandeses, y en todo caso, la misma DINAMA que acaba de reconocer presiones del público, de privados y del gobierno. El río Uruguay ya tiene, antes de la llegada de UPM, suficiente fósforo en el río, muy por encima del estándar de la propia DINAMA. ¿Pero si los cálculos daban que estaba todo bien? Sí, arrojan el fósforo que le permiten arrojar, el problema es cuánto se le permite arrojar a un río ya contaminado, donde viene desapareciendo una especie animal tras otra. ¿Pero no tiran menos que el río Gualeguaychú?. No lo dudo, e inclusive deben tirar menos que el Océano Pacífico, sin embargo tiran casi tanto fósforo como toda la ciudad de Fray Bentos.
Afortunadamente quedan 16 años para disfrutar de las bendiciones de la celulosa. Esos 16 años, sin considerar la ampliación de 100.000 toneladas, y sin contar la segunda planta que instalarán bajo el gobierno que sea, les reportarán a UPM un mínimo de 6.608 millones de US$. A cambio recibiremos kilómetros de tierras erosionadas, toneladas de herbicidas e insecticidas arrojados al suelo, y una merma en la calidad de nuestras aguas, que además, tendremos mucho menos. Hace pocos días se conmemoraron 521 años del descubrimiento de América. En el 2029, gracias a dios, tendremos muchos más motivos para seguir conmemorando que nos descubrieron.
Notas:
(1) ¿ Aporte de recursos o saqueo? El ejemplo de Botnia / UPM Gustavo Melazzi – William Yohai (https://docs.google.com/
(2) Uruguay: empleos y producciones antes y después de la forestación. Victor Bachetta. (http://www.guayubira.org.uy/
(3) Aquí tenemos el «Monitoreo independiente de desempeño» encargado por la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial y realizado por EcoMetrix, que analiza el desempeño de Botnia (hoy UPM). No olvide el lector que entre los clientes habituales de EcoMetrix debemos contar a UPM, Aratirí, etc, etc. (http://www.upm.com/uy/planta/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.