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La península de Corea: el futuro de un nexo geopolítico

Fuentes: La Jornada

Corea ha retornado al escenario mundial como un crucial nexo geopolítico en la década venidera. Esto afectará de formas importantes el futuro de China, Japón, Estados Unidos y tal vez Rusia. No obstante, lo paradójico es que su futuro depende primordialmente de sí misma. Corea es uno de esos raros especímenes; un país con una […]

Corea ha retornado al escenario mundial como un crucial nexo geopolítico en la década venidera. Esto afectará de formas importantes el futuro de China, Japón, Estados Unidos y tal vez Rusia. No obstante, lo paradójico es que su futuro depende primordialmente de sí misma.

Corea es uno de esos raros especímenes; un país con una muy larga historia como entidad política y cultural, con grados variables de unidad como un solo reino. En los tiempos modernos, fue un Estado independiente hasta que Japón la tornó protectorado en 1905 y luego la anexó en 1910. La derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial terminó su dominación de Corea. En los últimos días de la guerra, las tropas estadunidenses y soviéticas entraron en Corea y se reunieron en el Paralelo 38. Comenzaron a existir dos estados: la República Popular Democrática de Corea (RPDC o Corea del Norte) y la República de Corea (Corea del Sur).

En 1950, las dos Coreas se enfrentaron en una guerra. Cómo empezó la guerra sigue siendo hasta hoy motivo de fiera controversia. Estados Unidos, aprovechando la ausencia de la Unión Soviética en el Consejo de Seguridad, pudo movilizar a Naciones Unidas para que ayudara militarmente a Corea del Sur. Llegaron tropas de 16 países cobijados bajo el paraguas de Naciones Unidas, aunque 80 por ciento del total lo constituyeron tropas estadunidenses. Poco después, las tropas chinas entraron en Corea del Norte en respaldo de ésta contra las tropas de Estados Unidos/Naciones Unidas. Así, la Guerra de Corea se convirtió, además, y eso es lo más importante, en una guerra chino-estadunidense.

Para 1953, la guerra estaba en un estado de estancamiento y los bandos opuestos firmaron un armisticio en un punto casi igual al Paralelo 38. En resumen, la guerra terminó en empate. Técnicamente, la guerra nunca ha terminado. No hay tratado de paz, pero tampoco hay guerra, aunque se mantiene una gran hostilidad y hay escaramuzas de tiempo en tiempo.

En 1957, Estados Unidos renunció a una cláusula del acuerdo de armisticio e introdujo armas nucleares en Corea de Sur, pasando por encima de las protestas de Corea del Norte.

En 2003, en la ola del colapso de la Unión Soviética, Corea del Norte se retiró del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares y emprendió pláticas bilaterales con Estados Unidos buscando un tratado de no agresión. Estados Unidos se negó al diálogo bilateral, pero propuso pláticas de seis parte que incluirían a Corea del Sur, Japón, China y Rusia. En 2006, Corea del Norte anunció una prueba nuclear, y en 2009 reportó que había producido un arma nuclear. En los días que corren algunos intelectuales sudcoreanos designan la situación con un término inventado: peacelessness. Dicen que la Península de Corea está en una situación sin-paz.

El objetivo estadunidense de lograr que Corea del Norte repudie las armas nucleares no se ha conseguido. Por otra parte, la RPDC ha sufrido por mucho tiempo una aguda escasez de alimentos, que en parte es posible explicar por la insistencia del régimen en darle primacía a sus gastos militares.

El nacionalismo coreano es fuerte en extremo, y tanto el Norte como el Sur alegan buscar la reunificación. Pero, ¿en qué términos? El nivel de sospechas mutuas es alto. Y la actitud de Corea del Sur hacia esta perspectiva divide profundamente a los sudcoreanos.

En 1961, Park Chung-hee encabezó un golpe de Estado y gobernó como dictador hasta 1979, año en que fue asesinado. Park creía que la reunificación era posible y deseable, sólo si implicaba el derrocamiento del régimen de Corea del Norte. En 1980, los estudiantes encabezaron un levantamiento crítico a Estados Unidos y que llamaba a la democratización del régimen. Fue brutalmente suprimido.

Después, las fuerzas conservadoras dominaron la política sudcoreana hasta que un partido de centro-izquierda, encabezado por el disidente de mucho tiempo Kim Dae-jung, ganó las elecciones en 1997. Inauguró la llamada Sunshine Policy [políticas soleadas]. El nombre se refiere a una fábula de Esopo, que ilustra que es más fácil que alguien se quite el saco si brilla el sol que si el viento sopla. Las políticas se centraban en buscar formas concretas de cooperación con Corea del Norte y repudiar todo intento de absorberla. Ganó el Premio Nobel de la Paz en 2000 por esta política, que fue continuada por su sucesor, Roh Moo-hyun, presidente en el periodo 2003-2008.

En 2008, los conservadores ganaron de nuevo la presidencia, en parte debido a que la apertura hacia la RPDC no resultó ser demasiado exitosa y en parte por los escándalos que afectaron al gobierno de Roh. De manera vociferante, el nuevo presidente, Lee Myung-bak, repudió las políticas soleadas y afirmó una política hostil más fuerte que aquella de Estados Unidos.

Parece claro que hoy ni China ni Estados Unidos o Japón o aun Rusia favorecen realmente la reunificación coreana. Todos ellos prefieren el status quo. Sin embargo, en este preciso momento, las fuerzas que favorecen la reunificación en la próxima década parecen repentinamente más fuertes.

Hay dos factores en esta nueva situación. Una son las elecciones que se avecinan en Corea del Sur. Los conservadores han puesto al frente a la hija de Park Chung-hee, Park Geun-hye, que insiste en la justificación total del régimen de su padre.

En la actualidad, las fuerzas de centro-izquierda están divididas entre dos candidatos. Moon Jae-in es el del partido de centro-izquierda y está en favor de renovar la apertura hacia la RPDC. Hay también un candidato independiente, Ahn Cheol-soo, que se presenta a sí mismo como antipolítico, y apela a quienes están descontentos con ambos partidos. Sin embargo, su programa real es virtualmente idéntico al de Moon Jae-in.

Las encuestas muestran que si los dos candidatos de centro-izquierda se mantienen en la carrera, ganará con toda seguridad el aspirante conservador. Las encuestas muestran también que si uno de los dos se retira en favor del otro, probablemente ganarán las fuerzas de centro-izquierda. La probabilidad de que alguno se retire es alta. La cuestión es quién lo hará en favor de quién.

Si las fuerzas de centro-izquierda ganan, ¿cuál será la respuesta en Corea del Norte? Nadie lo sabe. Pero todos han notado que los movimientos iniciales del nuevo líder, Kim Jom-un, parecen ser bastante diferentes de la política de su padre, Kim Jong-il. Él parece más preocupado por proporcionar un ingreso más real para el norcoreano ordinario y estar más abierto a los cambios. Podría dar la bienvenida a un poco de sol que proviniera del Sur.

Si entonces gana la centro-izquierda en el Sur, y el nuevo líder del Norte está de hecho más abierto a los rayos de sol, el mundo podría ver en la próxima década una suerte de confederación del Norte y el Sur, ignorando los reales temores de China y Estados Unidos.

Una Corea reunificada tendrá un impacto importante en la geopolítica del noreste asiático, y de hecho en la geopolítica mundial. Posiblemente mediará entre Japón y China y posibilitará la existencia de una estructura de tres estados. Puede tener por resultado que Corea del Sur, Japón y Taiwán, los tres, se vuelvan potencias nucleares.

Más aún, una Corea unificada se vinculará con el reposicionamiento de Egipto y con la posición geopolítica de Brasil -que es más fuerte que nunca- para establecer la redistribución del poder geopolítico a escala mundial. Y déjenme repetirlo, esto yace en manos de los coreanos mismos.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2012/10/13/index.php?section=mundo&article=020a1mun

Traducción: Ramón Vera Herrera