El terremoto que sacudió a Haití en enero y el actual brote mortal de cólera no hacen más que agravar una crisis humanitaria que tiene años y que no se resolverá con los comicios de este domingo 28. Los afiches cubren casi todas las superficies imaginables, incluso tumbas en los cementerios. Camiones con altoparlantes recorren […]
El terremoto que sacudió a Haití en enero y el actual brote mortal de cólera no hacen más que agravar una crisis humanitaria que tiene años y que no se resolverá con los comicios de este domingo 28. Los afiches cubren casi todas las superficies imaginables, incluso tumbas en los cementerios. Camiones con altoparlantes recorren la ciudad con los jingles publicitarios a todo volumen. Pero el ánimo de la ciudadanía no acompaña la ocasión.
Más de 1.500 personas murieron a causa del cólera en todo el país. Hay organizaciones que promueven un boicot y la familia Lavalas quedó fuera de los comicios, generando sentimientos encontrados sobre lo que pueda ocurrir el domingo.
«La gente que dice que las elecciones cambiarán a Haití son demagogos que quieren poner su mano en el aparato estatal», señaló el pescador y agricultor Jean Robert Chadichon, del poblado de Chomèy, en la costa meridional de Haití.
«La situación no ha cambiado desde 1804. Un presidente siguió a otro y un golpe de Estado a otro», se lamentó.
Los haitianos participan en uno u otro tipo de elecciones desde hace 200 años, pero sólo tras el fin de la era Duvalier, en 1986, hubo comicios «libres» y decenas de candidatos a presidente, al parlamento, a las alcaldías y a las comunas.
Haití es una «democracia con la consiguiente rotación política y pluralismo ideológico», reza el preámbulo de la Constitución de 1987. Los ciudadanos tienen el deber de «votar en elecciones sin restricciones», pues es la forma de participan en la vida política de su país.
Pero en Haití, al igual que en otros países, parece haber una confusión entre «elecciones» y «democracia», y «desarrollo» y bienestar económico y/o social.
La verdulera Leanne Dorvin dijo que iría a votar porque «las elecciones son buenas» y «necesitamos a alguien que ayude a la gente que sigue en la calle y que tiene tantas necesidades».
Pero al preguntarle por el gobierno que asumió hace cinco años, Dorvin lanza una diatriba de faltantes, caminos, escuelas y otros centros de enseñanza en su región.
«El Estado nos olvidó. No sabemos qué hacen. Nos pasan por alto. No participamos en nada. La gente vive en tiendas de campaña y se muere. Pero ellos no lo ven», señaló.
Mucha gente tiene las mismas contradicciones que Dorvin y piensa que las elecciones son una forma de participar y de conseguir justicia, servicios sociales y alivio a la miseria y a las calamidades de la vida cotidiana. Pero hasta ahora no cambia nada.
El presidente René Préval hizo una declaración en ese sentido en la primavera boreal: «si cuando termine mi mandato, no hay un presidente elegido de forma legítima, un parlamento con una cámara baja y un Senado, y si no hay elecciones habrá mucha desconfianza y no habrá desarrollo».
Préval tiene razón en el aspecto formal. El mandato de muchos legisladores ya expiró y el suyo vence el 7 de febrero de 2011. Desde el punto de vista legal, las elecciones de este domingo 28 son necesarias.
Además, los donantes y los prestamistas, que reunieron 10.000 millones para la «reconstrucción» del país, no aceptarían de buena gana la falta de comicios.
La comunidad internacional comenzó a demandar elecciones pocas semanas después del terremoto del 12 de enero que dejó a 230.000 personas muertas, 1,3 millones sin hogar, la capital destruida y el país impactado por la magnitud del desastre.
Los comisiones son «un paso significativo para consolidar la democracia y restablecer el Estado», señaló Edmond Mulet, representante especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Haití.
El ex secretario de la Comunidad del Caribe, Colin Granderson, llegó a Haití en el verano boreal al frente de una Comisión de Observación de las Elecciones de la Caricom y la Organización de Estados Americanos (OEA), que se asegurará que sean confiables.
Granderson pasó buena parte de los años 90 trabajando para una misión de derechos humanos de la ONU y la OEA.
Los comicios de 2010 son «importantes», dijo Granderson a Haiti Grassroots Watch y, al igual que Préval, subrayó la necesidad de que haya un presidente y un parlamento «legítimos» para asegurar la «reconstrucción» del país.
Granderson, Mulet y Préval tienen razón desde el punto de vista jurídico, pero no consideran que el país padece una severa crisis económica y humanitaria desde mucho antes del 12 de enero.
Además, ahora el país se encuentra sumido en una crisis institucional que no necesariamente se resolverá con las elecciones.
El parlamento aprobó en enero una Ley de Emergencia especial que dio un gran poder a la Comisión Interina de Recuperación de Haití, un órgano controlado por el ex presidente estadounidense Bill Clinton (1993-2001) y donantes extranjeros.
La norma otorga a la Comisión la potestad de «llevar adelante el Plan de Desarrollo para Haití», hasta por lo menos agosto de 2011.
«Cómo pueden haber elecciones libres y justas con un estado de emergencia», preguntó el profesor Robert Fatton, de la Universidad de Virginia, durante una conferencia de la Asociación de Estudios Haitianos, dictada en la estadounidense Universidad de Brown.
La incidencia de la Comisión y la multiplicidad de agencias, consultores y donantes extranjeros hace que Haití sufra una «pérdida virtual de soberanía», apuntó.
«No está claro cómo funcionará un parlamento elegido en las urnas en un ambiente dominado por la Comisión Internacional», concluyó Fatton.
Las personas que están dentro del sistema, funcionarios o miembros del partido gobernante Inite, propietarios de canales de televisión que aprovechan el gasto sin precedentes de la campaña, creen, o parecen creer, que las elecciones de este año son la panacea.
«Necesitamos personas que hagan un buen gobierno, un buen parlamento y buenas organizaciones no gubernamentales que trabajen con nosotros para que podamos sacar a esta gente de las tiendas de campaña y estudiar cómo se luchará contra la epidemia de cólera que mata a mucha gente», señaló Nicolas Jean-Louis, miembro de Inite. Pero la maestra preescolar Marie Thèrese Belizaire, del distrito electoral de Jean-Louis, discrepa con él.
«Siempre son los mismos viejos que están en el poder», señaló Belizaire, quien además integra la Organización de Mujeres de Chomèy. «Hace tiempo que votamos, pero no vemos los cambios», añadió.
Nota:
Para leer la serie completa y ver el vídeo haga clic en la página de Haiti Grassroots Watch (http://www.