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Decenas de miles de personas salen a las calles para pedir cambios

La renuncia de Saleh a la reelección no detiene las protestas en Yemen

Fuentes: Diagonal

El régimen yemení se tambalea. Miles de personas piden democracia, mientras que el presidente Saleh pospone las elecciones a 2013.

Ya son decenas las víctimas mortales a consecuencia de la represión policial en Yemen desde que el 27 de enero los yemeníes salieran a las calles a manifestarse contra el régimen de Ali Abdallah Saleh. En las protestas han participado decenas de miles de personas, no sólo en Sanaa, también en Adén y en las principales ciudades del país.

Sólo unos días después del comienzo de las revueltas, el 2 de febrero, Saleh anunció que no se presentaría a su reelección, y descartaba la transmisión del poder a su hijo. Sin embargo, las elecciones de 2013 quedan demasiado distantes para unos ciudadanos que ya han visto caer otros regímenes en pocos días.

El 19 de febrero el Foro Común, formado por una alianza de partidos en la oposición parlamentaria (integrada principalmente por los islamistas de Al Islah y el partido socialista) instaron a sus seguidores a sumarse a las protestas iniciadas por los estudiantes. Pocos días más tarde, varios diputados del gobernante Congreso General del Pueblo dimitieron como protesta por la represión. Mientras, líderes religiosos sunnitas y chiítas prohibían en un comunicado la violencia contra manifestantes y miembros de las fuerzas de seguridad.

Un país lejano y desconocido

Con más de 23 millones de habitantes (según datos del Banco Mundial de 2009), una renta per cápita de 1.157 dólares y el 35% de su población por debajo del umbral de pobreza (según datos de 2008), Yemen, lejano y desconocido para la gran mayoría, aún no ha ocupado portadas en la crónica de las revoluciones árabes.

Estabilidad, leit motiv de la política occidental en medio oriente, es lo que se invoca en Yemen: la única República entre las monarquías del golfo, el Estado más joven, y el que menos petróleo tiene en comparación con sus vecinos, con unas reservas que, según se calcula, se agotarán en 10 años. Signos de debilidad preocupantes cuando frente a su costa circula gran parte del petróleo que nutre Occidente.

El Norte, con Sanaa como capital, perteneció al imperio otomano hasta 1935 y el Sur, con capital en Adén, fue colonia británica hasta su independencia en 1967, cuando se convirtió en la República Democrática Popular de Yemen. La unificación con el Norte tradicionalista no fue fácil. Ya en 1994, tras el fin de un primer Gobierno de unidad, el ex presidente del Sur, Haïdar Abou, declaró la secesión sudista en protesta por lo que entendía como una marginación del poder. Siguieron tres meses de guerra y la toma de Adén por parte de las fuerzas de Saleh. El conflicto dejó miles de muertos. Saleh se convirtió en el presidente de todo Yemen cuando Norte y Sur se unificaron en 1990, y durante 32 años ha dirigido el país más pobre entre los países árabes. Antes de que estallasen las revueltas en la región, el mandatario dudaba entre transmitir el poder a su hijo Ahmad Ali Saleh, al frente de las fuerzas especiales y de la guardia republicana.

El Yemen reunificado cometió un error de cálculo que Saleh no volvería a repetir: en 1991 se puso del lado de otra república árabe: Iraq, ganándose la enemistad de las poderosas monarquías que rodeaban el país. Un millón de emigrantes yemeníes fueron expulsados de Arabia Saudí. De este modo, el país perdió las remesas con las que los emigrados cubrían una buena parte de su PIB, además el retorno de los expatriados alimentó las cifras del paro y el malestar social. Los ingresos por el petróleo bajaron con la caída del precio del crudo, y la agricultura se vio limitada por unas reservas de agua que amenazan con agotarse. Ante semejante quiebra económica, apareció el FMI con sus recetas de austeridad.

Saleh entendió que, si quería seguir en el poder, le convenía cambiar de estrategia. Hoy es un socio leal de Occidente, hasta el punto de adjudicarse los ‘daños colaterales’ causados por los estadounidenses. En diciembre de 2009, 62 civiles murieron en un ataque contra presuntos terroristas en la región de Abyan. Como confirmaron los cables filtrados por Wikileaks un año después, fueron aviones estadounidenses los que perpetraron realmente el bombardeo, sin embargo, para el régimen de Saleh era más fácil alegar que había bombardeado a su propio pueblo que admitir la presencia militar de EE UU en su propio territorio. Es comprensible el nivel de incertidumbre que generaría la salida de Saleh para la superpotencia norteamericana.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/La-renuncia-de-Saleh-a-la.html