La configuración de un nuevo orden mundial que ponga fin al orden unipolar que representa el dominio y hegemonía de Estados Unidos, en la forma de imperio norteamericano, pasa por el asentamiento de una nueva situación multipolar. Para poder llevar a cabo dicha transformación es imprescindible que las llamadas potencias emergentes acaben por consolidar sus […]
La configuración de un nuevo orden mundial que ponga fin al orden unipolar que representa el dominio y hegemonía de Estados Unidos, en la forma de imperio norteamericano, pasa por el asentamiento de una nueva situación multipolar. Para poder llevar a cabo dicha transformación es imprescindible que las llamadas potencias emergentes acaben por consolidar sus posiciones. Una de las candidatas a alcanzar el club de los estados emergentes es India, y muchos analistas señalan sus grandes posibilidades tecnológicas, demográficas y económicas para poder dar ese salto.
Sin embargo la situación interna de ese gigante asiático guarda en su seno todo un sin fin de conflictos y rupturas sociales que pueden convertirse en un serio obstáculo a la hora de alcanzar esa privilegiada posición. Probablemente, además de sortear las dificultades internas deberá en un primer momento competir con el dragón chino para alcanzar una posición cunado menos privilegiada dentro del propio continente asiático.
Y es en esta peculiar lucha o competencia donde las posiciones asimétricas de ambos estados juegan a favor de China.
La fragilidad política y social que vive India se ha acrecentado en los últimos meses. El gobierno indio depende en buena medida del apoyo parlamentario que le ofrece el Frente de Izquierda (FI), representante de la izquierda parlamentaria del país. El complejo balance de intereses entre esos actores está soportando últimamente importantes tensiones y choques. La política gubernamental apoyando la inversión extranjera en sectores financieros indios, la privatización de empresas estatales, el acercamiento a Washington en política exterior (acuerdo nuclear y apoyo contra Irán) han sido el desencadenante de las importantes movilizaciones que han impulsado las organizaciones del FI.
En septiembre pasado una huelga general sirvió para mostrar el rechazo popular a al apolítica económica del gobierno, en noviembre las manifestaciones organizadas por todo el país fueron la expresión de rechazo contra las maniobras militares conjuntas indio-norteamericanas, así como demandando un posicionamiento a favor de Irán frente a las posturas de EEUU. Las diferencias han traído consigo la ruptura de un acuerdo entre la formación gubernamental y la izquierda en la cámara baja del parlamento, y con las elecciones de mayo en Kerala y Bengal Oeste se puede todavía acrecentar más la división.
Insurgencia
Si la situación política y social está bastante revuelta, los movimientos insurgentes que operan en casi todo el país echan más leña al fuego. Jammu & Kashmir, los estados del noreste del país, la insurrección maoísta y más recientemente el auge de determinadas corrientes islamistas radicalizadas son buena prueba de ello.
Estos días, la mayoría de grupos armados cachemires han rechazado la oferta del Primer Ministro indio, Manmoham Singh, para iniciar una ronda de contactos de cara a establecer posteriormente unas negociaciones. La desconfianza hacia el gobierno indio ha sido el eje central de este rechazo. Los movimientos independentistas cachemires creen que todavía son necesarios algunos pasos por parte de India para demostrar la voluntad negociadora de ésta.
El noreste del país también es un hervidero de movimientos nacionales, étnicos y tribales. La importancia geoestratégica de Assam y de la zona colindante hace que el gobierno central se haya negado siempre a aceptar cualquier demanda del movimiento independentista.
Desde los años cincuenta esta parte del estado indio es el teatro de continuas insurrecciones armadas de carácter nacionalista y progresista. Nagaland, Assam, Manipur o Tripura son el centro de violentos enfrentamientos. Hace algunos años, el gobierno central parecía haber encarrilado relativamente la situación, gracias a una política de negociaciones con los grupos armados, sin embargo más recientemente se ha incrementado la actividad armada y rebelde en toda la región. A finales del 2004 se calculaba que podían estar operando más de treinta grupos guerrilleros contra el proyecto unitario del gobierno de Nueva Delhi.
Maoístas
La guerrilla amatista es también uno de los factores internos que pueden imposibilitar la tan ansiada estabilidad india. Históricamente India ha albergado varias organizaciones caracterizadas como «maoístas», pero la unión de dos de ellas en septiembre del 2004, para conformar el llamado partido Comunista de India (Maoísta) ha sido el punto de inflexión para el importante desarrollo de este movimiento. En esta misma línea también es importante el importante peso que está ganado el movimiento maoísta en el vecino Nepal, ya que buena parte de su estrategia está sirviendo como espejo y motor para las organizaciones indias.
Una de las acciones más importantes fue el ataque del pasado mes de noviembre contra una prisión estatal. En esta acción los maoístas, más de mil entre militantes amados y simpatizantes de las «Milicias Populares», lograron liberar a más de trescientos prisiones, acabaron con la vida de algunos miembros de los grupos paramilitares de los terratenientes, se aprovisionaron de armas, y sobre todo, lanzaron una señal al gobierno y al país mostrando su capacidad para realizar operaciones de esta envergadura. El pasado año se han contabilizado más de dos mil ataques y cerca de novecientos muertos, superando las cifras que se producen en el conflicto de Jammu& Kashmir.
El movimiento maoísta está presente en 156 distritos de 13 estados, y la expansión de su influencia se está extendiendo a otros estados, buena parte de las zonas boscosas de India son la base más firme del maoísmo, desde donde se está afianzando y espera continuar su avance sobre otras partes del país. El eje central lo formaría en torno a la Zona Estratégica Compacta, que se extiende desde Nepal, a través de Bihar, hasta el sur en Andhra Padres. Concentrándose en las áreas rurales está llevando la actividad a ciudades y zonas semi urbanas, siguiendo el principio maoísta de «rodear las ciudades desde el campo».
Pulso asiático
Otro de los aspectos centrales en la estrategia india es su relación con China. Ambos gigantes asiáticos son conscientes de su dependencia energética hacia terceros países, de ahí que en ocasiones estén inmersos en una carrera por hacerse con esos recursos antes que el otro. De momento y a pesar de algunas lecturas excesivamente positivas en torno a la capacidad india, lo cierto es que Beijing se estaría imponiendo en esa pelea. Hace tiempo que la competencia parece haberse impuesto a la cooperación entre ambos países.
La fractura política y social que soporta India le resta capacidad en ámbitos económicos y militares, lo que favorece a los intereses chinos. De ahí que últimamente los movimientos del gobierno chino presionen más todavía el deseo de desarrollo indio. Así se interpreta el «cerco chino» con acuerdos con Pakistán, Nepal, Bangladesh, que extiende la sombra china sobre el sur de Asia, posibilitando el acceso a recursos energéticos y abrir mercados a productos chinos. También está la o posición china a que India tenga puesto permanente en el consejo de seguridad de UN.
El aumento de los precios, el deterioro de las condiciones de vida de las clases más desfavorecidas, la cada vez peor situación de los agricultores (cerca del sesenta por ciento del empleo indio) son obstáculos adicionales al crecimiento del país. Si a ello le añadimos la importante dependencia energética y el auge de los precios del petróleo, vemos que a India le quedan muchas grietas por componer para poder desarrollar su proyecto y presentar su candidatura a potencia de un nuevo orden mundial.