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Libia coloca a China en el centro de la atención mundial

Fuentes: Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Launcelot Gobbo dijo a su anciano padre en un momento conmovedor de la obra El mercader de Venecia de Shakespeare: «La verdad saldrá a la luz, el crimen no se puede ocultar durante mucho tiempo». Pero la tragedia de la vida es que a menudo, para cuando «la verdad salga a la luz», Gobbo habrá llegado a estar medio ciego y ya no podrá ver a su hijo.

Para los cientos de miles de iraquíes que perecieron desde 2003, no es consuelo alguno que la «verdad haya salido a la luz»: que la guerra fue ilegítima, creada por la codicia y la arrogancia imperial. Por eso, es importante que la intervención en Libia propuesta por EE.UU. no se convierta en otra estadía más de asesinatos en otro país desconocido.

Un informe en el Sunday Times de Londres de que una unidad de fuerzas especiales británicos fue capturada en el este de Libia subraya que la «verdad» vuelve a escasear una vez más. Cualquiera que siga los eventos en Libia sabrá que el control de Muamar el Gaddafi sobre las provincias orientales de su país, en especial Bengasi, es débil en el mejor de los casos. Libia es un complejo mosaico tribal y los servicios de inteligencia occidentales aprovecharon el talón de Aquiles de Gaddafi.

La guerra es la única opción 

El secretario de defensa británico Liam Fox escribió recientemente un artículo en el Sunday Telegraph de Londres en el que argumenta que el impacto del levantamiento en Medio Oriente será trascendental y resonará durante muchos años, suscitando así la pregunta de cómo las fuerzas británicas reaccionarían ante situaciones de crisis. Fox prometió que fortalecería las fuerzas especiales de Gran Bretaña como respuesta a la revuelta árabe. He aquí algunos pasajes de su artículo:

«Los acontecimientos de los últimos días pueden producir un choque estratégico y cambiarán la manera cómo vemos el mundo. La velocidad de los eventos en el norte de África ha mostrado con qué rapidez pueden cambiar las circunstancias y con qué rapidez el Reino Unido puede ser involucrado. Una isla como Gran Bretaña, con tantos intereses en tantas partes del mundo […] se ve inevitablemente afectada por la estabilidad global […]. Si fuera necesario, podríamos poner en marcha una fuerza de 30.000, incluidos recursos marítimos y aéreos, para una intervención especial. Aunque no puedo entrar en detalles, nuestras Fuerzas Especiales, respetadas internacionalmente y probadas en la batalla recibirán capacidades significativamente realzadas».

Evidentemente, la «opción de la intervención» impulsa a la implacable fuerza anglo-estadounidense. Un poco más atrás, es seguida por Francia para no perder los «dividendos de la paz» que vienen después de la intervención: el petróleo libio. La analogía con la guerra de Iraq es impresionante, con la excepción de que las cosas avanzan muy rápido.

Los senadores John McCain y Joseph Lieberman de EE.UU. bosquejaron enérgicamente el anteproyecto para el presidente Barack Obama inmediatamente después de volver a Washington después de sus consultas en Tel Aviv. Instaron a Obama a que emprendiera una acción más dura contra Gaddafi. Lieberman exigió: «El hecho es que ahora es el momento para actuar, no para hacer declaraciones».

McCain aclaró pasos específicos: «Los pilotos libios no podrán volar si hay una zona de exclusión aérea y podríamos utilizar recursos aéreos para asegurar que así sea. Hay que reconocer a algún gobierno provisional que la parte oriental de Libia trate de establecer, ayudarles con ayuda material, asegurar que cada uno de los mercenarios sepa que […] se verá frente a un tribunal de crímenes de guerra. Hay que ponerse duro».

En esto, Obama se puso «duro». El principal corresponsal militar de Politics Daily, David Wood, informó desde Fort Bragg, Carolina del Norte, hace cuatro días:

«Con órdenes de la Casa Blanca de prepararse para «todas las opciones», planificadores militares en todos los servicios armados se apuran, desde el XVIII Cuerpo Aerotransportado y la 82ª División Aerotransportada, con su base aquí, al Comando Central de EE.UU. y el Comando de Operaciones Especiales de EE.UU. en Tampa, Florida, hasta la célula de operaciones futuras de la 26ª Unidad Expedicionaria de los Marines, embarcada en el USS Kearsarge, un ambicioso transporte anfibio de ataque dirigido hacia Libia desde el Mar Rojo […]. Ninguno de los planificadores estadounidenses involucrados está dispuesto a hablar oficialmente.

«En privado, sin embargo, los planificadores, estrategas y analistas describen una gama de misiones potenciales desde la imposición de zonas de «no vuelo» y de «no movimiento» […] al lanzamiento de operaciones humanitarias y de ayuda limitadas y de corta duración. Y como los planificadores de operaciones deben considerar situaciones en el peor de los casos, algunos también consideran una intervención armada en mayor escala».

Agence France-Presse informó desde Atenas el viernes que el USS Kearsarge y otro barco de guerra, el USS Ponce, ya habían anclado en la base naval de EE.UU. en la isla griega de Creta y que el grupo anfibio preparado incluye a 800 marines y a una flota de helicópteros. El portaaviones estadounidense USS Enterprise (con cazabombarderos que podrían imponer una zona de no-vuelo) también está disponible para la crisis en Libia.

¿Definición de un momento histórico? 

En breve, el intento de Washington de mostrar que sus planes para Libia vienen influidos por los eventos no tiene sentido. Evidentemente, EE.UU. está definiendo un momento histórico: si los intereses económicos vitales del mundo occidental son amenazados, sólo EE.UU. puede rescatarlos, incluso si el teatro se encuentra en la vecindad inmediata de Europa.

A diferencia del caso de la guerra de Iraq, Europa respalda sólidamente a EE.UU. No hay voces disonantes, como la de Jacques Chirac de Francia o la de Gerhard Schroeder de Alemania, que no tomen en serio la inminente intervención estadounidense. Intereses económicos y empresariales vitales de Europa están en juego en Libia.

Pero las velas de Obama también son impulsadas desde otros dos lugares. Primero, la actitud «cooperativa» de Rusia. Rusia no se opone a los planes de EE.UU., lo que le facilita las cosas a Obama en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y le evita el estigma del «unilateralismo». Los diplomáticos rusos se esforzaron por lograr que la resolución unánime sobre Libia fuera aprobada en Nueva York, lo que fue una contribución importante para la diplomacia estadounidense.

Evidentemente, el «reajuste» de Obama con Moscú está teniendo efecto. Obama ha consentido exitosamente a los caprichos rusos de ser tratados como una «potencia igual». Ahora, incluso podría haber más trueques entre EE.UU. y Rusia en los próximos meses después de la crisis de Medio Oriente. Los iraníes ya expresan su inquietud de que Moscú esté nuevamente jugando a los escondites sobre el inicio de la planta de energía nuclear de Bushehr.

En todo caso, sea o no por coincidencia, el vicepresidente de EE.UU., Joseph Biden, visitará Moscú esta semana y Washington ha ofrecido la defensa de misiles y la participación de Rusia en la Organización Mundial de Comercio como dos áreas prioritarias en las políticas estadounidenses en 2011.

En todo caso, todo este negocio de democracia y «despertar árabe» nunca excitó verdaderamente a Rusia. En la visión «desideologizada» del mundo de Rusia, con un acento total en sus propios intereses, no existe un requerimiento de promover la democracia en el exterior. De hecho, la democracia se puede propagar como una enfermedad contagiosa y, después de todo, el Gran Medio Oriente y el «mundo musulmán» también incluyen el Cáucaso y las estepas centroasiáticas.

También para China, probablemente, exista un desasosiego respecto al virus de la democracia. Pero es una preocupación periférica y probablemente una molestia. Pero China es siempre un país singular y su conducta en Nueva York fue muy poco normal al votar por la resolución de EE.UU. para imponer sanciones contra Libia y enviar a ese país ante la Corte Penal Internacional.

La no intervención ha sido un principio crucial para China. Respecto a Myanmar, Zimbabue o Corea del Norte, la posición de China ha sido consecuente. ¿Fue el espectro de Gaddafi pisoteando el más sagrado de los principios chinos: la estabilidad? China tiene muchos intereses en la estabilidad de Medio Oriente y sucede que sus intereses económicos coinciden con los intereses orientales.

Pero esto no basta para explicar la nueva posición china sobre la soberanía nacional. Un motivo podría ser que la propia China se vio a la defensiva durante gran parte del año pasado al ser puesta en la picota (con razón o sin ella) como un poder «autoritario», y que 2010 resultó ser un año catastrófico para China en política exterior. Libia presenta una oportunidad para que China sea «protagonista», junto a los países occidentales.

La manera cómo China evacuó a sus ciudadanos de Libia también es relevante. Una fragata china fue innecesariamente incluida en la misión y cuatro aviones de transporte militares chinos despegaron de Xinjiang y aparecieron en los cielos mediterráneos en una acción sin precedentes. Además, al no solo evacuar a sus propios ciudadanos, sino al ayudar a rescatar a cientos de europeos, bangladesíes y vietnamitas, China probablemente demostró su disposición a soportar la carga de una potencia mundial.

Sin embargo, sigue existiendo la gran pregunta: ¿es un caso aislado o ha llegado el momento definidor de China como colaborador de EE.UU. en asegurar el «patrimonio común global»? Lo sabremos cuando EE.UU. presione al Consejo de Seguridad de la ONU para que se establezca una zona aérea restringida sobre Libia.

El hecho de que EE.UU. y sus socios están discutiendo la opción de la zona de «no-vuelo» fuera de la ONU si fuera necesario hace parecer que Obama no está lo bastante seguro de hasta dónde está dispuesta China a ceder en sus límites.

Se está conformando un precedente de inmenso significado para la seguridad internacional, y China tiene muchos motivos para la introspección. Como Launcelot Gobbo planteó a su padre ciego: «¿Me parezco a un garrote, a una viga, a un bastón o a un poste? ¿Me reconocéis, padre?».

…………

El embajador M. K. Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India. Ejerció sus funciones en la extinta Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanza, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía 

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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/MC08Ak02.html

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