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En apoyo de los haitianos

Lo que el gobierno de Estados Unidos no dice

Fuentes: ANSWER Coalition

Traducido para Rebelión por P. Valverde

En ANSWER Coalition queremos expresar nuestra más honda solidaridad a todos nuestros hermanos y hermanas haitianos, así como a todos sus familiares y amigos y mientras Haití lucha contra la destrucción y el dolor generalizado consecuencia del terremoto de intensidad 7, que asoló el país ayer, todos nosotros nos unimos a los esfuerzos solidarios de quienes están enviando ayuda humanitaria y asistencia al pueblo de Haití.

En este momento, es esencial contextualizar la catástrofe en su aspecto político y social. Sin este contexto es imposible comprender tanto los monumentales problemas a los que se enfrenta Haití como, y más importante aún, las soluciones con las que cuenta Haití para sobrevivir y prosperar. Hillary Clinton ha dicho hoy que «La tragedia que continúa asolando Haití y al pueblo haitiano es bíblica». Esta hipócrita afirmación, que culpa del sufrimiento haitiano exclusivamente a «un acto de dios», enmascara el papel del imperialismo estadounidense y francés en la región.

A continuación vamos a aportar alguna información sobre Haití que ayude a establecer el contexto real: El primer ministro Jean-Max Bellerive declaró hoy que cerca de 100.000 haitianos podrían haber muerto. Los medios de comunicación internacionales informan de que los cadáveres se apilan en las calles, rodeados de los escombros de los miles de edificios derruidos; las pérdidas materiales se calculan en cientos de millones de dólares; la gran población de las zonas más deprimidas de Haití ha sido particularmente golpeada por la tragedia.

Como rápidamente han señalado la CNN, la ABC y otros grandes medios de comunicación, Haití es el país más pobre de todo el hemisferio occidental. Pero no se ha dicho ni una sola palabra de por qué Haití es pobre. La pobreza, al contrario que los terremotos, no es un desastre natural. La respuesta a la pobreza de Haití está en los más de dos siglos de hostilidad estadounidense hacia la isla, cuya independencia, ganada muy duramente a los franceses, fue sólo el principio de su lucha por la liberación.

En 1804, lo que empezó como una revuelta de esclavos, culminó una década más tarde en la liberación de las cadenas del colonialismo francés, haciendo de Haití la primera colonia Latinoamericana en lograr su independencia y la primera república negra del mundo. Antes de la victoria del pueblo haitiano, George Washington y Thomas Jefferson, el entonces Secretario de Estado, apoyaron a Francia por temor a que Haití inspirara revueltas entre la población esclava estadounidense. La aristocracia esclavista de Estados Unidos estaba espantada por la reciente libertad ganada de Haití.

La interferencia de Estados Unidos empezó a formar parte de la historia de Haití y culminó con la ocupación militar estadounidense desde 1915 hasta 1934. Mediante la intervención económica y militar, Haití estuvo subyugada. Mientras, el capital estadounidense desarrollaba el ferrocarril y compraba plantaciones. Franklin D. Roosevelt, en aquel momento secretario consejero de la Marina, en un gesto de arrogancia colonial redactó una constitución para Haití en la que, entre otras cosas, permitía a los extranjeros comprar territorio. Más tarde, mientras Haití sufría bajo sus brutales políticas represivas, los dirigentes estadounidenses encontrarían su lugar junto al dictador François Duvalier, «Papa Doc», y su hijo Jean-Claude Duvalier, «Baby Doc»,.

En las décadas de 1980 y 1990, la política estadounidense hacia Haití quiso reorganizar la economía haitiana para servir mejor a los intereses del capital extranjero. La Agencia estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) fue esencial en la modificación de la agricultura haitiana, que abandonó la producción de grano, abonando así el terreno para la dependencia total en la importación de alimentos. Arruinados los agricultores haitianos, se dieron a la desbandada hacia las ciudades en busca de un medio de vida, lo que tuvo como consecuencia el crecimiento desordenado de las barriadas chabolistas de Puerto Príncipe y otros centros urbanos.

¿Quién se ha beneficiado de tales políticas? Los productores de alimentos estadounidenses, que se aprovecharon del aumento de las exportaciones a los mercados haitianos y las corporaciones extranjeras que se habían establecido en las ciudades de Haití, que se beneficiaron de la sobreexplotación de la mano de obra barata procedente del campo. Para el pueblo de Haití, sin embargo, esto sólo significó más miseria y expoliación.

Washington orquestó el derrocamiento de Jean-Bertrad Aristide, el presidente haitiano democráticamente elegido no una sino dos veces, en 1991 y en 2004. Haití ha estado bajo ocupación estadounidense con el apoyo de Naciones Unidas durante casi seis años. Aristide no se ganó la enemistad de los dirigentes estadounidenses por sus moderadas reformas, sino por el apoyo recibido de los haitianos más desfavorecidos, lo que cristalizó en un movimiento popular de masas. Doscientos años después, los dirigentes estadounidenses estaban aún horrorizados por la visión de un Haití verdaderamente independiente.

Las inestables infraviviendas a las que solo podían optar los haitianos, gracias a las políticas neoliberales de Washington, se han convertido ahora en las tumbas de muchos de ellos, las mismas políticas a las que ahora se culpa de la falta de hospitales, ambulancias, camiones de bomberos, equipos de rescate, comida y medicamentos. La desgracia de un desastre natural sobre una economía que durante décadas de expoliación la han convertido en fragilísima incrementa enormemente el sufrimiento del pueblo haitiano.

Los desastres naturales son inevitables, pero la planificación y las distribución de recursos pueden jugar un papel decisivo en mitigar el impacto y en el enfrentarse al día de después de una catástrofe. Haití y su vecino Cuba, que no son ajenos a las violentas tormentas tropicales, fueron duramente golpeados en 2008 por una serie de huracanes, que contrariamente a los terremotos son predecibles. Mientras que entonces murieron más de 800 haitianos, en Cuba el número de muertos no llegó a 10. A contrario que en Haití, Cuba tenía un plan coordinado de evacuación y el trabajo de los equipos de rescate tras el huracán estaban centralizados y planificados por el gobierno de Cuba. Esto fue posible porque la sociedad en Cuba no se organiza en función de las necesidades del capital extranjero, sino según las necesidades del pueblo cubano.

Hoy por la mañana temprano, en un discurso televisado, el presidente Obama ha anunciado que la USAID y los Departamentos de Estado y de Defensa trabajarán para apoyar las tareas de rescate y de ayuda en Haiti en los próximos días. Irónicamente, son esas son mismas instituciones gubernamentales las responsables de la puesta en marcha de las políticas económicas y militares que redujeron a Haití a la ruina antes de que el terremoto golpeara lael país.

ANWSER Coalition exige el fin de la ocupación extranjera en Haití y compensaciones por la enorme cantidad de recursos saqueados por países imperialistas extranjeros.

Fuente: http://answer.pephost.org/site/PageServer?pagename=ANS_homepage