El próximo 31 de octubre casi dos millones y medio de uruguayos concurrirán a las urnas para elegir 99 diputados y 31 senadores así como al Presidente y Vicepresidente de la República para el período 2005-2010. Si la elección de un nuevo gobierno nunca es intrascendente, en esta ocasión tiene una importancia decisiva para el […]
El próximo 31 de octubre casi dos millones y medio de uruguayos concurrirán a las urnas para elegir 99 diputados y 31 senadores así como al Presidente y Vicepresidente de la República para el período 2005-2010.
Si la elección de un nuevo gobierno nunca es intrascendente, en esta ocasión tiene una importancia decisiva para el presente y el futuro del Uruguay.
En efecto, más allá de la diversidad de candidaturas en juego hay un país que no puede seguir como está, que necesitan cambios para salir de la peor crisis económica y social de su historia, brindar a sus hijos un proyecto de futuro compartido y realizarse como nación.
Las políticas neoliberales instrumentadas desde hace 20 años por sucesivos gobiernos del Partido Colorado y del Partido Nacional solos o en coalición, pero siempre con una extraña mezcla de fundamentalismo, improvisación e incompetencia, se han agotado dejando un terrible saldo en términos de estancamiento económico, desmantelamiento del aparato productivo, desamparo social, descenso de la calidad de la democracia, descreimiento, emigración, desdibujamiento internacional..
Pero tal situación, consecuencia inexorable de los gobiernos presididos por Sanguinetti, Lacalle y Batlle, no es irreversible. Por el contrario, lejos de resignarnos, las y los uruguayos debemos unir nuestra inteligencia y nuestra voluntad para transformarla en clave de democracia.
Eso es, precisamente, lo que propone el vasto arco de fuerzas políticas nucleadas en el Encuentro Progresista/Frente Amplio/Nueva Mayoría: un proyecto de cambios en el marco de una estrategia de país.
Cambios que no ignoren la realidad pero que tampoco renuncien a utopías concretas.
Cambios responsables y progresivos que signifiquen un nuevo impulso para este pequeño gran país.
Cambios necesarios para un proyecto de desarrollo productivo sostenible con el trabajo como valor social y ética de vida.
Cambios para conjugar la competitividad de la economía, la integración social y la sostenibilidad del desarrollo superando los riesgos y aprovechando las oportunidades de un mundo globalizado.
Cambios con sustento político y social, porque los cambios para ser auténticos han de involucrar a la mayor cantidad posible de ciudadanas y ciudadanos.
Cambios que comenzarán en el propio gobierno y que implicarán una mayor sensibilidad para pensar en la sociedad, una mejor gestión del Estado para fortalecerlo como factor de democracia, inclusión social y desarrollo productivo; una mayor transparencia, eficiencia y proximidad al ciudadano; en fin, un mejor relacionamiento con la sociedad.
No ignoramos la complejidad de la tarea que nos espera si se confirman los pronósticos y el Encuentro Progresista/Frente Amplio/Nueva Mayoría, tras la victoria electoral del próximo 31 de octubre, asume la responsabilidad del gobierno el 1 de marzo de 2005.
Conscientes de ello iniciamos tal tarea hace ya un buen tiempo recorriendo sistemáticamente el país, profundizando el conocimiento de su realidad, dialogando con la gente sobre sus necesidades, esperanzas y compromisos, elaborando una propuesta programática desde nuestra identidad y para la sociedad uruguaya.
Con esa tarea continuamos durante la campaña electoral. En contraste con ello los candidatos del Partido Nacional y del Partido Colorado se han limitado a criticar nuestras propuestas sin exponer las suyas.
Entre las casi 200 propuestas y compromisos de gobierno que he anunciado ocupa un lugar relevante la convocatoria a un compromiso ciudadano por el desarrollo productivo sostenible que involucre al gobierno, al sistema político, al sector empresarial y a los trabajadores sobre bases de lealtad institucional, mutuo reconocimiento y reglas de juego firmes y transparentes entre las partes para establecer objetivos y criterios en materia de crecimiento económico, competitividad, empleo decente, relaciones laborales, protección social, sostenibilidad ambiental, cohesión territorial y proyección internacional.
Respecto a esto último, queremos construir un país que trascienda sus propias fronteras en la medida en que integre a los cientos de miles de uruguayas y uruguayos que por diversas razones -pero fundamentalmente debido a un obligado exilio económico- residen en el exterior, y se integre a la región y al mundo. En tal sentido, los progresistas uruguayos proponemos más y mejor MERCOSUR, el área de integración económica que compartimos con Argentina, Brasil y Paraguay. Un MERCOSUR redimensionado en su estructura institucional, fortalecido en materia de coordinación macroeconómica, complementación productiva e integración social, ampliado a otros países de la región y consolidado como plataforma para la integración de Latinoamérica en el mundo.
Un MERCOSUR ampliado, fortalecido y consolidado estará en mejores condiciones para encarar la cooperación sur-sur y las negociaciones respecto al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), su relacionamiento la Unión Europea, India China, y otros procesos de integración, así como su participación en los ámbitos multilaterales como la Organización Mundial del Comercio. Unidos tenemos un largo camino para recorrer, solos no vamos a ningún lado.
El Uruguay que proponemos no es una quimera. Es una utopía concreta y para su realización comprometemos el máximo de nuestros esfuerzos. Pero esto, siendo importante, no es suficiente. Un proyecto de estas características necesita también el apoyo y la participación de la gente.
Por eso el próximo 31 de octubre no será el fin de ninguna historia, pero sí una fecha importante en la vida del Uruguay.
(*) Tabaré Vázquez, candidato a la presidencia del Uruguay por el bloque progresista EP/FA/NM.