Recomiendo:
0

Uruguay, una decisión humanitaria

Lo que no dicen sobre Guantánamo

Fuentes: Barómetro Internacional

La semana pasada vi un programa de TV en el cual se preguntaba a los panelistas si apoyaban o no la decisión del gobierno uruguayo de traer al país a varios presos de Guantánamo. En mi vida he visto un programa más sesgado. Todos, absolutamente todos, se pronunciaron en contra. Ni uno solo se pronunció […]

La semana pasada vi un programa de TV en el cual se preguntaba a los panelistas si apoyaban o no la decisión del gobierno uruguayo de traer al país a varios presos de Guantánamo. En mi vida he visto un programa más sesgado. Todos, absolutamente todos, se pronunciaron en contra. Ni uno solo se pronunció a favor. Ni uno, y eran media docena. El programa consistía, en suma, en difundir la opinión del Partido Colorado y del Partido Nacional, expuesta profusamente en todos los medios estos días, y en ocultar la opinión del gobierno y del Frente Amplio, y sus sólidos fundamentos.

El primero de ellos es una razón de orden humanitario. Quienes van a venir al país (un palestino y cuatro sirios, según trascendió) no son presos, sino secuestrados. Lo mismo que los más de 800 detenidos que desde enero de 2002, bajo el gobierno de George W. Bush, han desfilado por ese centro de reclusión y torturas, de los cuales todavía quedan 154. Todos han sido capturados por los servicios especiales de Estados Unidos en sus países de origen, en forma piratesca, en violación directa de toda la legislación internacional. Ninguno de ellos fue sometido en ningún momento a la justicia; no vieron nunca un juez, ni un fiscal, jamás tuvieron un abogado defensor. Es el reinado de la discrecionalidad más absoluta. No pesa sobre ellos ninguna condena. Un documento del gobierno uruguayo (que sin duda exhibirá el canciller Almagro cuando concurra al Senado en régimen de Comisión General o mañana ante la Comisión de Asuntos Internacionales de Diputados) señala que las personas detenidas en la cárcel de Guantánamo «están en condición de secuestradas, nunca han recibido asistencia jurídica, ni las ha visto un juez, ni han sido condenadas» y que el gobierno de EEUU «las detuvo en sus países de origen violando todas las normas y principios del derecho internacional». O como expresó gráficamente el presidente Mujica, «se comieron 12 ó 13 años de garrón». Esto es lo que no dicen los detractores de la conducta del gobierno uruguayo.

Tampoco dicen que estas personas secuestradas han sido sometidas, durante años, a un régimen bestial de torturas, que incluye el submarino (waterboarding), privación de sueño, exposición a temperaturas extremas, música a volumen estridente, obligación de permanecer durante horas en posiciones incómodas, además de ofensas a las convicciones religiosas de detenidos musulmanes. Es lo mismo, por otra parte, que ha venido practicando el gobierno estadounidense en las numerosas cárceles secretas (o no tanto) que instaló en Irak, en varios países de Europa y en otros continentes. La decisión del gobierno uruguayo contribuye a que cese este régimen aberrante, y acentúa por ende su carácter humanitario.

Y contribuye también a que se clausure de una buena vez la cárcel de Guantánamo, que es una vergüenza para la humanidad y está instalada en un territorio usurpado a Cuba desde hace más de un siglo (1903). Esto lo prometió Obama al comienzo de su mandato y no lo ha cumplido. Como expresa el citado documento del gobierno uruguayo: «Si la comunidad internacional reclama que se cierre la cárcel de Guantánamo, es entonces la comunidad internacional a través de sus países la que deberá ayudar en lo que esté a su alcance en este sentido».

Esto tampoco lo dicen los detractores de la decisión del gobierno uruguayo, que en las últimas horas han recibido desde el otro extremo el refuerzo de Jorge Zabalza, a través de un vitriólico texto contra Mujica y su decisión. Pero han quedado aislados en el mundo, que en líneas generales está apoyando la decisión del gobierno uruguayo. Así, hemos visto una manifestación organizada por Amnistía Internacional en Bruselas, al margen de la Cumbre EEUU-Unión Europea, reclamando que se cierre Guantánamo y organizando un desfile con presos encapuchados que remedan la situación imperante en la prisión. Por Canal 5, Álvaro Padrón declaró que esta decisión situó a Uruguay en el mapa del mundo y colocó en el centro la cuestión humanitaria. La ex vicecanciller Belela Herrera declaró que en breve llegará al país una representante de ACNUR, la organización de la ONU para los refugiados, a fin de ocuparse de este tema candente.

El gobierno izquierdista de El Salvador ya acogió a dos de estos refugiados, y otros 83 habrán de ser recibidos por terceros países como Francia, España, Portugal, Bélgica, Suiza, Cabo Verde, Bahamas, Irlanda, Bulgaria, Eslovaquia. Varios gobiernos de América han sido consultados, y Uruguay fue de los primeros en contestar. Ya hemos indicado que respetó de esta forma lo mejor de la tradición nacional en materia de asilo, de la cual reniegan blancos y colorados juntos. Mujica citó una anécdota del viejo Batlle: cuando en 1914 unos anarquistas fueron echados de Buenos Aires y el prefecto del puerto no los dejó entrar a Montevideo, Batlle los mandó buscar cuando ya andaban por las Islas Canarias, y en Uruguay obtuvieron refugio.

Fuente: http://barometrointernacional.bligoo.com.ve/por-nikoschvarz-lo-que-no-dicen-sobre-guantanamo