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Entrevista con “Pai” Oliva, sacerdote paraguayo y dirigente social

«Lo que se juega en Paraguay son las conquistas sociales que benefician a los más humildes»

Fuentes: Rebelión

«Nos confrontamos a un Golpe parlamentario». «Intentan debilitar los gobiernos progresistas latinoamericanos». «La solidaridad internacional pasa por informar lo que vive hoy mi país»

El pasado viernes 22 de junio, en apenas 24 horas, Fernando Lugo, obispo católico y presidente del Paraguay fue objeto de un supersónico juicio político por parte del parlamento y destituido de su puesto. El pretexto para procesarlo fue el conflicto campesino que una semana antes había motivado 17 muertos y numerosos heridos en Curuguaty, una comunidad a 200 kilómetros de la capital Asunción. «Se trata de un golpe parlamentario» subraya el sacerdote paraguayo Francisco *Paco* Oliva, 1928, uno de los principales referentes sociales del país. El «Pai» Oliva (sacerdote en guaraní) jugó un rol decisivo en la movilización ciudadana que culminó en 1999 con la renuncia del antipopular presidente Raúl Cubas. Identificado con la teología de la liberación el Pai Oliva, que reside en un barrio popular y marginal de la capital, dirige numerosos proyectos sociales y ha impulsado importantes iniciativas participativas como el Parlamento Joven y el Foro Solidario.

P: ¿Cómo interpreta el marco institucional en el que se da la destitución del presidente Fernando Lugo el pasado 22 de junio?

R: Somos una democracia parlamentarista. Y prácticamente desde la elección de Lugo en abril del 2008, los dos partidos tradicionales, el Liberal y el Colorado, han estado frenando al presidente, amenazándolo de juicio político. La semana pasada creíamos que era una amenaza más. Pero la realidad indicó que no fue así.

P: ¿Esperaba el movimiento popular, la sociedad civil paraguaya, un desenlace político de esta naturaleza?

R: No. Nos pilló de sorpresa. En 24 horas se hizo todo y se procedió a su destitución y al nombramiento al frente del ejecutivo de Federico Franco, hasta entonces vicepresidente, y desde siempre con intenciones personales de poder.

P: Los medios ahora oficialistas hablan de proceso constitucional legítimo. Sectores populares y cada vez más amplios actores de la comunidad internacional consideran que se dio en Paraguay una ruptura de la constitucionalidad. ¿Cuál es su opinión?

R: Es un golpe de estado parlamentario. Los partidos tradicionales encontraron los 30 votos que necesitaban y dieron la sentencia. Luego, lo que vino, fue un circo puro. El veredicto hubiera sido el mismo con defensa o no de Lugo. Las acusaciones no fueron presentadas por escrito. Y las pruebas eran simples fotocopias de recortes de los diarios. La sanción contra Lugo había sido decretada antes de comenzar el juicio.

P: ¿La demisión de Lugo es un hecho irreversible?

R: Los sectores populares y campesinos no la aceptan. Pero, la fuerza la tienen los dos partidos que ejecutaron el pseudo juicio exprés. Institucionalmente ya es un hecho consumado.

P: Es paradójico que el pretexto de la destitución sea un conflicto campesino, si se considera que Fernando Lugo, denominado «el Obispo de los pobres», siempre se pronunció a favor del campesinado y la reforma agraria y llegó al Gobierno con el apoyo decidido fuerzas populares. ¿Los hechos que motivaron la destitución se tratan de una trampa de la extrema derecha contra Lugo o de una cierta ingenuidad política del ex- presidente?

R: Las dos cosas. Fue una trampa bien preparada ante la reacción-movilización que comenzaba a protagonizar el pueblo, participando y enviando señales claras a la clase política, especialmente a los partidos tradicionales de oposición. Les dio miedo esta participación creciente y decidieron pararla. La mejor manera fue decapitar al presidente a través del juicio político. Por otra parte, hay que reconocerlo, Lugo fue flojo en la promoción de la Reforma Agraria. El pueblo, el campesinado, la pedían cada vez con más fuerza, pero Lugo no se atrevió a materializarla.

P: Varias de las naciones latinoamericanas, entre ellas Brasil y Argentina, no aceptan como válida la demisión de Lugo y el nombramiento de Franco. ¿Piensa que los Partidos Colorado y Liberal que apoyaron la destitución estarían dispuestos a reconsiderar esta nueva situación institucional frente a la presión de la comunidad internacional?

R: De ninguna manera. Estamos en el campo de la politiquería. Franco ha sido un vicepresidente de la oposición. Nunca va a reconsiderar nada y menos el Partido Liberal que después de muchos años concreta su aspiración de tener un presidente en el poder. Aunque en el fondo, el que va a salir ganando es el Partido Colorado, que probablemente subirá al poder luego de las próximas elecciones de abril del 2013. Lo ocurrido es solamente un adelanto de lo que temíamos sucediera: el Partido Colorado estuvo 60 años sin interrupción en el poder. Lugo cortó esa racha. En el 2013 el Partido Colorado, casi con seguridad, volverá. Entre sus seguidores naturales y los votos que logre comprar hará todo para recuperar el poder perdido hace cuatro años. A no ser que la juventud se organice, se movilice y se imponga. Es la mayoría absoluta y después de este episodio trágico que acabamos de vivir institucionalmente en Paraguay, va abriendo los ojos.

P: ¿Cuál es la mejor manera de expresar hoy la solidaridad internacional con los sectores populares paraguayos? ¿Qué esperan ustedes de la sociedad civil del mundo entero?

R: ¡Qué informen! ¡Qué expliquen lo que pasó en mi país! Que cuenten con detalles cómo la sentencia de la destitución del Presidente Lugo estaba ya elaborada antes del juicio. Que todo fue un circo, un teatro. También que sean conscientes – y en este sentido se posicionen- que los perdedores son aquellos que se beneficiaron con las conquistas sociales resultantes de la gestión de gobierno de Lugo.

P: ¿Más allá de los hechos puntuales, se corre el riesgo de una cierta ingobernabilidad estratégica en Paraguay?

R: En el fondo, es necesario hacer una constatación clave: a los Estados Unidos les molestan Hugo Chávez (Venezuela) y los otros dirigentes políticos que tienen hoy en el continente una posición progresista. Y poco a poco, promoverán su partida, sea como fuera.

Brasil, si se conserva como ahora puede ser un freno. Pero no olvidemos que Brasil fue y es un imperio con intereses propios. No me refiero al pueblo brasileño, a los campesinos, a los sin tierra, sino a la política exterior de ese país que funciona a la perfección y que tiene aspiraciones de expansión…

P: ¿Qué es es lo más importante que pierde Paraguay con la destitución de Lugo?

R: Es un golpe muy fuerte al proceso que estaba naciendo en el pueblo para mejorar sus condiciones de vida, su cotidianeidad. Sin olvidar que un amplio sector de esos sectores populares, viven hoy en la más total extrema pobreza.

P: Para concluir:¿cómo valora la gestión de Fernando Lugo durante su presidencia de casi cuatro años?

R: Con muy buenas intenciones, aunque bastante ineficiente y mucha ingenuidad en su gestión.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.