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Uruguay

Los hijos de la «pobreza crónica»

Fuentes: Correspondencia de Prensa

Niños y adolescentes que viven en «hogares clasificadores de residuos» están en «riesgo sanitario». El 50% consume la comida recolectada de la basura. La sociedad (casi sin distinción de banderas políticas o clases sociales), los llama «hurgadores». Es el nombre del estigma. En la basura encuentran lo que el negocio del «reciclaje» demanda; procuran su […]

Niños y adolescentes que viven en «hogares clasificadores de residuos» están en «riesgo sanitario». El 50% consume la comida recolectada de la basura.

La sociedad (casi sin distinción de banderas políticas o clases sociales), los llama «hurgadores». Es el nombre del estigma. En la basura encuentran lo que el negocio del «reciclaje» demanda; procuran su comida diaria entre las sobras de alimentos que otros tiran. Recorren las calles, día y noche. A pie, en carros tirados por caballos, a veces en bicicleta. Viven en asentamientos y barrios donde manda la pobreza extrema. Si bien los «clasificadores registrados» suman 5.500, se sabe que superan los 15.000 en todo el país. Sus familias están integradas, mayoritariamente, por personas jóvenes. El 40% tiene menos de 18 años, y el 35 % menos de 14 años. Es el trabajo infantil y adolescente que «clasifica residuos». Son los hijos de una «pobreza crónica» que continúa agrediéndolos. . Los últimos datos son aplastantes. El 30% de los niños y adolescentes que viven en «hogares de clasificadores de residuos» en Montevideo, presentan «problemas de rezago educativo»; 45% de ellos habita en viviendas sin acceso a agua potable; 65% no tiene saneamiento; 61,3% tiene el «baño incompleto». Casi 7 de cada diez viven en hogares donde se «clasifica» en la casa, lo que agrava los «riesgos sanitarios».

Estas son algunas de las conclusiones del documento «Niños, niñas y adolescentes en hogares clasificadores de residuos de Montevideo» (1) que fue presentado el jueves 21 de marzo, y elaborado en el marco de la Iniciativa Pobreza y Medio Ambiente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). El documento es simultáneo al estudio sobre «la dimensión ambiental de la pobreza urbana» realizado por el programa de Naciones Unidas. (Ver Correspondencia de Prensa, 23-3-2013)

Uno de los aspectos que se investigó fue que comida consumen los niños y adolescentes de estas familias. En ese sentido, se observó que alrededor del 50% de los niños entre 0 y 4 años reside en hogares donde «consumen la comida recolectada». Es decir, la encontrada en un conteiner callejero, en un basural o no se sabe dónde. Además, 10% de los consultados declaró no cocinar lo alimentos recolectados. Esto, dice el informe, «constituye un importante riesgo sanitario».

El informe da cuenta que los niños y adolescentes de «hogares de clasificadores» se encuentran «expuestos» a importantes riesgos para la salud, porque residen en viviendas con problemas de humedad, ventilación, inundación, ubicados en terrenos con presencia de contaminantes y cercanos a lugares tóxicos. Alrededor de la mitad de los niños de entre 0 y 4 años reside en viviendas que carecen de agua potable y seis de cada diez en casas sin baño o con baño sin cisterna y sin saneamiento, «factores que afectan directamente la salud y aumentan la probabilidad de contraer enfermedades como diarrea».

Un porcentaje importante de niños y adolescentes de las zonas estudiadas «vive a menos de 500 metros de lugares tóxicos», siendo los de mayor prevalencia los basurales y lugares de quema de basura. Esto es «esperable» -señala el documento-, pues los «hogares clasificadores de residuos» tienden a asentarse en las cercanías de vertederos y basurales, «generando situaciones de alto riesgo sanitario». En el terreno donde se encuentra la vivienda se detecta la presencia de contaminantes y metales, lo cual «afecta directamente la salud de los integrantes del hogar», principalmente los que se encuentran en mayor contacto con el predio, niños y niñas entre 0 y 5 años. De igual manera, se observó que un porcentaje importante de niños y adolescentes se ubica en terrenos de quema de cables (tarea que se realiza para extraer el cobre que luego es vendido al peso), canteras de rellenos y presencia de otros contaminantes.

Por otra parte, la realidad indica que son muchos «los que clasifican basura dentro de sus propias casas, donde incluso viven con animales». Así, los niños se encuentran en contacto con la basura y se incorporan a la actividad del reciclaje a edades muy tempranas, inicialmente en contacto indirecto o como forma de colaborar con el hogar.

El documento advierte que la gran mayoría de niños y adolescentes pertenecientes a «hogares clasificadores» se encuentra afectada por el tipo de miseria de más difícil reversión: la «pobreza crónica», producto de generaciones que no han conocido otro modo de ganarse la vida. Más del 70% de los menores de 14 años de «hogares clasificadores» se encuentra en situación de «pobreza crónica» y en «una situación de alta vulnerabilidad». El documento del PNUD habla de personas que «no conocen otro modo de vida», que comienzan a trabajar junto con sus padres, como éstos lo hicieron en su momento junto con sus abuelos. Además, «factores habitacionales y ambientales inciden en la condición de pobreza y favorecen su transmisión inter-generacional».

En cuanto al trabajo infantil y adolescente, las dos investigaciones coinciden: el 25% de los menores de 14 años realiza tareas de recolección de basura y esa cifra sube al 33,3% en el caso de los mayores de esa edad.

Nota

1) El estudio que fue elaborado con el apoyo del Ministerio de Desarrollo Social, el Ministerio de Vivienda, y la embajada de España, se basó en un universo de 1.121 hogares ubicados en las zonas más pobres de Montevideo.