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Uruguay

Los llamamientos abstencionistas al balotaje

Fuentes: Editorial La República

Ante el próximo balotaje en Uruguay, los llamamientos abstencionistas de los partidos minoritarios y algunos independientes comparten por un lado la intención de restar legitimidad al arrasador triunfo del FA en la asignación de bancas parlamentarias, y por otro la indiferencia sobre la significación política -tanto inmediata cuanto para las próximas elecciones departamentales- de profundizar […]


Ante el próximo balotaje en Uruguay, los llamamientos abstencionistas de los partidos minoritarios y algunos independientes comparten por un lado la intención de restar legitimidad al arrasador triunfo del FA en la asignación de bancas parlamentarias, y por otro la indiferencia sobre la significación política -tanto inmediata cuanto para las próximas elecciones departamentales- de profundizar la derrota derechista y la crisis de sus internas partidarias. Anoto como excepción aparentemente acotada, aunque no exenta de oprobio, la integración de algunos dirigentes departamentales del PI y UP a la campaña de la fórmula sostenida por el más rancio linaje reaccionario. Aunque el grado de legitimidad difiere diametralmente entre los que ya optaron por la opción abstencionista en la primera vuelta y el nuevo arribismo «indiferente».

El PI convocó a una convención para optar finalmente por dejar en libertad de acción a sus electores. ¿Acaso no preveían que un balotaje enfrentaría a las alternativas actuales? ¿O esperaban que fuera entre ellos y la UP? Prever este desenlace y haber anunciado en la propia campaña la posición ante el mismo, ¿no hubiera permitido delimitar más claramente el perfil del partido? Mi opinión es que precisamente su silueta política es la amorfía. El PI apostó su campaña, desde una indefinida y vaga «nueva izquierda», a que el FA «no vuelva a tener mayoría parlamentaria, que tenga la necesidad de negociar, de buscar acuerdos», aunque queda por saber cuáles y en qué. Todo oportunismo puede tropezar con un mal cálculo de la oportunidad misma. Es así que según su líder, Pablo Mieres, el PI » dejó en libertad de acción a sus votantes, porque la gente vota lo que se le canta». Perogrullo lo agradece, si bien hasta reconocería que una de las funciones de los partidos políticos es la de recomendar argumentalmente aquello que se le debería cantar a «la gente».

La UP (y previsiblemente el PERI y el PT) convoca a anular el voto, aunque Perogrullo también asiste a Gonzalo Abella al reconocer que su votante «es suficientemente maduro e independiente para votar lo que le parezca». Sólo restringe (con la expulsión del partido) a los «referentes» que se sumen a alguno de los comités de campaña o llamen a votar por cualquier alternativa, cosa que evidentemente no estaba clara ni definida con anterioridad. Tampoco queda muy claro quién o quiénes adoptarían esa medida disciplinaria ni en qué instancia institucional, ya que sería de aplicación sumaria, luego de una comprobación de 72 hs, según afirmó su ex candidato presidencial.

El argumento es el de una simplificada identidad o coincidencia entre las opciones políticas en juego al postularse para, según un comunicado de la UP: «administrar el sistema de dependencia con el imperialismo y a continuar las grandes orientaciones neoliberales aplicadas en nuestro país desde la salida de la pasada dictadura por el conjunto de los gobiernos y partidos con actual representación», lo que significa más del 99% de la futura representación, minimizando entonces las diferencias. Concluyen en la anulación del voto «por coherencia con nuestros principios y programa».

Sus principios y programa ya fueron puestos a consideración de la ciudadanía en la pasada primera vuelta y tuvieron sus adhesiones. Pero no están ahora puestos a compulsa sino los de aquellos que obtuvieron mayores preferencias, siempre indirectamente como en todo régimen político liberal-fiduciario al que el escueto programa de la UP no dedica línea alguna a cuestionar siquiera, salvo por una recomendación genérica hacia la democracia directa. Desde el punto de vista politológico es un programa profundamente conservador y acrítico, al igual que el del PI.

Quienes votaron en blanco y/o anulado ejercieron un derecho de todo ciudadano que expresa repudio a las opciones o al régimen y constituye un posicionamiento de principios, aunque no podamos establecer cuáles son éstos, ni compartamos el diagnóstico de situación. Rechazaron toda oferta, diferenciándose de los que sufragaron positivamente en primera vuelta. No pueden equipararse a los primeros ejemplos comentados, inspirados en el oportunismo, el descompromiso y la despolitización, aunque coincidan en la táctica.

La historia no presenta opciones ideales sino concretas. Y juzga a los evasores.

Emilio Cafassi. Profesor titular e investigador de la Universidad de Buenos Aires, escritor, ex decano. [email protected]

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.