Traducido para Rebelión por LB
Viendo los media de EE.UU. y su cobertura de la crisis de Haití uno tiene la impresión de que Estados Unidos es una potencia benévola que hace todo lo posible para socorrer con ayuda de emergencia al país caribeño. Pero sintonizando al-Jazeera en inglés o la cadena sudamericana de noticias Telesur uno acaba con una visión de las cosas muy diferente. A mí me impresionó particularmente un duro reportaje de al-Jazeera colgado en You Tube que sirve como eficaz antídoto contra la mercancía habitual que nos venden los media dominantes. El reportaje es muy crítico con los EE.UU., país que, según el reportero, ha concentrado la mayor parte de su energía en asegurar la estabilidad y en posar sus botas sobre el país más que en la reconstrucción de la sociedad haitiana.
No es la primera vez que Al Jazeera se las tiene tiesas con militares de EE.UU. De hecho, la cadena ya perdió el favor de las autoridades estadounidenses hace siete años, durante la invasión de Irak. Al-Jazeera, una cadena de noticias integrada por muchos editores, periodistas, presentadores y personal técnico que anteriormente habían trabajado con la BBC en Londres, transmitió imágenes sorprendentemente gráficas de soldados norteamericanos muertos y capturados.
Cuando la cadena transmitió imágenes de los soldados usamericanos capturados, el entonces Secretario de Defensa Donald Rumsfeld acusó a Al-Jazeera de violar la Convención de Ginebra. La cadena, sin embargo, no expresó ningún arrepentimiento. «Miren quién fue a hablar de leyes y reglamentos internacionales», dijo el portavoz de la cadena, Jihad Ballout. «Nosotros no hicimos las fotos: las fotos están ahí. Es uno de los rostros de la guerra. Nuestro deber es mostrar la guerra desde todos los ángulos», agregó.
Yosri Fouda, jefe de la oficina de Al-Jazeera en Londres, intervino para decir que «Ya sé por qué a los líderes políticos y militares estadounidenses y británicos no les gusta que enseñemos esas imágenes», comentó. «Muestran un aspecto de la guerra que no quieren ver difundido porque puede afectar negativamente a la opinión pública de su país. En estos asuntos los medios de comunicación occidentales son muy asépticos. No se ve lo que la guerra, esta guerra, es realmente».
Durante la breve guerra Al-Jazeera desplegó a varios de sus corresponsales en Irak. Mientras que los media dominantes de EE.UU. alimentaban su propia narrativa sobre el avance victorioso de las fuerzas de la coalición, al-Jazeera retransmitió imágenes horribles de las víctimas iraquíes de los bombardeos de la coalición. En una de ellas se veía la cabeza de un niño de corta edad separada del tronco, al parecer tras un ataque de la coalición contra Basora.
Es posible que los militares de EE.UU. estuvieran cañoneando literalmente a Al-Jazeera a causa de la polémica cobertura de noticias que estaba ofreciendo la cadena. Durante un ataque aéreo y artillero estadounidense contra Bagdad tropas estadounidenses mataron al menos a tres periodistas, incluido un corresponsal de Al-Jazeera, Tariq Ayoub. El edificio fue alcanzado por dos misiles aire-tierra. El periodista se encontraba en el techo de la estación de Al-Jazeera retransmitiendo en directo.
Los funcionarios militares de EE.UU. dijeron lamentar las muertes de los periodistas y afirmaron que no conocían todos los lugares en los que operaban los periodistas. Al-Jazeera, sin embargo, declaró que había comunicado previamente al Pentágono la localización de su oficina de Bagdad. De hecho, en una carta al Pentágono la cadena de Oriente Medio había dado las coordenadas exactas de su edificio.
No era la primera vez que Al-Jazeera sufría a manos de los militares de EE.UU.. Durante la invasión de Afganistán, la oficina de Al-Jazeera en Kabul fue destruida por bombas «inteligentes» usamericanas dos horas antes de que la Alianza del Norte tomara la ciudad. Según un informe, en el curso de una reunión con el entonces primer ministro Tony Blair el presidente Bush pudo incluso haber sugerido bombardear las oficinas de Al-Jazeera en Qatar.
Aunque al-Jazeera proporcionó una cobertura crítica sobre la actuación del ejército de EE.UU., la cadena nunca se ha convertido en vocera de los regímenes árabes de Oriente Medio. A pesar de que muchas cadenas de televisión en árabe (incluida la de Irak antes de la invasión) se referían al ejército de EE.UU como «fuerzas de agresión», Al-Jazeera optó por la expresión «fuerzas invasoras». Es más, Al-Jazeera realizó largas entrevistas a Tony Blair, Condoleezza Rice, Donald Rumsfeld, e incluso a Ariel Sharon.
Además, la cadena se ha ganado la inquina de varios gobiernos árabes y sus periodistas han sido vetados o acosados en Egipto, Kuwait, Jordania y en la Autoridad Palestina. Al-Jazeera fue criticada por Arabia Saudita, y Bahrein acusó a la cadena de ser pro-sionista. Debido a la imparcialidad e independencia de la cadena muchos árabes se han convertido en sus usuarios, pues creen que Al-Jazeera ve el mundo como lo hacen ellos.
A raíz de la tragedia en Haití al-Jazeera está trasladando al Caribe su cobertura crítica. Por mucho que la cadena no sea del agrado del ejército de USA que opera actualmente en la isla caribeña, los comandantes estadounidenses tendrán que hacer frente al mismo tipo de estrecho marcaje mediático que tuvieron que soportar en Oriente Medio. Para los militares de EE.UU., sin embargo, el malestar ahora es más profundo. Además de al-Jazeera, los comandantes deben vérselas ahora con los medios comunicación de Venezuela y con Telesur.
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Como Al-Jazeera, que recibe financiación del gobierno de Qatar, Telesur (Televisión del Sur) también recibe apoyo del gobierno, específicamente de gobiernos de izquierdas de América Latina y del Caribe, incluidos los gobiernos de Venezuela, Cuba, Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. E, igual que al-Jazeera, Telesur es una empresa de comunicación diseñada para competir con franquicias usamericanas tradicionales del estilo de CNN.
Cuando el presidente venezolano Hugo Chávez ayudó a fundar Telesur en 2005 como una filial de la cadena televisiva estatal Venezolana de Televisión, los conservadores estadounidenses comenzaron a preocuparse. Connie Mack, congresista republicano por Florida, señaló que la nueva cadena estaba «inspirada en Al-Jazeera» y que amenazaba con extender ideas antiestadounidenses por toda América Latina.
Cuando en 2006 Telesur anunció un acuerdo de distribución de contenidos con Al-Jazeera, Mack se ciñó la cartuchera y declaró que la decisión tenía como objetivo crear una «cadena de televisión global para terroristas». Atizando aún más la ira de los conservadores, Telesur firmó un acuerdo con Al-Jazeera en virtud del cual la cadena de Oriente Medio impartiría formación al personal latinoamericano.
Si la guerra de Irak fue el bautismo de fuego de al-Jazeera, la prueba crucial para Telesur fue Honduras en 2009. Tras el golpe de Estado derechista que depuso al democráticamente electo Presidente José Manuel Zelaya el ejército hondureño cortó las emisiones locales de Telesur. Pese a ello, la señal de la cadena siguió disponible en Internet y una estación de radio local transmitía intermitentemente el audio de Telesur.
Adriana Sivori, corresponsal de Telesur en Tegucigalpa, se encontraba en la habitación de su hotel hablando por teléfono con su cadena cuando irrumpieron en la habitación diez soldados con las armas en ristre. Los soldados desconectaron el equipo de edición de Telesur tratando de silenciar la cobertura que Telesur estaba dando sobre las protestas que tenían lugar a favor del depuesto presidente Zelaya.
Cuando un soldado golpeó ligeramente la mano de Sivori para obligarla a que colgara el teléfono, la periodista se alarmó. «Nos llevan presos a punta de pistola», comentó. Sívori, junto con el productor José María Díaz y el camarógrafo Larry Sánchez, fueron conducidos a una oficina de inmigración en una caravana militar. Allí, las autoridades los golpearon y pidieron ver sus visas de Honduras. Poco después, los periodistas fueron liberados y las autoridades advirtieron a los periodistas de Telesur que cesaran de transmitir imágenes de apoyo de Zelaya, so pena de ser nuevamente detenidos. Desafiante, sin embargo, Telesur siguió dedicando una gran cantidad de sus recursos a los acontecimientos de Honduras. De hecho, durante la primera semana tras el golpe Telesur fue a veces el único canal que retransmitió en vivo. Telesur llegó incluso a emitir en exclusiva una entrevista telefónica en directo con Zelaya desde su avión venezolano, cuando el derrocado presidente trataba de regresar a Tegucigalpa.
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La visibilidad de Telesur aumentó indudablemente a causa de su innovadora cobertura sobre los acontecimientos de Honduras. Sin embargo, lo que ha dado más credibilidad a Telesur es la voluntad de la cadena de abordar otros temas polémicos, algunos de los cuales han sacudido a gobiernos de izquierdas de América del Sur. Uno de esos temas es Haití.
Al igual que Al-Jazeera, que ha ejercido el periodismo independiente en Oriente Medio, Telesur se fue a Haití y se marcó como objetivo informar sin tapujos. Según el gerente de la cadena Aram Aharonian, al que entrevisté para mi libro ¡Revolución! América del Sur y el surgimiento de la Nueva Izquierda (Palgrave-Macmillan, 2008), la cobertura de Telesur sobre Haití generó fricciones con los gobiernos de Chile, Argentina y Uruguay.
Una de las primeras historias que transmitió Telesur desde la isla caribeña trataba de la MINUSTAH, la Misión de Estabilización de la ONU en Haití. En el reportaje, los haitianos dijeron que los soldados latinoamericanos desplegados en Haití como fuerzas de la ONU estaban reprimiendo al pueblo. El reportaje levantó ampollas y «algunos funcionarios de varios países» llamaron a Aharonian para protestar por la cobertura.
Ahora, tras el terremoto de Haití, Telesur se ha unido a Al-Jazeera para informar críticamente sobre los acontecimientos. Dejando atrás el tema de la misión de la MINUSTAH, Telesur ha concentrado su atención como un haz de láser sobre las erróneas prioridades establecidas por los Estados Unidos en el país caribeño. Mientras que la mayoría de los estadounidenses ven los medios mayoritarios y se abandonan rendidos a un baño de autocomplacencia, Telesur ha dibujado una imagen más oscura de la respuesta dada a la crisis por EE.UU..
Por ejemplo, en un reportaje Telesur se centró en la política de EE.UU. hacia los inmigrantes haitianos. Según la historia, los funcionarios de EE.UU. han elaborado planes para albergar a los inmigrantes en la base naval de EE.UU. en Guantánamo, en lugar de trasladarlos a los Estados Unidos. Mientras tanto, barcos de EE.UU., incluyendo el portaaviones USS Carl Vinson, están listos para interceptar y repatriar a los desesperadamente necesitados, si fuera menester.
En otro reportaje Telesur informó del malestar de la Unión Europea con respecto a las actividades de ayuda de EE.UU. en Haití. Según el reportaje, la UE desea más coordinación en las labores de socorro y menos presencia militar extranjera en Haití. Reed Lindsay, corresponsal de Telesur en Haití, señala que son los militares usamericanos los que deciden quién entra y quién sale del aeropuerto de Puerto Príncipe, así como qué tipo de ayuda humanitaria se canaliza a través de él. Según los reportajes de Telesur, el malestar de la UE es compartido por muchos gobiernos latinoamericanos, que temen que los EE.UU. utilicen la crisis de Haití para poner en marcha una ocupación militar.
¿Podrían los militares de EE.UU. perder la paciencia con las informaciones que difunden los medios extranjeros, que han demostrado ser mucho menos deferentes con Washington en lo que respecta a la cobertura de Haití? Merece la pena mencionar aquí un reciente informe de Prensa Latina, de Cuba. Según la noticia, marines de EE.UU. prohibieron recientemente a periodistas de Venezolana de Televisión la entrada a los hospitales de Haití. En el hospital central de Haití los haitianos que buscaban ayudar a sus seres queridos internados en el recinto fueron supuestamente maltratados. Los que trataron de llevar agua y comida a sus familiares no pudieron entrar en el hospital, pues los marines les impidieron entrar en las instalaciones.
Al-Jazeera siempre ha demostrado ser una espina en el ojo de los militares estadounidenses. Ahora Washington también debe lidiar con la estrella ascendente, Telesur. En los próximos días, a medida que los esfuerzos de socorro progresen en Haití, las relaciones entre el Pentágono y estas nuevas cadenas de información pueden hacerse cada vez más problemáticas.