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Los muertos empiezan a hablar en la India

Fuentes: The Guardian

A eso de las 3 h. a.m. del 23 de septiembre, pocas horas después de su llegada al aeropuerto de Delhi, el radioperiodista estadounidense David Barsamian fue deportado. Este hombre peligroso, que produce de forma independiente programas para la radio pública, ha estado visitando la India desde hace 40 años, haciendo cosas tan peligrosas como aprender […]

A eso de las 3 h. a.m. del 23 de septiembre, pocas horas después de su llegada al aeropuerto de Delhi, el radioperiodista estadounidense David Barsamian fue deportado. Este hombre peligroso, que produce de forma independiente programas para la radio pública, ha estado visitando la India desde hace 40 años, haciendo cosas tan peligrosas como aprender el urdu y el sitar.

Barsamian ha publicado un libro de entrevistas con intelectuales conocidos como Edward Said, Noam Chomsky, Howard Zinn, Ahmed Ejaz y Tariq Ali (e incluso hace una aparición como un joven entrevistador en la película documental de Peter Wintonick «Manufacturando el consenso«).

En sus viajes más recientes a la India ha hecho una serie de entrevistas para la radio a activistas, académicos, cineastas, periodistas y escritores (me incluyo). Su trabajo lo ha llevado a Turquía, Irán, Siria, Líbano y Pakistán. Nunca ha sido expulsado de ninguno de estos países. ¿Entonces por qué la mayor democracia del mundo se siente tan amenazada por este solitario tocador de sitar, hablante del urdu y productor de izquierda? Así es como Barsamian lo explica: «Todo es cuestión de Cachemira. He trabajado en Jharkhand, Chhattisgarh, Bengala Occidental, las presas de Narmada, los suicidios de los agricultores, el pogromo de Gujarat y el caso Binayak Sen. Pero es Cachemira, que está en el centro de las preocupaciones del Estado indio. El discurso oficial no se debe impugnar».

Los informes de noticias sobre su deportación citan fuentes «oficiales» diciendo que Barsamian había «violado las normas de su visa durante su visita en 2009 a 2010 por hacer trabajo profesional en posesión de un visado de turista». Las normas de visado en la India son una interesante muestra de las preocupaciones del gobierno. En uso de una bandera hecha jirones como consecuencia de la «guerra contra el terror», el Ministerio del Interior ha decretado que los estudiosos y académicos invitados a conferencias y seminarios requieren una autorización de seguridad antes de conceder las visas. Por el contrario, ni los ejecutivos de las empresas ni los empresarios la necesitan.

Así que si alguien quiere invertir en una presa, construir una planta de acero o comprar una mina de bauxita no será considerado un peligro para la seguridad, mientras que un erudito que quiera participar en un seminario sobre, por ejemplo, el desplazamiento, comunalismo o aumento de la malnutrición en una economía globalizada, sí. Terroristas con malas intenciones habrán adivinado que están más seguros con trajes de Prada y pretendiendo que quieren comprar una mina antes de admitir que desean asistir a un seminario.

David Barsamian no viajó a la India para comprar una mina o asistir a una conferencia. Él sólo vino a hablar con la gente. La denuncia en su contra, de acuerdo con «fuentes oficiales» es que había informado sobre los acontecimientos en Jammu y Cachemira durante su última visita a la India y que esos informes «no se basaban en los hechos». Recuerde, Barsamian no es un periodista, es un hombre que tiene conversaciones con la gente, la mayoría disidentes, sobre las sociedades en que viven.

¿Es ilegal para los turistas hablar con la gente de los países que visitan? ¿Sería ilegal viajar a los EE.UU. o Europa y escribir sobre la gente que conocí, aunque mi forma de escribir no se base en los datos oficiales? ¿Quién decide qué «hechos» son correctos y cuáles no? Si Barsamian ha sido deportado fue por lo que grabó sobre Cachemira, el lugar con la más alta concentración militar del mundo (se estima que están desp`legados 600.000 militares para una población de 10 millones de personas).  

David Barsamian no es la primera persona deportados por Cachemira. El profesor Richard Shapiro, un antropólogo de San Francisco, fue deportado desde el aeropuerto de Delhi en noviembre de 2010 sin ninguna razón. Probablemente era una forma de castigar a su pareja, Angana Chatterii, coordinadora del Tribunal Internacional de los Pueblos sobre los derechos humanos y la justicia que por primera vez hizo una crónica de la existencia de fosas comunes sin identificación en Cachemira.

En septiembre de 2011 Mayo Aquino, de la Federación Asiática contra las Desapariciones Forzadas o Involuntarias (AFAD), Manila, fue deportado desde el aeropuerto de Delhi. A principios de este año, el 28 de mayo, el extrovertido activista indio de los derechos democráticos Gautam Navlakha, fue deportado a Delhi desde el aeropuerto de Srinagar. Farook Abdullah, el ex ministro jefe de Cachemira, justifica la deportación diciendo que escritores como Navlakha y yo no teníamos por qué entrar en Cachemira.

Cachemira se encuentra en proceso de aislamiento, separada del mundo exterior por dos anillos concéntricos de patrullas fronterizas -en Nueva Delhi, así como Srinagar- como si ya fuese un país libre, con su propio régimen de visados. Dentro de sus fronteras, por supuesto, se ha abierto la veda para el gobierno y el ejército. El arte de controlar a los periodistas de Cachemira y la gente común con una combinación mortal de sobornos, amenazas, chantajes y un amplio espectro de crueldad indecible se ha convertido en una forma de arte.

Mientras el gobierno trata de silenciar a los vivos, los muertos han comenzado a hablar. Barsamian planeó un viaje a Cachemira justo cuando la comisión estatal de derechos humanos se avergonzó al reconocer oficialmente la existencia de 2.700 fosas comunes en los tres distritos de Cachemira. Los informes de miles de tumbas más están llegando de otros distritos. Quizás no sea delicado avergonzar al gobierno de la India justo cuando el historial de la India se debe revisisarse ante el Consejo de Derechos Humanos.

Además del peligroso David, ¿a quién tiene miedo la mayor democracia del mundo? A Lingaram Kodopi, un joven adivasi de Dantewara en el estado de Chhattisgarh, que fue detenido el 9 de septiembre. La policía dice que lo sorprendió in fraganti en un mercado, mientras recibía dinero para el Partido Comunista de India (maoísta), a cambio de protección de Essar, una empresa minera de mineral de hierro. Su tía Soni Sori dice que fue detenido por policías de paisano en un coche blanco Bolero de la casa de su abuelo en el pueblo de Palnar. Curiosamente, la policía dice que detuvo a Lingaram pero que le puso en libertad. Esta es sólo la última de una serie de acusaciones extravagantes contra Lingaram. Su crimen real es que es el único periodista que habla Gondi, el idioma local, y que sabe cómo recorrer los senderos del bosque en la zona de Dantewada, otra zona de guerra en la India de la que no hay noticias y no tiene que haberlas.

Después de haber firmado memorandos secretos en vastas extensiones de tierras indígenas tribales en el centro de la India con empresas mineras y las corporaciones multinacionales, el gobierno ha comenzado a inundar los bosques con cientos de miles de fuerzas de seguridad. Toda resistencia ha sido calificada de «maoísta» (en Cachemira todos son «elementos yihadistas»).

A medida que la guerra civil se hace más cruenta, cientos de aldeas han sido arrasadas por el fuego. Miles de adivasis han huido como refugiados a los países vecinos. Cientos de miles de personas están viviendo aterrorizadas, escondidas en los bosques. Las fuerzas paramilitares han sitiado la selva, realizar viajes a los mercados para las provisiones y medicamentos esenciales es una pesadilla para los aldeanos. Un número incalculable de personas sin nombre está en la cárcel, acusadas de sedición y guerra al Estado, sin abogados para defenderlos. Muy pocas noticias salen de los bosques, y no hay recuento de cuerpos.

Así que no es difícil ver por qué los jóvenes como Lingaram Kodopi representan una amenaza. Antes de convertirse en periodista era un conductor de Dantewada. En 2009 la policía lo detuvo y confiscó su Jeep. Fue encerrado en un pequeño aseo por 40 días, donde le presionaron para convertirse en un agente de la policía especial en el Salwa Judum [paramilitares], un ejército de vigilantes patrocinado por el gobierno que obliga a huir a la gente de sus pueblos (Salwa Judum ha sido declarado inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia).

La policía liberó a Lingaram después que el activista gandhiano Kumar Himanshu presentó una petición de hábeas corpus en los tribunales. Pero entonces, la policía detuvo al anciano padre Lingaram y otros cinco miembros de su familia. Atacaron su aldea y amenazaron a los pobladores si lo protegían. Con el tiempo Lingaram escapó a Delhi, donde amigos y admiradores le consiguieron la admisión en una escuela de periodismo. En abril de 2010 viajó a Dantewada y acompañó a los aldeanos a Delhi para dar testimonio en el tribunal de los pueblos independientes «sobre la barbarie del Salwa Judum y las fuerzas policiales y paramilitares». En su testimonio, Lingaram también fue muy crítico con los maoístas.

Eso no sirvió para la policía de Chhattisgarh. El 2 de julio de 2010, el alto líder maoísta, el camarada Azad, portavoz oficial del partido maoísta, fue capturado y ejecutado por la policía de Andhra Pradesh. El subinspector general Kalluri, de la policía de Chhattisgarh, anunció en una conferencia de prensa que Lingaram Kodopi había sido elegido por el partido maoísta para asumir el papel del camarada Azad. La acusación causó risa hasta el punto que la policía tuvo que retirarla. Poco después acusó a Lingaram de ser el cerebro de un ataque maoísta a un legislador del Congreso [Nacional Indio, el partido en el poder]. Sin embargo, por extraño que parezca, no hizo nada para detenerlo.

Lingaram permaneció en Nueva Delhi, completó su curso y recibió su diploma en periodismo. En marzo de 2011, las fuerzas paramilitares quemaron tres aldeas de Dantewada, Tadmetla, Timmapuram y Morapalli. El gobierno de Chhattisgarh culpó a los maoístas. La Corte Suprema de Justicia asignó la investigación a la Oficina Central de Investigaciones. Lingaram volvió a Dantewada con una cámara de vídeo y viajó de pueblo en pueblo para documentar de primera mano los testimonios de los pobladores, que acusaron a la policía. De esta manera se convirtió en uno de los hombres más buscados en Dantewada. El 9 de septiembre, la policía finalmente le detuvo.

Lingaram se ha unido a una impresionante lista de recolectores de noticias molestas y difusores de lo que ocurre en Chhattisgarh. Uno de los primeros silenciados fue el célebre doctor Binayak Sen, el primero que dio la alarma sobre los crímenes de Salwa Judum, que se remontan a 2005. Fue arrestado en 2007, acusado de maoísta, y condenado a cadena perpetua. Después de años de prisión, ahora está en libertad bajo fianza.

Kunjam Kopa fue mi primera guía en las aldeas del bosque de Dantewada. En el tiempo que trabajó con ashram [una institución de filosofía gandhiana] Vanvasi de Kumar Himanshu y Kumar Chetna hizo exactamente lo que Lingaram trató de hacer mucho más tarde: viajar a aldeas remotas y documentar cuidadosamente el horror que se estaba desarrollando. En mayo de 2009 el ashram, el último refugio neutral de los periodistas, escritores y académicos que viajaban a Dantewada, fue demolido por el gobierno de Chhattisgarh.  

Kunjam fue detenido el día de los derechos humanos, en septiembre de 2009. Se le acusó de connivencia con los maoístas en el asesinato de un hombre y el secuestro de otro. El caso contra Kunjam Kopa ha comenzado a desmoronarse: testigos de la policía, incluido el hombre que fue secuestrado, han repudiado las declaraciones que supuestamente hicieron a la policía. En realidad no importa, porque en la India, el proceso es el castigo.

Podría tomar años para que Kopa pueda establecer su inocencia. Muchos de los que fueron animados por Kopa para presentar quejas contra la policía han sido detenidos también. Eso incluye a las mujeres que fueron violadas. Poco después del arresto de Kopa Himanshu Kumar fue expulsado de Dantewada.

Con el tiempo, aquí también los muertos comienzan a hablar. Y no sólo morirán los seres humanos, será la tierra muerta, ríos muertos, montañas de muertos y criaturas muertas en bosques muertos, quienes insistirán en que se les oiga.

En esta era de la vigilancia, la vigilancia de Internet y las escuchas telefónicas, como la represión de los que hablan se convierte en más sombría cada día que pasa; es curioso cómo la India se está convirtiendo en el destino soñado de los festivales literarios. Muchos de estos festivales son financiados por las mismas empresas en cuyo nombre la policía ha desatado su régimen de terror.

El festival literario Harud en Srinagar (aplazado por el momento) estaba destinado a ser el más nuevo, el festival literario más emocionante en la India, «A medida que las hojas de otoño cambian de color al valle de Cachemira tendrá eco en el sonido de la poesía, el diálogo literario, el debate y los debates …».

Sus organizadores lo anuncian como «apolítico», pero no dicen de qué forma los gobernantes o súbditos de una brutal ocupación militar que se ha cobrado decenas de miles de vidas pueden ser «apolíticos». Me pregunto, ¿los invitados vienen con visas de turista? ¿Habrá posturas independientes de Srinagar [capital de Cachemira] y Nueva Delhi? ¿Necesitarán permiso de seguridad?

El estruendo festivo de toda esta libertad falsa ayuda a amortiguar el ruido de pasos en los pasillos del aeropuerto cuando los deportados se marchan, el clic que desactiva el bloqueo de las esposas, el fuerte y frío estruendo metálico de las puertas de la cárcel.

Nuestros pulmones se renuevan gradualmente de oxígeno. Tal vez es el tiempo en que todo el aire que queda en nuestros cuerpos diga: «Abra las puertas con sangre».

Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés

Fuente: http://www.guardian.co.uk/commentisfree/libertycentral/2011/sep/30/kashmir-india-unmarked-graves

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