Contradiciendo las recientes afirmaciones de las Naciones Unidas de que el movimiento Lavalas estaría muerto, una multitud de más de 100.000 personas, según cálculos, ocupó las calles de las siete mayores ciudades de Haití en demanda del fin de la ocupación de la ONU, libertad para los presos políticos y retorno del presidente exiliado Aristide. […]
Contradiciendo las recientes afirmaciones de las Naciones Unidas de que el movimiento Lavalas estaría muerto, una multitud de más de 100.000 personas, según cálculos, ocupó las calles de las siete mayores ciudades de Haití en demanda del fin de la ocupación de la ONU, libertad para los presos políticos y retorno del presidente exiliado Aristide. Lavalas es el movimiento político de la mayoría desesperadamente pobre del país y el partido político del presidente Jean-Bertrand Aristide, derrocado el día 29 de febrero de 2004 en un golpe apoyado por los Estados Unidos, Francia y Canadá.
A pesar de que las mayores manifestaciones tuvieron lugar en la capital Puerto Príncipe y en Cap-Haïtien, la segunda mayor ciudad del país, informan que miles de personas han participado en actos similares en Port-de-Paix, Hinche, La Kay, St. Marc y Miragoane. Actos de menor porte habrían ocurrido también en las ciudades de Jacmel, Leogane y Gonaïves.
El enviado especial de la ONU en Haití, Edmond Mulet, había declarado hace una semana que «[mítines exigiendo el regreso del presidente Aristide] han logrado reunir a unas 3.000 personas, y últimamente quizás solamente 75… 50 personas. Por lo tanto entiendo que el asunto relativo al anterior presidente Aristide carece ya de actualidad en el ámbito político haitiano, y que su movimiento -la familia Lavalas- está muy dividido, debilitado». Mulet hizo esos comentarios durante un foro-mesa redonda patrocinado por el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) en 31 de enero último en Washington D.D.
La información sobre esas manifestaciones en Haití ha sido objeto de un virtual apagón mediático por parte las grandes grupos mediáticos. Solamente la Asociación de Prensa (AP) ofreció un corto despacho informativo sobre las protestas ocurridas en Puerto Príncipe, e informaron solamente que «centenas» de personas habrían estado presente en las manifestaciones. Fotos de AP aparecieron también en Yahoo News pero parecían haber sido cuidadosamente seleccionadas para minimizar el número de participantes en la capital haitiana.
Pierre-Antoine Lovinsky, de la Fundación 30 de Septiembre, declaró durante las manifestaciones del miércoles que «Lavalas sigue siendo el mayor movimiento político de Haití, como se ha demostrado otra vez. La ONU y la prensa internacional pueden hacer lo que mejor que puedan para marginarlo y encubrir la verdad, pero esa gente está aquí para quedarse y nunca han sido tantos como ahora. El Sr. Mulet y la Comunidad Internacional han caído en su propia red de falsedades».
Atestando una de las principales vías de la capital, la Ruta Delmas, la marcha se extendía por varios kilómetros desde la fachada del cuartel general del Consejo Electoral Provisional (CEP) , en Delmas 48, hasta más allá del Carrefour Aviation y de una plaza central inaugurada en su día por Aristide con el nombre de Place Miel. Los manifestantes entonaban consignas contra las recientes elecciones nacionales y locales, acusando al CEP, apoyado por la ONU, de haber orquestado una masiva campaña de fraude electoral. Decenas de miles de partidarios de Lavalas paralizaron la capital durante más de una semana en febrero de 2006, en desafío al fiasco de las elecciones presidenciales patrocinadas por la ONU con 76 millones de dólares. El CEP intentó protagonizar un conteo fraudulento de los votos con el objetivo de impedir que el actual presidente Rene Preval asumiera el cargo.
Cuando la manifestación llegó a la entrada del Palacio Nacional de Haití, los manifestantes parecían decididos a recordarle al presidente Préval que ellos fueron los que le brindaron el cargo. «Préval no cuenta con una base política propia. Su partido, el Lespwa, no tiene ninguna base política, y fueron los partidarios de Lavalas los que le eligieron presidente y luego lucharon contra el fraude para que pudiera asumir el cargo», gritaba Jean Luckenson, de 32 años, para que se le pudiera oír sobre ruidosa multitud. Seguía: «¡Preval debe impedir que la ONU siga asesinando a gente inocente en Cité Soleil!», al mismo tiempo que la multitud comenzó a entonar la consigna «¡Justicia para las víctimas de Cité Soleil!», en alusión a las recientes operaciones militares de la ONU en el barrio costero de chabolas de Cité Soleil en diciembre último y a principios de enero, de las que siguen apareciendo evidencia de que más de 30 personas desarmadas fueron asesinadas, y otras decenas heridas. El presidente Préval habría sancionado personalmente las operaciones militares, según representantes de la ONU citados en la prensa internacional.
Un momento álgido de la protesta se dio cuando la marcha llegó al cuartel militar de la ONU en Lalue, también conocida como la Avenida John Brown. Los manifestantes lanzaron entonces insultos contra el personal de la ONU que estaban protegiendo las instalaciones con la ayuda de una ingente falange de soldados fuertemente armados. «¡Abajo la ONU!» era la consigna común que se oía mientras la marcha pasaba de largo sin incidentes.
Además de la autoimpuesta censura en la cobertura informativa de las manifestaciones del miércoles por los grandes medios informativos internacionales, también existen denuncias de censura de parte de los medios radiotelevisivos haitianos. Según Andre Joseph, cuyo popular programa Variedad y Vibraciones se puede oír diariamente en la Radio WLQY de Miami, «mi programa se retransmitía diariamente en la Radio Indigene de Puerto Príncipe. El propietario me ha informado ahora que el programa ya no será transmitido debido a las amenazas de muerte que ha recibido. También me dijo que la ONU amenazó con boicotear su estación y retirar toda publicidad financiada por la comunidad internacional si se empeñaba en seguir emitiendo mi programa. Ellos son hoy los mayores anunciantes en Haití, y de esa manera controlan los medios». Otro propietario de una de las mayores emisoras de radio de Haití, que habló bajo condición de anonimato, añadió que «nos están imponiendo una presión tremenda para que censuremos las noticias. Especialmente las operaciones militares en Cite Soleil. Las presiones vienen no solamente de la ONU pero también de CONATEL, el consejo de licenciamiento de emisoras. No estás sujeto solamente a perder los ingresos aportados por los grandes anunciantes, pero también puedes tener ahora que enfrentarte a la privación de tu licencia de emisión. La ONU está obsesionada por la forma como hacemos la cobertura informativa de sus operaciones. Jamás había visto antes algo parecido en Haití».
El video exclusivo de HIP de las operaciones militares de la ONU del 22 de diciembre de 2006 muestra los riesgos a que tienen que enfrentarse los periodistas haitianos para poder cubrir los acontecimientos. Se ve en la cámara a un grupo de periodistas tomando abrigo en una casa después de haber sido tiroteados por las tropas de la ONU. Uno de los periodistas grita a través de un móvil: «¡No sabemos porque nos están disparando. Estamos inmovilizados y necesitamos que envíes un coche para decirles que cesen de disparar en nuestra dirección. No queremos que nos maten a nosotros también!»