En medio de la peor de las demagogias politiqueras de las etiquetas de la dictadura el asesinato de dos abogados hondureños en menos de dos días, remarca la alta tasa de homicidios de este país centroamericano y que en el mundo es conocido como el más peligroso para vivir. Latinoamérica, 24 de sep. En un […]
En medio de la peor de las demagogias politiqueras de las etiquetas de la dictadura el asesinato de dos abogados hondureños en menos de dos días, remarca la alta tasa de homicidios de este país centroamericano y que en el mundo es conocido como el más peligroso para vivir.
Latinoamérica, 24 de sep. En un entorno de algarabía politiquera, en Honduras los indicadores de las Organización de la Naciones Unidas (ONU), sitúan a este país como el territorio latinoamericano en donde más homicidios se cometen en todo el mundo.
En 2011, esta nación centroamericana registró una tasa anual de homicidios de 86,5 por cada 100,000 habitantes, estadística que convierte a este país en uno de los más violentos del continente americano.
El asesinato del profesional del derecho, José Antonio Trejo de 41 años, en la colonia América en Comayagüela en el Distrito Central de Honduras, es otro claro mensaje para quienes defienden los derechos humanos en Honduras.
Trejo era apoderado legal del Movimiento Auténtico Reivindicador Campesino del Aguán (MARCA) y falleció a causa de laceración cerebral producido por disparos de arma de fuego, según el informe de la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DNIC).
Defensor de campesinos
Recientemente el abogado Trejo fue una de las 25 personas detenidas en una manifestación realizada el 21 de agosto junto con campesinos del Aguán que reclaman tierras en el departamento de Colón, en el Caribe de Honduras. La manifestación se efectuó en la Corte Suprema de Justicia.
Para esa fecha Trejo declaró ante la prensa nacional de ese país que la policía nacional estaba haciendo una cacería debido al desalojo que las fuerzas del orden público hicieron en la sede del poder judicial, justo cuando Trejo fue desalojado junto con los campesinos del valle del Bajo Aguán.
Hechos violentos que demuestran la intolerancia imperante en Honduras, que sigue cobrando la vida de personas que contrarían la dictadura en que está sometida la nación centroamericana.
Dos días después, esta intolerancia vuelve a resurgir en las 11 perforaciones de bala que sufrió el fiscal de los Derechos Humanos, Eduardo Díaz Mazariegos en la ciudad de Choluteca al sur de Honduras.
Vampiros de derechos humanos
Según el reporte preliminar de las autoridades policiales el hecho ocurrió ayer a las 11 de la mañana, cuando dos sujetos que se transportaban a bordo de una motocicleta dispararon contra el fiscal cuando él salió de la oficina regional del Ministerio Público.
Ante estos hechos que enlutan a Honduras, algunos organismos de derechos humanos no gubernamentales y oficiales del país, se reúnen en casa de Gobierno con quienes alimentan la dictadura y dan las órdenes para reprimir el irrespeto a la vida, cuyo derecho fundamental del humano sigue siendo pisoteado.
En sendos comunicados y condenas internacionales estos seudo defensores de los derechos humanos, extienden su mano para enriquecer sus bolsillos con donaciones provenientes de Dinamarca, Noruega y de otras naciones cooperantes que envían altas sumas de dinero para el respeto de los derechos humanos.
Sumado a esto las etiquetas de la derecha y la izquierda representadas en varias facciones de los partidos políticos hacen caso omiso a la guerra de baja intensidad que se libera desde hace un buen tiempo en este pequeño país, mientras incansablemente persiguen como locos despavoridos a su manada de votantes para las próximas elecciones primarias.
Aunque las banderas de lucha son muchas, son reducidas a pequeños discursos politiqueros que se auto mencionan como grandes defensores de la soberanía, ejemplo de esto es el caso de las ciudades modelos que son politizadas incansablemente, por las etiquetas de la derecha y la izquierda.
Fantasma vivo
Estas ciudades modelos nacieron en tiempos del ex presidente hondureño- panameño Ricardo Maduro Joest, (2002-2006), quien junto a otros empresarios centroamericanos y de origen árabe y judío, ya habían finiquitado este proyecto monopólico que hasta ahora resurge como un fantasma que nunca había muerto.
Es condenable el asesinato de estos defensores de los derechos humanos quienes a través de las leyes, intentaron crear un equilibrio legislativo y respeto a quienes se les irrespeta las leyes en un país que se legisla para los que disponen del millonario capital hondureño.
Pero, es aún más penoso que algunos defensores de los derechos humanos y las etiquetas de la derecha y la izquierda hondureña remarcan su sed de poder, viviendo de los muertos que perecen en la peor de las etapas por la que ha pasado Honduras.
Los países que verdaderamente aman y respetan la vida condenan estos hechos que asesinan a quienes desean promulgar leyes, a favor de las grandes mayorías. El asesinato de estos dos abogados comprueba que las leyes en Honduras son masacradas cuando son parcializadas, a los que sobreviven el día y no la vida.
El autor de este artículo es corresponsalía voluntaria de la revista Caros Amigos editada en São Paulo, Brasil para Centroamérica, La Agencia informativa Latinoamericana Prensa Latina, Kaos en la red y El portal http://desacato.info editado en Florianópolis, Brasil.
Cualquier atentado o amenaza para el autor de este artículo es responsabilidad de quienes representan y gobiernan el Estado de Honduras.
Fuente: http://alainet.org/active/58180