La casi totalidad de las preocupaciones directivas del Frente Amplio uruguayo (FA) se encuentran concentradas en lo que en Uruguay se denomina «rendición de cuentas», que no es otra cosa que una ley que el poder ejecutivo envía al parlamento para su tratamiento. Establece los instrumentos tributarios y asigna a su vez las partidas presupuestarias […]
La casi totalidad de las preocupaciones directivas del Frente Amplio uruguayo (FA) se encuentran concentradas en lo que en Uruguay se denomina «rendición de cuentas», que no es otra cosa que una ley que el poder ejecutivo envía al parlamento para su tratamiento. Establece los instrumentos tributarios y asigna a su vez las partidas presupuestarias para cada sector del Estado, garantizando su funcionamiento y metas. Sintoniza de este modo la prioridad que el Presidente Tabaré Vázquez le asignó en su discurso del miércoles por cadena nacional. Resulta una curiosidad, particularmente para lectores del exterior, que la comunicación presidencial (que al cumplirse cada año de mandato dirige a los ciudadanos) la conciba encomiablemente con el mismo significante: rendición de cuentas. Algo que había ejercitado en su primer mandato y que reitera en éste, constituyendo una marca distintiva con toda la tradición fiduciaria y jurídicamente irresponsable de todos los gobiernos conservadores que precedieron al del FA. Cualquiera sea la evaluación del contenido de tal devolución a la ciudadanía, el sello resulta indeleble y sienta un precedente a modo de peldaño en la escalera política de construcción consciente del destino de la sociedad. A ello debe sumarse el énfasis puesto en el cumplimiento del programa de gobierno con el que se postuló ante el electorado, cuya confección no le pertenece en exclusividad, sino que fue el resultado de una compleja -y tan admirable como perfectible- elaboración colectiva de más de 1.500 representantes en el Congreso Hugo Cores de noviembre de 2013.
Una controversia vinculada a esta cuestión (a la que ya aludí tangencialmente el pasado domingo) proviene de la iniciativa de la Mesa Política del FA de acercar a Vázquez las aspiraciones y prioridades que tiene respecto a tal rendición de cuentas, para lo cual encomendó a la Comisión de Programa la elaboración de un documento de trabajo, disparador del debate, cuya primera versión fue tomada en algunos fragmentos por el derechista diario «El País», agregando además afirmaciones de elaboración propia. La operación de prensa del diario está dentro de lo previsible: tomar algunos recortes que reflejan posiciones de algunos sectores frentistas como verdaderas resoluciones, sacarlas de contexto y azuzar a los partidos tradicionales para que polemicen con tales supuestas propuestas.
Nada fuera de lo esperable ni menos aún atribuible a otra causa que la deshonestidad intelectual y carencia de ética periodística del medio. La preocupación del Presidente del FA, Javier Miranda, respecto a que los frenteamplistas terminen discutiendo sobre los titulares de la prensa, merece dos consideraciones. La primera es que para que discutan sobre otras fuentes y estímulos, habría que producirlos. La segunda es que resulta imposible y hasta indeseable que la elaboración colectiva de documentos carezca de difusión. Porque cualquiera de las instancias de elaboración colegiada la integran representantes de muy diversos sectores y/o bases organizadas, los que a su vez deberían consultar y someter la discusión en sus propios ámbitos a fin de llevar luego las respectivas posiciones. De lo contrario intervendrían con sus opiniones personales, cosa muy poco representativa. Obviamente el grado de socialización de sus contribuciones variará en cada sector según sus pautas orgánicas y reglas institucionales, pero en cualquier caso habrá muchísimas decenas de militantes, dirigentes y representantes involucrados. Comparto con Miranda la calificación de irresponsabilidad sobre quienes hayan entregado el documento al diario derechista. Pero suponer que los debates en comisiones o instancias de dirección acotadas como la Mesa Política, y hasta el Secretariado no trasciendan me resulta ingenuo. Deduzco que la solución que propuso la presidenta de la comisión de publicar in extenso los documentos en la web del FA encontró resistencias, porque tales textos brillan por su ausencia y mis propias alusiones están basadas en la prensa, precisamente lo que se enuncia querer evitar.
La información discurre de manera inorgánica y espasmódica por ausencia o pobreza de comunicación oficial. Mientras varios sectores tienen órganos de prensa propios y medios digitales de difusión, el FA solo exhibe una página web unidireccional, insustancial y desactualizada. Por caso, a menos de un mes de retomar las sesiones de su máxima autoridad, el Congreso, no hay una sola línea por vía alguna que organice o estimule el debate. No extraña entonces que lo que el FA no comunica, lo hagan terceros con todas las potenciales tergiversaciones. El FA, orgánicamente y en su conjunto, hoy no debate. A lo sumo lo hacen los sectores y las instancias formales y en su ámbito temático, los sindicatos y movimientos sociales. La única referencia al Congreso la formuló Miranda en la prensa. Afortunadamente la de izquierda, como este diario, pero prensa al fin. El FA optó por el más complejo pero a la vez fascinante de los caminos de producción de insumos y propuestas. A diferencia de Podemos, como ya comparé en un artículo reciente, elabora sus propuestas, insumos y programas de manera colectiva, no optando entre alternativas cerradas. Sería absurdo concluir que este mérito y desafío resulte un obstáculo.
Existen sin embargo, racimos de iniciativas capilares que por impulso propio intentan organizar discusiones, interconectar a la militancia y enriquecer al frentismo. Sólo ejemplificaré con las que conozco fehacientemente por involucramiento. El edil del departamento de San José, Jorge Pipe García, y la economista Yanina Corsini crearon el grupo de whatsapp «Comité virtual FA», una convergencia sumamente plural y fraternal de frenteamplistas que intercambia opiniones con una profusión e intensidad que exige una atención tan inusual como atrapante. Está basado en una tecnología de acceso restringido lo que lo hace diferir con un comité de base tradicional. Tampoco lo es el tipo y profundidad de los debates, al menos respecto a mi experiencia en comités, ya que la enjundia, profundidad y fundamento de las intervenciones es más propio de un think tank que de un organismo de base. Probablemente lo explique el hecho de que participan de la experiencia (actuales o ex) ministros, intendentes departamentales, legisladores diversos, altos directivos de empresas públicas y entes descentralizados, intelectuales e investigadores. Las temáticas se suceden en una libre progresión espontánea que siempre está fundada en datos precisos, documentación y aportes propositivos. Y no es menor la dosis de humor. Escribía en ese ámbito que buena parte de las intervenciones enriquecerían trabajos como los de la comisión de programa o hasta las discusiones del inminente Congreso, para lo cual harían falta vasos comunicantes.
En un plano completamente diferente de autoorganización e inciativa, el Comité Morroni de Buenos Aires organiza hoy un acto en la plaza de San Martín, conmemorativo de los 46 años del FA, que se espera cuente con una nutrida concurrencia de organizaciones y movimientos populares locales. Será una ocasión no sólo para hacer un balance de la experiencia frentista para la propia diáspora uruguaya, sino también para exponer la naturaleza del frentismo, atrayendo e ilustrando a militantes de esa orilla, hoy dispersos o constreñidos ante la descomposición política del supuesto progresismo argentino. De hecho los aportes porteños individuales a la militancia frenteamplista no son ninguna novedad. Aunque por goteo, se suceden. La sola comparación del discurso del Presidente Vázquez, fundado en datos y propuestas, contra los slogans, mendacidad, apelaciones hueras a la esperanza y buenos deseos de la payasesca intervención ante la asamblea legislativa de su par Macri el mismo 1° de marzo, puede sintetizar la diferencia entre la realidad política de las dos orillas.
Por último, otra iniciativa participativa constituye la página http://cuartointermedio.org que mencioné el domingo pasado. A diferencia de los ejemplos anteriores carece de restricciones a la participación, aunque no cosechó aún mayores aportes. Como el resto, lo hará finalmente porque expresa una necesidad política: la de reactivación, interacción e involucramiento al interior del FA.
El gobierno cumple su función en el contexto internacional de época que le toca y lo hace con creces. Baste recordar que sus dos vecinos -gigantes en proporción- se hunden en la recesión (con caída de 2,5% y 3,5% del PBI uno y otro) y la corrupción que, lejos de superarse, se realimenta en sus nuevas administraciones, para no entrar en más detalles comparativos. Pero no es función del gobierno movilizar, ni encender debates, sino gestionar el Estado. Es la fuerza política que lo llevó al poder ejecutivo y al parlamento la que tiene que acometer la tarea de controlar la gestión para el cumplimiento del programa, movilizar a toda su militancia y socializar la información para estímulo de los debates. No es algo incompatible con las iniciativas varias que sectores, bases, comités o movimientos puedan darse. Lo es con la incomunicación, la inorganicidad y el espontaneísmo. No hay por qué admitir naturalizadamente que el acceso al gobierno produzca un efecto sedativo o anestesiante de la dinámica social en general y militante en particular. El mutismo es superable por arriba o por abajo.
O por ambos extremos a la vez.
Emilio Cafassi. Profesor titular e investigador de la Universidad de Buenos Aires
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