Una reciente encuesta de Vox Latina revela que un porcentaje importante de la población guatemalteca, cercano al 33%, tiene opinión contraria al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, TLC. La encuesta sacude el principal argumento del Ejecutivo para la aprobación del TLC: el carácter marginal de la oposición («un pequeño grupo que decide por […]
Una reciente encuesta de Vox Latina revela que un porcentaje importante de la población guatemalteca, cercano al 33%, tiene opinión contraria al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, TLC.
La encuesta sacude el principal argumento del Ejecutivo para la aprobación del TLC: el carácter marginal de la oposición («un pequeño grupo que decide por los 12 millones de habitantes», según afirmó el presidente Berger a raíz de las protestas de marzo) versus la masividad del apoyo ciudadano a aquel.
Los datos afirman que, más allá de un pequeño grupo, el descontento suma cientos de miles de ciudadanas y ciudadanos. Son casi tantos como quienes dicen sí al TLC y más que aquellos que no saben. Es decir, más que los desinformados, los indiferentes, los desencantados, los que no participan, autentica mayoría silenciosa de prácticamente todas las democracias representativas.
Las encuestas no explican motivos; no sustituyen una consulta popular; tienden a reducir a cifras un arco iris de opiniones y matices. Las encuestas son fotografías del estado de ánimo poblacional en un momento concreto.
Pero como tal fotografía, la imagen del «NO» captada por Vox Latina contrasta con aquella que muestra a 126 diputados alzando la mano a favor del «SÍ» el 10 de marzo y la que refleja a un satisfecho Berger después de sancionar el Tratado días después. En estas otras imágenes el presidente y los diputados actuaron desconociendo las voces opositoras y negaron el derecho ciudadano a la consulta. Esta falta de respeto a la opinión de la población amenaza convertirse en crónico déficit democrático: tampoco la concesión de licencias de explotación minera a cielo abierto ha sido consultada, ni siquiera en las comunidades directamente afectadas.
Asimismo, la «foto» del no contextualiza el calendario de aprobación del TLC. El gobierno, probable conocedor del grado de repulsa (¿vía Secretaría de Análisis Estratégico, encuestas internas, inteligencia militar?) aceleró la votación en el Congreso y la sanción presidencial. El tiempo (manifestaciones, debates, opiniones) corría en este caso en su contra y la celebración de una Consulta Popular propuesta por el movimiento social y la Universidad de San Carlos hubiera significado una herida de muerte para el TLC.
La sociedad en movimiento
Por otra parte, y aunque las encuestas no lo indican, pareciera que muchos opositores al TLC no participaron activamente en las jornadas de protesta. Se aprecia una brecha entre las convocatorias del movimiento popular y la respuesta social, que se explica por razones externas e internas.
Entre las primeras, la histórica pero vigente inhibición social por el terror; y en la actualidad, la represión de la manifestación del 14 de marzo en Ciudad de Guatemala y de la concentración en el puente Naranjales, en Colotenango, el 15 de marzo (donde fue asesinado el campesino Juan López); represión que debilitó el movimiento opositor.
Las causas internas tienen que ver con los métodos de lucha empleados (reducidos prácticamente a bloqueos y manifestaciones); la participación débil de sectores sociales como estudiantes y mujeres; la desarticulación urbano-rural (presente en la dirección de las protestas y en el seno de las organizaciones sociales); y la todavía incipiente cohesión del Movimiento Indígena, Campesino, Sindical y Popular, MICSP. El reto para el movimiento social es convertir el significativo NO al TLC en corriente organizada promotora del cambio.
La encuesta-foto como tal, es estática. Hoy, una nueva imagen mostraría porcentajes de adhesión y oposición diferentes. Pero este punto de partida sanciona como imprescindible la difusión de información, la multiplicación del debate y la continuidad de la oposición al Tratado de Libre Comercio.