El primer paso del rey Gyanendra hacia lo que él entiende como la democratización de Nepal terminó en tropiezo. Durante las elecciones municipales, las calles y centros de votación estuvieron prácticamente desiertos, y, para colmo, la policía mató a un manifestante
Los comicios del miércoles en las 58 municipalidades de esta nación de Asia Meridional fueron boicoteados por los principales partidos opositores. Además, renunciaron unos 600 candidatos, algunos por razones de seguridad y otros por haber sido postulados sin su conocimiento, según aseguraron.
Según diversas versiones, dos aspirantes a integrar los gobiernos locales fueron asesinados por insurgentes.
Muchos de los candidatos fueron electos sin oposición e inmediatamente después de las elecciones se trasladaron a cuarteles del ejército o cárceles de todo el país, donde residirán transitoriamente bajo custodia.
Nepal, uno de los países más pobres de Asia, fue asolado durante una década por una guerra civil entre la insurgencia maoísta y las fuerzas de seguridad del gobierno, que dejó 13.000 muertos, la mayoría de ellos campesinos inocentes.
El rey Gyanendra dio un golpe de Estado por el que concentró todo el poder político al cesar en su cargo al primer ministro el 1 de febrero de 2005. Ya en 2002, había disuelto el parlamento, que no volvió a integrarse en las urnas.
El motivo que alegó fue el fracaso de los partidos políticos en frenar la corrupción, la insurgencia y las luchas internas que dominaron al país desde la revolución popular de 1990, cuando el entonces rey Birendra se despojó de su poder absoluto y acordó convertirse en monarca constitucional.
El año pasado, el rey Gyanendra anunció las elecciones locales del miércoles y las parlamentarias previstas para 2007, pero continúa gobernando asistido por un consejo de ministros que enmienda por decreto leyes fundamentales, algunas de las cuales tienen el fin de frenar a la oposición.
En las últimas dos semanas, casi 1.000 integrantes de partidos políticos y activistas sociales fueron encarcelados, algunos de ellos por un lapso de tres meses, por oponerse a los comicios locales.
Al menos otras dos docenas de personas fueron arrestadas el miércoles tras protestar contra las elecciones en Chitwan, al sur de Katmandú, informaron medios de comunicación locales.
La policía blandió bastones y disparó al aire para disolver la manifestación que tenía lugar allí. En el occidental distrito Dang la policía mató a un activista del ala marxista-leninista moderada del Partido Comunista de Nepal durante una manifestación.
El ministro del Interior, Kamal Thapa, autorizó el martes a las fuerzas de seguridad a dispararle a cualquiera que interfiriera con los comicios del miércoles.
Es probable que los encarcelados sean maltratados, según recientes informes de organizaciones locales e internacionales de derechos humanos cuyos miembros visitaron prisiones y centros de detención..
Muchos de los arrestados en semanas recientes fueron retenidos en centros superpoblados, sin un acceso apropiado a alimentos, medicinas, ropa, baños y otras instalaciones básicas garantizadas por ley, informó el domingo la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Nepal.
La oficina de Nepal del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos urgió el viernes al gobierno a liberar a todos los detenidos bajo la Ley de Seguridad Pública por protestas pacíficas.
«La gran mayoría de estas personas parecen haber sido arrestadas por ejercer su derecho a la libertad de reunión pacífica o expresar su opinión política», dijo el representante de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ian Martin.
Un votante enfatizó el miércoles que estaba sufragando para ejercer otro derecho. «Tengo derecho a votar. Yo lo sé. He trabajado en muchos países desarrollados. Soy apolítico. No me gustan los partidos», dijo Ratna Rai, un capitán retirado del ejército británico.
«Pero estoy muy enojado. En todos los países desarrollados y civilizados la gente tiene derecho a votar, a elegir sus líderes. Aquí, en Nepal, usan balas, explosiones y manifestaciones violentas para obtener poder», agregó, tras sufragar en el vecindario de Dilibazar, en el centro de Katmandú.
Cuando se cerraron las urnas, a las cinco de la tarde, alrededor de 10 por ciento de los 1.727 ciudadanos habilitados en la circunscripción electoral número 32 habían depositado sus sufragios en Dilibazar, uno de los cuatro centros de votación.
Los medios locales informaron que, a mediodía, la concurrencia era muy baja, de alrededor de 10 por ciento en muchas ciudades y pueblos.
La consulta estaba destinada a elegir alcaldes, subalcaldes y representantes de distrito en 58 municipalidades.
De 4.146 cargos, 1.277 ya quedado consagrados por falta de competencia electoral y 2.251 estaban vacantes, pues no se presentaron candidatos par cubrirlos. Un total de 1,4 millón de votantes estaban habilitados para emitir el sufragio, dijo la Comisión Electoral.
En el distrito 32 de Katmandú, nadie se postuló a presidente o representante, por lo que las elecciones se redujeron al cargo de alcalde y subalcalde de la capital.
Los votantes «no creen que esto tenga un impacto en la política nacional. Ellos han ido porque tienen ciertos problemas en casa o en sus vecindarios, y quieren a alguien que los pueda ayudar. Eso es positivo, porque es gobernanza local», dijo Khem Raj Nepal, presidente del Instituto para Estudios de Gobernanza Local.
«Las municipalidades son muy pequeñas. En ese sentido, las elecciones son realmente insignificantes. Pero, en teoría, es significativo tener elecciones en ciudades a causa del volumen y la variedad de servicios que brindan a las personas», dijo a IPS el ex secretario del Ministerio de Desarrollo Local de Nepal.
En realidad, la gobernanza local no está funcionando, agregó. «Aquellos que fueron electos sin oposición han renunciado. Aquellos que ya han prestado juramento no están en sus oficinas, sino en Katmandú, porque tienen miedo», dijo.
Los rebeldes maoístas, que lanzaron su levantamiento desde las empobrecidas colinas de Nepal occidental hace 10 años, controlan la mayor parte de las áreas rurales fuera de los pueblos protegidos con sacos de arena y alambres de púa.
Sus blancos fueron funcionarios del gobierno y trabajadores de los partidos políticos, lo que obligó a muchos a huir a las ciudades o incluso a cruzar la frontera hacia India. Decenas de miles de aldeanos comunes también fueron desplazados.
Las escuelas, a menudo ubicadas en estratégicos territorios elevados, son un escenario favorito tanto para los maoístas como para los soldados y policías que los persiguen.
La semana pasada, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) pidió al gobierno que no ubicara centros de votación en escuelas, pero el gobierno rechazó la solicitud.
También anunció que podría votarse sin presentar documento de identidad, aunque eso viola las propias normas del gobierno, y ordenó a los empleados públicos a votar. Normalmente, votar no es obligatorio en Nepal.
El martes, el ministro de estado para la Información y la Comunicación, Shrish Shumsher Rana, predijo que los ciudadanos desafiarían las amenazas maoístas y el boicot de los partidos políticos para votar.
La concurrencia a las urnas, agregó Rana con optimismo, «está más allá de lo que suponíamos, pero las personas se atreverán a votar, del mismo modo que los candidatos presentaron sus nominaciones».