El director del Departamento de No Proliferación y Control de Armas de la Cancillería rusa, Mijaíl Ulianov, manifestó preocupación por que Irán pueda abandonar el acuerdo nuclear y advirtió que ello constituiría lo que calificó como un gran fracaso para la comunidad internacional y opinó que las sanciones de Estados Unidos contra Irán no favorecían […]
El director del Departamento de No Proliferación y Control de Armas de la Cancillería rusa, Mijaíl Ulianov, manifestó preocupación por que Irán pueda abandonar el acuerdo nuclear y advirtió que ello constituiría lo que calificó como un gran fracaso para la comunidad internacional y opinó que las sanciones de Estados Unidos contra Irán no favorecían la aplicación del acuerdo nuclear sino que lo ponían en serio peligro.
«Vemos una retórica sumamente dura de la administración estadounidense y otra no menos dura en la respuesta por parte de Teherán. Se han impuesto las sanciones a Irán y naturalmente esto crea un ambiente desfavorable para la puesta en marcha del acuerdo nuclear», afirmó Ulianov a la agencia rusa RIA Novosti.
El histórico acuerdo de 2015 entre Irán y seis países, impuso límites al programa nuclear de Teherán, tiene como supuesto fin prevenir el desarrollo de las armas atómicas por Irán. Los países acordaron un plan de acción, cuyo cumplimiento levantaría las sanciones económicas y financieras impuestos previamente por el Consejo de Seguridad de la ONU, EEUU y la Unión Europea.
El nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, ha criticado en numerosas ocasiones este acuerdo, al expresar que su predecesor, Barack Obama, hizo demasiadas concesiones a los iraníes. Trump calificó este acuerdo como «uno de los peores».
El pasado 29 de enero Irán efectuó el lanzamiento de un misil balístico de alcance medio a unos 225 kilómetros de Teherán. «La prueba misilística estaba en línea con nuestros programas, y no permitiremos que otros países interfieran en nuestros asuntos de defensa», indicó el ministro iraní de Defensa, Hossein Dehkan.
El 3 de febrero, Washington aprobó sanciones contra Irán por su programa de misiles balísticos y, obedientemente, la Unión Europea exhortó a Teherán a no realizar tales ensayos «para no profundizar la desconfianza en la comunidad internacional» y apuntó que solo el Consejo de Seguridad de la ONU puede decidir si Irán ha violado o no el Tratado de No Proliferación Nuclear.
A nadie en el mundo escapa que es Estados Unidos quien «representa» a Occidente en todas las negociaciones que han tenido lugar en torno a este asunto. Así se hizo evidente cuando durante muchos años la humanidad estuvo sufriendo la angustiosa paralización de las discusiones sobre temas nucleares con Irán hasta que las autoridades norteamericanas aceparon pagar secretamente a Irán 1.700 millones de dólares por una antigua disputa entre ambos países. El desembolso se realizó como consecuencia de un viejo desacuerdo comercial entre ambos países, que databa de los años 70 y 80 del siglo pasado.
Según The Wall Street Journal, un primer avión con 400 millones de dólares llegó a Irán el 17 de enero, coincidiendo con la liberación de cuatro ciudadanos estadounidenses allí encarcelados.
Posteriormente, el 22 de enero y el 5 febrero, dos aviones más volaron con destino a Irán portando euros, francos suizos y otras divisas por un valor de 1.300 millones de dólares. Un portavoz del Departamento del Tesoro de Washington confirmó la operación y aclaró que se acordó esa forma de pago ―en efectivo pero no en dólares estadounidenses― a fin de burlar la eficacia de las sanciones a que aislaron a Teherán del sistema financiero internacional.
El pago derivaba de un negocio no concretado que se remontaba a 1979, cuando el entonces sha Mohammad Reza Pahlaví compró equipos militares estadounidenses que nunca pudo recibir a causa del derrocamiento de su gobierno por la Revolución Islámica.
Según el New York Times, los oficiales de la administración de Obama calculaban que Estados Unidos podía perder el juicio en el Tribunal de La Haya (Holanda) en cuyo caso acabarían pagando 10.000 millones de dólares por intereses. En tales circunstancias, Washington decidió en 2015 pagar la vieja deuda.
La humanidad debía seguir muy de cerca, y en detalle, toda negociación sobre no proliferación nuclear porque, en última instancia, resultan ser variantes de la proyección monopolista y chantajista con que Estados Unidos ha impuesto su hegemonía global, aunque excepcionalmente -y por caminos y motivos muy diferentes-, hayan logrado insertarse en el reducido club monopolista naciones pequeñas como Israel y la República Democrática Popular de Corea.
Las políticas de no proliferación, son apenas variantes de la política de monopolio atómico, atenuantes de sus efectos. Para los pueblos, obviamente, no acaban los peligros con la limitación o la reducción del número de países con capacidad nuclear militar.
¡La amenaza de guerra atómica sólo desaparece con el desarme general y completo, comenzando por el desarme nuclear universal!
Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.co
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