Por alrededor de 16 horas por día, la electricidad no existe en Pakistán. Para quienes pueden pagarla, se han instalado equipos que funcionan con baterías y que producen electricidad suficiente como para encender unos pocos focos y algunos ventiladores pero no el aire acondicionado En el abrasador calor del verano pakistaní, uno puede imaginarse la […]
Por alrededor de 16 horas por día, la electricidad no existe en Pakistán. Para quienes pueden pagarla, se han instalado equipos que funcionan con baterías y que producen electricidad suficiente como para encender unos pocos focos y algunos ventiladores pero no el aire acondicionado En el abrasador calor del verano pakistaní, uno puede imaginarse la miserable situación del pueblo. Tales problemas no existen para la elite – civiles y militares – que vive en burbujas con aire acondicionado y un ejército de sirvientes listos para acatar sus órdenes
Pero si solo el calor del verano fuera el único desafío que debe enfrentar el pueblo, sería soportable. Esta también la contaminación producida por los millones de vehículos que circulan en las además congestionadas calles, despidiendo un humo espeso; el agua también esta contaminada, los precios de los alimentos trepan sin detenerse y la brecha entre los ricos y los pobres sigue aumentando. El último presupuesto estimado, según un funcionario del ministerio de finanzas pinta un sombrío panorama. La deuda total del país es de RS 8922 trillones (U$S 106 mil millones) el 59,3% del PBI. Esa deuda incluye U$S 51,5 mil millones de deuda interna y 54,5 mil millones de deuda externa. Del presupuesto anual 9,02mil millones de U$S están destinados al pago de intereses y 5,2 mil millones de U$S a defensa.
A esta desalentadora imagen debe agregarse la anarquía que ha atrapado a Pakistán desde Karachi hasta el Paso de Khyber, gracias a la escalada que se incrementará de la guerra al terrorismo desatada por los EEUU luego del fracasado estallido de una bomba en Times Square en Nueva York. Un estadounidense pakistaní, Faisal Shahzad fue arrestado por ese motivo. Ahora los EEUU están pidiendo que los militares pakistaníes lancen operativos en Waziristan Norte del mismo modo que, siguiendo su mortal escalada, lo han hecho a través de Waziristan Sur. Los reiterados ataques de los EEUU han aumentado matando cientos de civiles y pocos militantes*. Aunque todos los militantes fueran culpables, esas muertes solo han generado resentimiento contra los EEUU y sus socios pakistaníes.
Observando algunos ejemplos específicos es posible entender lo mal que está la situación en Pakistán. Peshawar es la capital de la Provincia fronteriza del Noroeste, llamada Pakhtunkhwa-Khyber, un nombre complicado y hasta más ridículo que el antiguo nombre legado por los ingleses. Todas las mañanas los padres deben atravesar incómodos y múltiples puestos de control para llevar a los chicos a la escuela. Un recorrido que no llevaba más de quince minutos, tarda actualmente dos horas o más. Una vez que llegan a la puerta de la escuela deben dejarlos afuera porque no se les permite entrar. Los chicos son sometidos a cacheos y sus bolsos investigados. La misma rutina se repite por la tarde, de modo que llevar y traer los chicos a y de la escuela es una lucha. No hay ninguna garantía de que salgan indemnes. Los autos-bomba y otros crímenes son rutina. Rezar es lo único que los sostiene.
Los secuestros han aumentado alarmantemente. Se han vuelto particularmente graves en lugares como Hangu y Tall. Estas dos tranquilas y apacibles ciudades se han convertido en zonas seguras para una variada mezcla de terroristas y de secuestradores. Hangu,, el lugar de nacimiento de quién esto escribe, es particularmente peligrosa porque esta situada en un valle que bordea el área tribal de Orakzai donde el ejército pakistaní se halla generalmente ocupado en brutales ataques. Diariamente se anuncia que han sido muertos 20 o 30 subversivos debido a los bombardeos o al fuego de la artillería. Todo los que matan los militares son inmediatamente calificados como militantes o subversivos, para obtener presumiblemente alguna recompensa de los usamericanos.
Muchos parientes de este escritor, algunos distantes y otros más cercanos, han sido recientemente secuestrados. Algunos han sido rescatados mediante millones de rupias lo que ha quebrado a las familias; otros han sido matados mediante fusilamientos. Casi todos los que pueden pagarlos tienen guardaespaldas armados pero que no pueden enfrentar a los fuertemente armados secuestradores que atacan en grupos. Es nuestro propio Lejano Oeste pakistaní. El gobierno no detenta el mando; tampoco puede ocuparse de lo que le pasa al pueblo. Todo lo que tiene que hacer es acatar las órdenes usamericanas cuyos mercenarios de Blackwater, ahora re-nombrados Servicios Xe continuan consintiendo toda clase de actividades criminales en suelo pakistaní con la connivencia de los poderosos del país
El 22 de mayo dirigiéndose a los cadetes militares de West Point, el presidente de los EEUU Obama, les dijo: «Necesitamos agencias de inteligencia que trabajen coordinadamente con sus contrapartes para que destruyan los complots que circulan desde las montañas de Paquistán hacia las calles de nuestras ciudades». La misma retórica que usaba su desacreditado predecesor. Vamos a atacarlos a ellos «allí» antes de que ellos nos ataquen aquí. Los medios occidentales han dicho que Obama cree en la «reconciliación» – a través de los reiterados ataques de los mercenarios de los Servicios Xe, – el pueblo de Pakistán paga el precio.
Algunos usamericanos todavía se preguntan porque son odiados.
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