«Qué me voy a ir si ya estoy volviendo» es frase que se atribuye a Aníbal Troilo, alias Pichuco. Y el presidente José Mujica, alias Pepe, dijo a su pueblo el 27 de febrero, «no me voy, estoy llegando, me iré con el último aliento, y donde esté estaré por ti, contigo, porque es la […]
«Qué me voy a ir si ya estoy volviendo» es frase que se atribuye a Aníbal Troilo, alias Pichuco. Y el presidente José Mujica, alias Pepe, dijo a su pueblo el 27 de febrero, «no me voy, estoy llegando, me iré con el último aliento, y donde esté estaré por ti, contigo, porque es la forma superior de estar con la vida». Como para subrayar que seguía siendo el mismo charrúa de patrimonio acotado, que aprueba cualquier investigación de sus bienes, se montó en su «Fusca» (Volkswagen Escarabajo), modelo sesentista, como sus ideas revolucionarias de antaño, y se fue con su mujer de toda la vida, Lucía Topolanski.
¿Adónde se fueron? A su chacra de Rincón del Cerro, donde lo esperaban sus dos perros marca perro y sus herramientas para trabajar casi como un obrero agrícola, con las pausas propias de sus 79 años de edad.
Al «Fusca» se lo quiso comprar un jeque árabe en un millón de dólares, pero el dueño dijo nones. Que no lo vende, como tampoco ha vendido en estas décadas lo esencial de sus convicciones. Otras sí quedaron atrás, como que la época guerrillera contra la dictadura de Pacheco Areco, en 1973, y los años previos, de surgimiento de Tupamaros, no es por supuesto la misma de su madurez y ocaso en el Frente Amplio en el siglo XXI.
Al interior del FA fundado por Líber Seregni con participación del Partido Socialista y Partido Comunista, desde la salida de la cárcel prolongada y cruel que debió soportar durante la dictadura, Pepe y otros tupas, especialmente Eleuterio Fernández Huidobro y la hoy senadora Topolanski, formaron el Movimiento de Participación Popular (MPP). Esa corriente interna del Frente Amplio fue creciendo durante el mandato de Vázquez (2005-2010) y terminó siendo mayoritaria, catapultando a Mujica a la presidenta en el siguiente turno.
Y fue en este quinquenio presidencial, pero también en sus incursiones anteriores como senador y en los asuntos cotidianos del gobierno, su relación con la población, sus leyes, sus decires sencillos en los medios y las conferencias internacionales, sus viajes a la Unasur y la ONU, etc., lo proyectaron como una personalidad muy destacada en el mundo.
La revista norteamericana Forbes, que elabora el listado de los multimillonarios, nunca pudo incluirlo en ese ranking. El hombre era bien austero. Incluso otros estudios lo situaron como el presidente más «pobre». Las comillas quieren subrayar que Pepe no era pobre, pero sus 200.000 dólares o algo así de patrimonio lo ubicaban como uno de los menos pudientes de sus colegas. Incluso luego donó una parte para aportar a un plan de construcción de viviendas sociales…
Largo camino
Lo notable de Mujica, y un caso excepcional en Latinoamérica, es que fue elegido democráticamente proviniendo de la guerrilla. Para arribar a ese punto, además de sus convicciones populares, debió contar con un factor extraordinario de suerte, como dijo, porque muchos compañeros suyos fueron asesinados, sobre todo luego del golpe militar-cívico de 1973, pero también antes.
Quien tenga interés en esa trayectoria de la organización que tuvo como líder principal a Raúl Sendic puede consultar la «Historia de los Tupamaros», de Fernández Huidobro y las Actas Tupamaras (2003). En este último trabajo se cronican las acciones de ese tiempo fundacional, como la recuperación de armas del Tiro Suizo (1963), el copamiento de Pando (1969) donde tuvieron tres bajas por fusilamiento de quienes se habían rendido, y la fuga cinematográfica del Penal de Punta Carretas (1971), cuando se fueron por un túnel 111 prisioneros entre tupas y miembros de otras organizaciones, sin disparar ni un tiro.
Después vino el tiempo de las derrotas a mano del Ejército y demás fuerzas militares y de seguridad. Con procedimientos propios de la Doctrina de la Seguridad (léase torturas, muertes y desapariciones) dictada por West Point, demostraron que el paisito no era más la «Suiza de América». Posiblemente lo siguió siendo hasta hoy en el sentido de la laxitud de sus bancos para receptar y transferir fondos poco transparentes, pero en lo demás pasó a ser tan latinoamericano como los demás países.
En esa historia de la organización se puede leer que Mujica y otros jefes pasaron muchos años entre rejas y también largos períodos en calabozos subterráneos en absoluto aislamiento. Se los quiso volver locos, inducir al suicidio, etc.
Sin embargo, con el retorno de la democracia salieron íntegros, en todo caso con las heridas inevitables de esa larga estadía en manos del terrorismo de Estado. En cierto modo esa resistencia heroica de su parte fue «socializada» por los carceleros uruguayos con sus colegas represores de la región. Y así fue que incidió en la decisión de aniquilamiento de los militantes populares que caían presos, adoptada por la dictadura videlista en Argentina. Como contó el genocida general Reynaldo Bignone, «no se los puede poner presos porque en la cárcel, como en Uruguay, salen peor que antes». La solución eran las desapariciones, los vuelos de la muerte, el operativo ventilador, la ley de fuga, etc.
En ese tiempo los dirigentes de Tupamaros habrán cometido muchos errores, pero entre ellos no hubo traidores, con la excepción de Héctor Amodio Pérez. Esa entereza y militancia, la calidad de sus dirigentes, en particular del «Bebe» Sendic, y el origen de esta guerrilla muy ligada a los movimientos populares, caso de los azucareros de Villa Unión, etc., más el rescate de lo mejor de su historia nacional en la figura de José G. Artigas, hizo de ese movimiento algo que perduraría incluso después de ser derrotado militarmente. La derrota tupamara fue dura pero más digna que otras debacles setentistas.
Tal cual, ese núcleo perduró, claro que con nuevas plataformas y métodos. Y el MPP y Pepe Mujica ganaron en 2005 la mayoría del Frente Amplio.
El balance
Una prueba de que Pepe no hizo mal las cosas fue que al retirarse el fin de semana de la Torre Ejecutiva tenía el 65 por ciento de imagen positiva. No suele ser la medición de los jefes de Estado que se retiran. La otra demostración es que se volvió a elegir a un frenteamplista para los próximos cinco años: si el anterior hubiera hecho las cosas mal, el electorado habría optado por votar al joven candidato del Partido Nacional.
Por supuesto, esa buena imagen no significa que la gestión de 2010-2015 haya sido revolucionaria ni nada que se le parezca. Traduciendo: ni la estructura del agro dominada por los negocios ahora de la soja y antes por la ganadería fue cambiada, ni el sistema financiero dejó de ser tan parasitario y trasnacional como lo era, ni las multinacionales vieron reducidos sus enormes poderes. Es más, se sumaron nuevos jugadores como las pasteras nórdicas que en tiempo de Vázquez y también de su sucesor afectaron la ecología de ríos compartidos pero también las buenas relaciones entre Uruguay y Argentina.
En ese marco, de un economía capitalista dependiente que no sufrió mutaciones esenciales -menos los iba a tener con un Mujica que volvía como «león herbívoro»- no es menos cierto que el ex tupamaro hizo cosas positivas.
Se mejoraron planes sociales y el «Plan Juntos» de inclusión socio-habitacional, reduciéndose la pobreza y miseria, con un aumento de la economía paulatino -del orden del 3 por ciento anual- en el último decenio. Se creó en 2012 la Universidad Tecnológica en el interior del país (UTEC). Etc.
Se dirá que siguió en eso el ejemplo argentino, como cuando Uruguay votó su ley de medios. En la misma perspectiva que esta otra orilla, Mujica impulsó la ley de matrimonio igualitario. A los que dicen que se copió de Cristina, él dirá que en la ley de despenalización del aborto y del consumo de marihuana (ambas de 2012) su administración llegó a un punto tal que su socia del Mercosur no se atrevió.
Es odioso hacer esta clase de comparaciones, pero otro segmento donde el «Fusca» queda atrás del modelo cristinista es en juicios por derechos humanos. Es cierto que en Uruguay estuvo vigente mucho tiempo la «ley de caducidad», pero en la parálisis también influyó que el Mujica presidente tenía un balance muy conciliador con los militares, con los pocos buenos y con los muchos malos. El resultado es que hasta ahora los enjuiciados por los crímenes de sus propios compañeros tupas son muy escasos.
En el haber del ex presidente hay que contabilizar que fue impulsor del ingreso de Venezuela al Mercosur, aún cuando Paraguay estaba sancionado, que era el factor negativo a dicha incorporación. Fue un crítico de las guerras llevadas a cabo por el imperio y ofreció Uruguay como refugio para 6 prisioneros de Guantánamo, pidiendo en simultáneo que Barack Obama liberara a los tres héroes cubanos que mantenía presos.
Si de elegir una definición de Mujica se trata, el cronista se queda con ésta: «Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo, fui aplastado, derrotado, pulverizado, pero sigo soñando que vale la pena luchar para que la gente pueda vivir un poco mejor y con un mayor sentido de igualdad» – Mayo de 2013 en entrevista con «Los Desayunos de TVE».
Fuente original: http://www.laarena.com.ar/