Hace dos semanas el gobierno de Tabaré Vázquez, que fue elegido por un frente de izquierda, firmó finalmente un tratado de comercio e inversiones con Estados Unidos denominado en inglés TIFA y en lenguaje tecnocrático traducido al españo,l Acuerdo Marco de Inversión y Comercio. Estados Unidos bajo la administración Bush como se sabe diseñó años […]
Hace dos semanas el gobierno de Tabaré Vázquez, que fue elegido por un frente de izquierda, firmó finalmente un tratado de comercio e inversiones con Estados Unidos denominado en inglés TIFA y en lenguaje tecnocrático traducido al españo,l Acuerdo Marco de Inversión y Comercio.
Estados Unidos bajo la administración Bush como se sabe diseñó años atrás un plan general para profundizar y asegurarse el dominio económico total sobre América Latina, entonces teniendo a su favor un contexto mayoritario de gobiernos pro neoliberales, que se denominó primero NAFTA y que después llegó finalmente a denominarse ALCA.
Básicamente el ALCA fue denunciado y rechazado por los pueblos latinoamericanos porque pretendía obligar a los países a abrir sus economías a las exportaciones de productos e inversiones norteamericanas mientras Estados Unidos mantenía el proteccionismo más férreo de su economía.
Fracasado el engendro en su articulación general por diversos factores -no menos por la bancarrota política de gobiernos entreguistas aliados, responsables de causar fuertes convulsiones económicas y sociales- y el surgimiento de una fuerte corriente de integración regional generada por acuerdos tendientes a recuperar recursos privatizados y generar acuerdos comerciales y de inversiones estratégicas entre los latinoamericanos, Estados Unidos opta por buscar acuerdos por separado con aquellos gobiernos donde el modelo neoliberal ha permanecido más o menos intacto y sus actores políticos no han perdido gravitación. Así fue como cambiando de táctica crearon los TLC (Tratados de Libre Comercio) para ir capturando por separado a las víctimas con el cuento de prometerles un mercado preferencial para sus productos a cambio de la misma violación anunciada.
Así lo firmó primero Chile y después otros, mientras que en algunos países hasta ahora los gobiernos ante las fuertes protestas que se produjeron han dejado en remojo los TLC.
En Uruguay, luego de reiterados y contradictorios desmentidos y silencios del propio presidente Vázquez, no así de su ministro de Economía Danilo Astori -que siempre tuvo la franqueza de mostrar las cartas de ser un fervoroso defensor de una línea de carnalidad económica con Washington y Wall Street- no salió un TLC… pero algo es algo, resultó un TIFA.
La forma de cómo se llegó a esta firma daría para otra nota. Sólo queda constatar cuan lejos han quedado los análisis y bien fundamentadas posturas de la mayoría de la izquierda histórica uruguaya, herederas del pensamiento antimperialista y latinoamericanista de un José Artigas, José Enrique Rodó, Carlos Quijano, Rodney Arismendi, Vivian Trías y Raúl Sendic entre tantos otros. Ellos demostraron cómo el pequeño país sudamericano en épocas modernas nunca fue una excepción, porque primero fue dominado por el imperialismo británico y luego por el norteamericano en los resortes fundamentales de su economía agro-exportadora con la complicidad de una oligarquía que está hoy más próspera que nunca. Y que duerme tranquila porque el gobierno progresista felizmente no ha hecho ningún desarreglo del «tradicional modo de vida uruguayo».
Así es como hasta ahora el presidente Tabaré Vázquez deja actuar en el plano internacional al super ministro Astori acompañado del de Industrias Jorge Lepra (un no frenteamplista y reconocido hombre de Wahington) que cuentan con el beneplácito de la derecha y una parte de la izquierda reciclada, que con jugadas como ésta bombardean al MERCOSUR y le ponen un palito en la rueda a otros proyectos en marcha de verdadera integración y unidad latinoamericanos.
Objetivamente se puede constatar con pesar que hasta ahora, el gobierno del Encuentro Progresista en Uruguay tomó las riendas de la administración del modelo neoliberal pre existente con un estilo que quiere aparecer como más benefactor de los pobres. Un gobierno que no ha sido la «herramienta de los cambios reales que quieren los uruguayos» como preconizaba Tabaré en su campaña electoral sino el que aprobó un rechazado acuerdo de inversiones con Estados Unidos, la participación en la operación militar norteamericana UNITAS, que siguió enviando tropas a Haití, que permitió la construcción de un policlínico con dineros y personal del Pentágono, la instalación de papeleras y venta de tierras a empresas multinacionales explotadoras de esa rama, que generaron el no solucionado y serio enfrentamiento con Argentina.
Alguien escribió un día refiriéndose como causa de la pobre suerte de México la de su proximidad con Estados Unidos, hoy se podría decir lo mismo de Uruguay. Porque su mejor futuro no estará nunca en un supuesto privilegiado lugar que le prometa el Imperio. Su más digno sitio siempre será el estar junto y luchar con los pobres de nuestra América.