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El último tropiezo de Carlos de Inglaterra

Príncipe o charlatán

Fuentes: Rebelión

Los Windsor son una familia incompetente y presumida. Esos parásitos de lujo no carecen de educación, han ido a los mejores colegios Eton, Cambridge, Oxford pero carecen de la prudencia necesaria para dosificar sus exposiciones. Es sabido que el viejo, conocido como el Príncipe Felipe, tiene criterios bastante reaccionarios sobre casi todo, pero al menos […]

Los Windsor son una familia incompetente y presumida. Esos parásitos de lujo no carecen de educación, han ido a los mejores colegios Eton, Cambridge, Oxford pero carecen de la prudencia necesaria para dosificar sus exposiciones. Es sabido que el viejo, conocido como el Príncipe Felipe, tiene criterios bastante reaccionarios sobre casi todo, pero al menos sabe manifestarlos con mesura. El vástago, Carlos, es necio y pretende saber de casi todo. Lo peor es que no para de pronunciarse sobre lo humano y lo divino, ignorando que la única virtud de la monarquía británica ha sido asumir su papel de arbitraje silencioso y distanciado de la política durante los últimos trescientos años. Esa pasividad les ha permitido sobrevivir. Carlos Windsor, también conocido como el Príncipe de Gales, pretende inmiscuirse en los asuntos de gobierno y no para de enviar memoranda a los ministros ofreciendo orientaciones no solicitadas.

Por ese hábito ingerencista acaba de sufrir su último percance. El ministro de educación, Charles Clarke, se quejó de haber recibido un despacho del Príncipe de Gales en el cual se entrometía en sus funciones. La riposta del funcionario no es usual entre la jerarquía del poder, que suele recibir estas esquelas de Carlos. El Ministro Clarke expresó que los puntos de vista del príncipe sobre la educación son «arcaicos y desligados de la realidad». Carlos decidió combatir y el pasado lunes emitió unas declaraciones desmintiendo sus supuestas intenciones elitistas.

Según la prensa Carlos, en su epístola al Ministro manifestó que no todo el mundo tiene las mismas habilidades y talentos por tanto también se suele tener éxito siendo un buen plomero o un excelente albañil. Sus críticos afirman que en esencia el mensaje del príncipe pretendía que cada quien debe conformarse con su posición en la vida y no debe tratar de alzarse por encima de lo que el destino ha decidido para él. Carlos negó que se oponga a las ambiciones individuales. La prensa monárquica se lamenta que por su necedad Carlos está poniendo en riesgo el futuro de la casa de los Windsor y no sabe seguir el ejemplo de su madre que ha perseverado en su vacua y costosa posición manteniendo la boca cerrada.

En una reciente misiva al secretario de agricultura y en otro mensaje a Lord Irvin, secretario de finanzas, incurrió en la misma pedantería. En una de ellas reveló su racismo y homofobia al decir que en su país los campesinos están peor tratados que los homosexuales y los negros. En esa correspondencia insensata Carlos ha hablado de los derechos humanos, del entrenamiento militar, de la labranza y el campesinado, sobre la cacería de zorros, la horticultura y la ganadería, y hasta ha redactado cartas sobre las plagas de los castaños. Hace algún tiempo enfureció a los arquitectos por dar opiniones desatinadas sobre aspectos profesionales de los cuales es un perfecto ignorante. Solamente un erudito autosuficiente pudiera abarcar un abanico tan amplio de temas.

Al 71% de los británicos no les interesa la casa real de Windsor ni la institución real. 55% piensan que son unos derrochadores y un 75% no cree que la monarquía continuará por otros cincuenta años. 39% opina que Isabel no ha sido una buena madre. 57% cree que la reina no está en sintonía con los tiempos modernos y un 63% estima que no comparte las preocupaciones de su pueblo. Que la familia Windsor es excesivamente grande y consume mucho dinero es el criterio del 75% de los británicos y un 37% cree que la imagen de la realeza está deteriorada.

Estos incidentes epistolares están erosionando la poca credibilidad que les queda a los Windsor. Carlos nunca fue tan impopular como cuando se divorció de la Princesa Diana por su relación con Camilla Parker Bowles y no faltó quien dijera que un hombre que tiene una amante más fea que su esposa no es suficientemente cuerdo para ser rey.

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