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Naciones Unidas decía, en 1998, que la Ley de Sanciones "contra Irán y Helms-Burton contra Cuba son ejemplos –los más despóticos- del unilateralismo de EE.UU. en las relaciones internacionales”

¿Qué hacer con Irán?

Fuentes: Rebelión

Esta es la pregunta que se hace el director del Instituto de Estudios Estratégicos de Washington, Walter Laqueur, en un artículo aparecido en el diario La Vanguardia el 30 de agosto. El propio enunciado de la pregunta ya delata la actitud amenazadora y prepotente de la solución que más adelante propone. Comienza por abroncar al […]

Esta es la pregunta que se hace el director del Instituto de Estudios Estratégicos de Washington, Walter Laqueur, en un artículo aparecido en el diario La Vanguardia el 30 de agosto. El propio enunciado de la pregunta ya delata la actitud amenazadora y prepotente de la solución que más adelante propone.
Comienza por abroncar al canciller alemán Schröder, porque apuesta por la no violencia, para continuar lo mismo con el resto de los líderes europeos. No le preocupa al Sr. Laqueur que tengan cabezas nucleares Israel (gracias por reconocerlo públicamente), India, Pakistán, Gran Bretaña y Francia, pues ninguno de estos países -dice- ha amenazado con utilizarlas. Sí le preocupa que quieran tenerlas Turquía o Grecia y el mal ejemplo para otros países. Nada dice de las más de diez mil que ellos poseen y que ya han utilizado.

Después de descalificar, sin nombrarlo, al presidente iraní Ahmadineyad como radical y agresivo, además de fanático, le concede el beneficio de no ser tan suicida como para utilizarlas, pero la gran preocupación del director de Estudios Estratégicos es que está demostrado -según él- que los radicales de Teherán andan con los grupos terroristas y los organizan y sospecha que podrían suministrar armas atómicas a organizaciones terroristas, como al Hizbolá libanés, e incluso va más allá dándolo por hecho. A continuación, descalifica a Europa por su ineficacia en las conversaciones interminables e inútiles actuando como tigre de papel ante Irán, quién con ello se crecerá y, para colmo del Sr. Laqueur, China -dice- no vetará a Irán en el Consejo de Seguridad.

Se intuye y deduce como solución a esta «situación peligrosa» una intervención militar, como siempre, y al más clásico estilo estadounidense, pero, también trasluce la impotencia de no poder embarcarse en otra aventura y por ello, y de ahí el lamento y reproche a Europa por no querer hacerle el trabajo sucio y mucho menos China.

En primer lugar, el Sr. Laqueur, no menciona en ningún momento ni a la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) ni a Naciones Unidas (salvo al Consejo de Seguridad por el veto chino). La actitud y marginación a la que relega EE.UU. a estos dos organismos internacionales, y a cualquier otra Ley o Tratado Internacional, pone de relieve el talante de la Administración estadounidense.

En segundo lugar, Irán siempre ha mantenido que la investigación y uso de la energía nuclear sería con fines pacíficos y no bélicos, que están dispuestos ha hablar y que la AIEA ha revisado y verificado, sin ninguna limitación, los procesos tecnológicos relacionados con la energía atómica.

En tercer lugar, el Sr. Laqueur debería explicar el cómo y el por qué de la Ley D’Amato aprobada por su Congreso -el estadounidense- en 1996 y que Naciones Unidas en la Asamblea General A/53/293 de 1998, dedicada a los «Derechos humanos y medidas coercitivas unilaterales» dice exactamente: «La promulgación y aplicación de la Ley de Sanciones contra Irán y Libia de 1996 (Ley D’Amato) y de la Ley Helms-Burton contra Cuba, son ejemplos recientes -los más despóticos- del unilateralismo de los Estados Unidos en las relaciones internacionales» y, a continuación, la misma Resolución recuerda las sanciones ya aplicadas anteriormente por EE.UU. a Irán en 1983 con objeto de: «apoyar al Iraq [a Saddam Hussein] en su agresión contra la República Islámica [de Irán]». La Resolución continúa recordando una docena de otros Decretos, Leyes y numerosas disposiciones sancionadoras estadounidenses de bloqueo y agresión, como cuando menciona las «…operaciones militares [de EE.UU.] contra plataformas de petróleo iraníes en el Golfo Pérsico, el ataque a un avión civil iraní que convirtió en mártires a sus más de 280 pasajeros, …y la asignación de 20 millones de dólares para desmantelar el Gobierno islámico del Irán».

Con esta política belicista y al margen de la ley, se puede decir con toda contundencia, que quiénes dicen luchar por la paz, sólo propician y perpetúan el terror allí a donde van, y ésta es la doctrina del director del Instituto de Estudios Estratégicos de Washington.