«Sra. Presidenta no es la primera vez que analizamos la tragedia de Haití en esta Sala cuando tratamos el envío de tropas para respaldar al denominado (ejército de Paz). Hemos tratado el tema con seriedad, por lo menos con particular y especial atención. Nos hemos preocupado por tomar posición a partir de principios e informaciones […]
«Sra. Presidenta no es la primera vez que analizamos la tragedia de Haití en esta Sala cuando tratamos el envío de tropas para respaldar al denominado (ejército de Paz). Hemos tratado el tema con seriedad, por lo menos con particular y especial atención. Nos hemos preocupado por tomar posición a partir de principios e informaciones probadas hoy por el derrocado presidente Jean Bertrand Aristide.
Acá el tema es concreto; A mi modo de verlo, un pequeño país ha sido sometido a una intervención externa, absolutamente ajena a las normas del derecho internacional, que luego la potencia interviniente ha intentado legitimar con una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. En realidad, esa es mi íntima convicción, desde Naciones Unidas se siguió la voluntad del gobierno de EEUU, los hechos fueron a mi modo de ver claros. Un país pequeño, saqueado, empobrecido, explotado ha sido víctima una vez más, de una intervención externa, absolutamente fuera de normas del derecho internacional -repito- acción que luego intentó legitimar esta misma potencia mundial por una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Ya en junio y en diciembre de 2004 hubo afirmaciones categóricas al respecto. Un legislador estudioso de estos temas que había sido además militar, el Diputado Brum Canet, hoy lamentablemente fallecido y a quien recordamos por su serena capacidad de aportar razones y altura a los debates, comenzó en aquellos días su intervención diciendo que «consideraba que en el país -acá, en el Uruguay- se ha ido perdiendo sensibilidad respecto a la soberanía nacional».
¿Por qué afirmó esto? porque a su juicio el envío de tropas comprometía en esa oportunidad la soberanía nacional y explicó por qué. El envío de tropas se realizaba dé acuerdo al Capítulo 7° y no al Capítulo 6° de la Carta de Naciones Unidas. La diferencia no es menor, en ambos casos la situación es muy distinta porque el capítulo 7° no refiere al mantenimiento de la paz, sino a la imposición de la paz. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué Naciones Unidas optó por la imposición y no por el mantenimiento de la paz? porque para que se aplique el capítulo 6° tiene que haber un acuerdo de los sectores en pugna que soliciten la mediación de Naciones Unidas con el fin de lograr un entendimiento.
En otras palabras el Capítulo 6° de la Carta de Naciones Unidas plantea: «Que los bandos en pugna en el lugar, donde se produce el conflicto, donde se terminó la paz entiendan necesario la terminación de la guerra y acuerde -reitero- para buscar la paz solicitar la intervención de una fuerza de Naciones Unidas que apunte a ese objetivo». En el caso de Haití eso no ocurrió. Este antecedente de la participación con tropas de acuerdo al Capítulo 7° para la imposición -repito- y no para el mantenimiento de la Paz, implica acompañar una decisión del Consejo de Seguridad en Naciones Unidas que no se ajusta, a nuestro modo de ver, al interés nacional uruguayo y resulta además un pésimo precedente.
La línea de un país con las características de Uruguay debe ser -pienso- la de promover la paz y acompañar posiciones de estricto respecto a los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos. Cuando esos principios se debilitan -y en esto puede haber amplio acuerdo entre todos los partidos- los que se perjudican son los países débiles, los países más pequeños. En Haití hubo una intervención extranjera cometida -repito- por tercera vez en violación de normas internacionales claras y luego se intentó y se sigue intentando enmascarar desde un Consejo de Seguridad que acompañó la voluntad del gobierno de Estados Unidos.
Cuando se trató este tema en junio de 2004 yo tuve oportunidad de leer en Cámara la opinión del Dr. Gros Espiel recogida en una entrevista de la periodista Sonia Breccia, está textualmente en el acta del 15 de junio de modo que solo reiteraré una síntesis apenas de algunos de sus conceptos fundamentales en opinión del Dr. Gros: «En Haití hubo un Golpe de Estado con intervención extranjera, sin embargo -dijo el Dr. Gros- la primera resolución del Consejo de Seguridad sobre Haití que fue del 29 de febrero no habla de golpe de Estado sino que expresa que Jean Bertrand Aristide renunció» y como indicó ya entonces el Dr. Gros Espiel y hoy está probado «el Presidente de Haití no renunció, sino que lo echaron mediante un golpe de Estado» incluso fue recibido en la República Sudafricana como jefe de Estado, república donde reside hoy.
Es decir que hay prácticamente un reconocimiento de un país sudafricano sumamente importante en cuanto a que continúa siendo el Presidente constitucional. Pero esos son detalles laterales sobre los que no me gustaría pronunciarme. El Dr. Gros se preguntaba entonces; «Si hubo un golpe de Estado y si hay un conflicto interno en Haití, ¿enviar tropas integradas por uruguayos para intervenir en un conflicto interno resultado de un golpe de Estado, no es una forma de intervención, dudosamente jurídica, en asuntos internos de ese país?» Y agregaba: «¿Uruguay va a enviar tropas para dirimir un conflicto interno resultado de un golpe de Estado?» y reflexionaba por último, «esa es una pregunta que hay que hacerse porque no todo lo que salga de Naciones Unidas tiene la bendición divina ni es a priori correcta.»
Yo, sobre esto traía también algunos materiales, a propósito de un libro que se publicó recientemente de un diplomático de Inglaterra en los Estados Unidos. Tema que no voy a desarrollar pero que en síntesis señalaba que si se demoraba un poco más y si Tony Blair hubiese actuado con otra actitud, sin ninguna duda que Naciones Unidas habría realizado el operativo en Irak que está realizando Estados Unidos directamente con tropas de otros países. Tropas que no podrán alegar que es antiimperialismo ir a sustituir a las tropas norteamericanas en Irak a colaborar con ellas.
Cuando se trató este tema, en junio de 2004 yo recogí esa opinión del Dr. Gros y que me parece a mi juicio muy convincente y de un hombre además que es un jurista destacado. «Naciones Unidas además al referirse al tema de Haití tergiversó los hechos, tomando nota -dice- «de la dimisión de Aristide y de la investidura de Boniface Alexandre como presidente interino, etc.». Esto dice Naciones Unidas y esto no es verdad. Es si algo grave, porque a partir de esa afirmación Naciones Unidas pasó a actuar legitimando o intentando legitimar la política del gobierno de EE.UU. Lo esencial ayer y hoy, a mi modo de ver, es a quien -como mínimo- con la presencia armada van a respaldar nuestras tropas y la de otros países.
El mensaje que consideramos reiterando el anterior lo dice claramente; «Van en apoyo al llamado gobierno de transición, van a prestarle asistencia», van en apoyo del régimen que como hemos dicho ha sido establecido por intervención extranjera. Personalmente creo debemos plantearnos ¿fueron o no soldados estadounidenses los que intervinieron para poner como presidente a un adversario de Aristide que estaba fuera de Haití? Ante la evidencia del golpe además, los quince países de la Comunidad del Caribe reclamaron una investigación de Naciones Unidas. El Canciller de Trinidad y Tobago destacó por esos días en conferencia de prensa que todos los intentos de la Comunidad del Caribe para que Naciones Unidas investigara, se vieron frustradas por .la resistencia del Consejo de Seguridad; todos sabemos quien predomina allí. Lo que resulta obvio e importa subrayarlo porque los responsables de la destitución de Aristide son miembros relevantes del Consejo de Seguridad.
¿Hoy tenemos claro o no como fueron los hechos? ¿Es exacto o no que el propio Aristide afirma sin vuelta, sin ambages que fue secuestrado por infantes de marina estadounidenses y que no renunció por su propia voluntad sino que fue obligado a firmar un documento? En Haití se produjo un golpe de Estado con intervención extranjera es una afirmación que reiteradamente desde junio y diciembre desde el año pasado hemos venido confirmando y tengo datos, algunos de los cuales brevemente voy a aportar. A las opiniones que hemos expuesto se puede sumar la de 54 países de África que han denunciado que en Haití se produjo un golpe de Estado. Por estos días, estamos a un año y nueve meses de la intervención del golpe de Estado en Haití ¿y qué ha pasado en todo ese tiempo? Acaso la presencia de tropas ha mejorado la situación. Hoy se vota sin la menor información sobre este punto que habría contemplado por lo menos la curiosidad de alguna gente como yo.
Algunos preferirán no creer la opinión de Aristide pero por lo menos hay que refutarla, contraponerle alguna otra opinión y no se podrá alegar que se la desconoce porque hasta en alguna prensa uruguaya que ha publicado la denuncia al mundo que Aristide a difundido desde Sudáfrica donde está hoy exilado y denuncia que en su país el sufrimiento humano continúa en aumento; que la resistencia pacífica a la opresión es respondida con la violencia; que la estabilidad en Haití se ha convertido en sinónimo de represión; que los pobres, despojados de su humanidad son sacrificados porque se han abrogado la autoridad en el país, bajo la mirada de las fuerzas de pacificación -vean en la obra que van a colaborar ahora nuestras tropas- Un pacífico encuentro deportivo fue transformado (en una masacre) padres, hijos, familias enteras y la vos de un importante sector del pueblo, el sector de Aristide, no tengo porque acompañarlo, pero es un sector político del país, la Organización LÁVALAS po r cierto que no esta legalizada.
¿Esa es la paz que van a asegurar con el sentido de una autoridad que se pretexta a las tropas extranjeras? ¿Es cierto o no, que hay miles de miembros del partido de LÁVALAS que están encarcelados? ¿la represión es cierto o no que ha matado más de 10.000 de personas? Debo terminar y antes debo hacer referencia a una situación política.
– Presidenta, Nora Castro: redondee Sr. diputado.
– Guillermo Chifflet: Permítame dos minutos voy a tratar de redondear y lo más redondo posible. Bien claro: la bancada de mi partido del Frente Amplio al que yo no renuncio por cierto, y la del Partido Socialista antes dicidieron que es mandato imperativo de los legisladores votar esto. Yo no puedo votar contra lo que son las convicciones más hondas de mi conciencia, por lo que he dicho y por otros argumentos más que tienen que ver con la acción del imperio y de los poderes centrales del mundo en América Latina.
Yo sé perfectamente por qué se me plantea «vas a romper la unidad monolítica de la fuerza de gobierno creando un precedente que otros podrán seguir después en los temas que se les ocurra». Yo no creo, que en el tema que se le ocurra a cualquiera, vaya uno de los compañeros, a seguir lo que se le antoje, y yo tampoco. He votado cosas incluso que no comparto, que no acompaño, pero que acepto por disciplina.
– Presidenta Nora Castro: vaya redondeando Sr. Diputado
– Diputado Guillermo Chifflet: Si pero permítame un minuto porque es la última vez que hablo en Cámara. Yo acepto por cierto, y soy partidario del mandato interactivo, pero para cumplir con los compañeros me retiro ahora, no voto, pero renuncio a la Cámara. Renuncio.
– Presidenta Nora Castro: se suspende por un momento la sesión de la Cámara
– Diputado Guillermo Chifflet: Una última frase permítame. Quiero estar de acuerdo en respetar la voluntad de la mayoría, pero quiero estar también tranquilo con mi conciencia. Gracias»
(*) Diputado por el PS desde 1989, ha tenido una destacada actuación en defensa de los pasivos en la Comisión de Seguridad Social de la Cámara de Representantes. Periodista, trabajó en los semanarios socialistas El Sol (dirigido sucesivamente por Emilio Frugoni, Arturo Dubra y Hugo Pratto), Izquierda y El Oriental (dirigidos por Vivián Trías, José Pedro Cardoso y Hugo Pratto) y otras publicaciones, como la legendaria Marcha. En 1966-67, realizó un ciclo de entrevistas en Canal 12 junto a Eduardo Galeano. Durante la dictadura, impedido de trabajar en su profesión, vendió libros y se desempeñó como redactor publicitario en diversas agencias.
Andrés Capelán