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Reflexiones para unos días agitados

Fuentes: La República

Nunca como ahora los frenteamplistas hemos tenido en nuestro horizonte inmediato la posibilidad de llevar adelante iniciativas que fortalezcan nuestra presencia en la sociedad. De lograrlo estaremos en mejores condiciones para que se cumpla el programa de reconstrucción nacional que se propone aplicar el gobierno. 1- Llevamos más de treinta años organizados como Frente y, […]

Nunca como ahora los frenteamplistas hemos tenido en nuestro horizonte inmediato la posibilidad de llevar adelante iniciativas que fortalezcan nuestra presencia en la sociedad. De lograrlo estaremos en mejores condiciones para que se cumpla el programa de reconstrucción nacional que se propone aplicar el gobierno.

1- Llevamos más de treinta años organizados como Frente y, como siempre se ha dicho, no solo con objetivos electorales. Por momentos pareciera que nos han quedado adheridos algunos «tics» electoralistas. La etapa de contraposición de figuras, números y listas ya pasó. Cesó el 31 de octubre o el 8 de mayo. Conquistado el gobierno ya no tiene sentido la exhibición de diferencias. Ni las demostraciones de buena conducta ante auditorios extranjeros cuando en el país sigue castigando el hambre.
Es la hora de actuar cohesionados, como gobierno, como conducción de un país, como expresión de una sociedad que no se resigna a la sumisión y a la desigualdad social. No son desafíos chicos.

2- Los partidos que componen el FA debieran seguir trabajando, no para rivalizar entre sí sino para elaborar propuestas, impulsar al gobierno y contribuir a darle el mayor respaldo popular posible. Estando, oyendo y respondiendo a las inquietudes de la gente. Disputando día a día el espacio al mentidero mediático.
Cada partido tiene su identidad, su manera de influir. Ahora hay que poner todas las identidades al servicio de la movilización social para transformar al país. Objetivo que no podría lograr el gobierno actuando aisladamente.
La situación política es tal que si no se avanza se retrocede, como lo demuestran una serie de acontecimientos, dentro y fuera del país.

3- ¿Cómo trabaja la derecha? Más que en sus partidos, algo destartalados por los resultados electorales, las clases conservadoras se apoyan  en su control del poder económico y de los medios de comunicación, con su capacidad de gestar un «sentido común» contrario al cambio.
Esto supone la existencia ya consagrada de algunos conceptos de manejo público que son enteramente favorables a la reproducción de su manera de ver el mundo. Constituyen la cara visible de su ideología. Expresiones que forman parte de una guerra por la apropiación de las palabras. Dueños de las palabras pretenden apropiarse del pensamiento y a veces lo logran.
Eso ha ocurrido y ocurre a diario no sólo en Uruguay sino en un mundo en el que, cada vez más, la conformación de las corrientes de opinión reposa sobre la repetición de slogan que muchas veces están del todo reñidos con la realidad.
Por ejemplo, se habla de que han sido «asesinados» unos soldados norteamericanos en la ciudad de Bagdad, omitiendo que los caídos forman parte de una invasión criminal contra el pueblo de Irak. O se reserva la palabra terrorista para los que realizan atentados y se excluye esa calificación para designar a los que bombardean escuelas y hospitales desde 10.000 metros de altura.
En nuestra región, se batalla por el significado de palabras como «piquetes», «ocupación de los lugares de trabajo», «derecho de propiedad» (sobre esto dijo bien el sindicalista Melgarejo: «Y la propiedad de los brazos ¿no genera derechos?»)

4- Los conservadores se empeñan en mostrar que la actitud serena del gobierno frente a la protesta social constituye algo así como un acto de complicidad con la inseguridad pública, omitiendo que los responsables esenciales de la inseguridad pública son los que sumieron al país en el hambre y la desocupación.
Planteado en términos de un flash informativo, es imposible examinar una situación con sus antecedentes y sus responsables.
El tipo de trabajo necesario para debatir sobre estas cuestiones requiere no sólo las voces del gobierno sino también la labor de miles de militantes frenteamplistas que insertos en los barrios y los gremios pueden y deben estar en condiciones de esclarecer los términos de las controversias que la derecha simplifica de mala fe.
Luchar contra el pensamiento inmovilista y defensor de los privilegios que exhiben la mayoría de los medios de comunicación, llevar adelante ese debate político-ideológico no puede limitarse a una contraposición de discursos o de artículos periodísticos. Aunque ambos son importantes.

5- Este es un momento en el cual se ha vuelto esencial recobrar la iniciativa desde el seno de las propias organizaciones sociales: para indicar caminos y sugerir soluciones al gobierno, para participar en la puesta en marcha de mecanismos de descentralización y de mayor transparencia.
El «país productivo» es todavía un proyecto. A la vez ningún área social, sea en la salud, la educación o la vivienda, está libre de las tensiones que provoca el abandono al que fueron sometidos estos servicios por parte de los gobiernos neoliberales. Los comprensibles conflictos en ese terreno no deberían tomarnos de sorpresa.
Es comprensible que estas tensiones busquen manifestarse ahora, cuando muchos compañeros sienten que por fin ha llegado la hora del pueblo. Y en esas expresiones de protesta y de lucha tiene que estar presente el hilo conductor del pensamiento frenteamplista, con su capacidad de explicar y de encausar.
Precisamos mostrar que este gobierno no es el responsable de la bancarrota del Estado sino que recibió la «herencia maldita» de gobiernos que defendieron los intereses de las minorías y del gran capital. 

6- El país se apresta a entrar en una nueva etapa dentro de la gestión de este gobierno: la discusión del presupuesto quinquenal para el conjunto de la Administración y de los presupuestos municipales. Es una oportunidad y una prueba delicada.
Los gobiernos, tanto el nacional como los departamentales, deberían crear las condiciones para que la ciudadanía conozca a fondo cuáles son los recursos disponibles, cuáles serán aplicados al pago de la deuda externa, cuáles son los términos de la «carta de intención» que el país ha suscripto con los organismos internacionales y qué continuidad tendrá la acción del Estado una vez cumplidos los dos años del Plan de Emergencia.
En la discusión de los presupuestos se define lo medular del gobierno. Y con un gobierno de izquierda, estas discusiones no pueden quedar libradas exclusivamente al protagonismo de los técnicos o de los dirigentes políticos. Tienen que mostrarse con transparencia para el juicio de la ciudadanía.
Todo parece indicar que habrá dificultades en alcanzar las metas sociales anheladas. Eso hace más necesaria que nunca la exhibición previa y pública de los puntos de partida.
El gobierno tendrá que decir con claridad qué es lo que puede hacer en materia de gasto público. Pero una cosa distinta es haber advertido y discutido las prioridades y otra es que las insuficiencias caigan sobre la gente como una fatalidad.

7- El gobierno, por sus antecedentes y por el apoyo electoral obtenido, goza de un amplio margen de confianza. Debe sincerar sus contratiempos. Y sobre todo debe mostrar hasta qué punto las dificultades que atraviesa el país, las heridas profundas que hoy padece nuestra sociedad están originadas en las políticas antipopulares y antinacionales impulsadas por los gobiernos anteriores.
Este elenco cuenta con al apoyo de una masa de frentistas capaz de actuar, desde la sociedad y desde las organizaciones que ésta se ha dado, como un factor de conciencia, de organización, de respaldo y de multiplicación de los esfuerzos emprendidos desde el Estado.
Hacia el final de la campaña electoral, más de una vez, el Dr. Tabaré Vázquez, dirigiéndose a los hombres y mujeres que rodeaban sus tribunas, sostuvo enfáticamente: «No nos dejen solos».
De eso se trata.