Recomiendo:
0

La mayor comunidad religiosa ya no tiene representación en la toma de decisiones oficiales

Riesgo de que se divida Líbano por la salida de chiítas del gobierno nacional

Fuentes: La Jornada

Los chiítas, la mayor comunidad en Líbano, ya no están representados en el gobierno del país. Podría ser sólo un rasgo más de la disparatada política libanesa, pero también un momento sumamente peligroso de la historia de esta trágica nación. El fin de semana, Hezbollah y el movimiento Amal se salieron del entramado político libanés, […]

Los chiítas, la mayor comunidad en Líbano, ya no están representados en el gobierno del país. Podría ser sólo un rasgo más de la disparatada política libanesa, pero también un momento sumamente peligroso de la historia de esta trágica nación.

El fin de semana, Hezbollah y el movimiento Amal se salieron del entramado político libanés, desgajando el sistema confesional gentil, totalmente falso y brillantemente concebido (por los franceses, claro) que mantiene unido este atormentado país. Habrá manifestaciones callejeras de Hezbollah para demandar un gobierno de «unidad nacional», lo cual significa que Sayed Hassan Nasrallah, ganador de la llamada «victoria divina» contra Israel, el verano pasado, insiste en otro gobierno pro sirio en Líbano.

Para un mundo que ha decidido apoyar la «democracia» libanesa, es una grave noticia. La renuncia de cinco ministros del gabinete, dos de Hezbollah y tres de Amal, no inhabilita al gobierno (para ello se necesitaría que dimitieran ocho ministros), pero en una sociedad confesional significa que la mayor comunidad religiosa ya no tiene representación en la toma de decisiones oficiales. Hezbollah es la carta de Siria en Líbano, el pulmón a través del cual respira Irán, y está anunciando protestas callejeras que podrían desgarrar el país.

¿Qué está en juego? El tribunal internacional que supuestamente debe juzgar a los responsables del asesinato del ex primer ministro Rafiq Hariri, cometido el 14 de febrero del año pasado, y la posibilidad de que la «unidad» nacional que demanda Hezbollah produzca un gabinete que se vuelva, una vez más, la criatura de Siria en Líbano.

No es tan simple, claro ­nada en Líbano lo es­, pero basta para asustar al gabinete democráticamente electo del primer ministro Fouad Siniora, amigo y confidente de Hariri, y aún más a los estadunidenses que respaldaron la «democracia» en Líbano y luego se desentendieron por completo de ella durante los feroces bombardeos israelíes del verano anterior.

Causas de la crisis

¿Qué precipitó esta extraordinaria crisis en un momento en que todavía ingresan en el país miles de soldados extranjeros para garantizar una paz que se ve cada día más autodestructiva? Sin duda el tribunal es un elemento. El viernes pasado la ONU presentó a Siniora los términos de la corte que juzgará a los sospechosos del asesinato de Hariri, quienes probablemente resultarán ser agentes de inteligencia ­tanto libaneses como sirios­ del régimen del presidente Bashar Assad en Damasco.

El presidente libanés Emile Lahoud, el amigo más fiel de Assad, ya ha dicho que necesita más tiempo para estudiar las recomendaciones de Naciones Unidas ­sus opositores menean la cabeza­ antes de sancionar una reunión de gabinete que se realizaría el martes para permitir que el parlamento vote la propuesta.

Samir Geagea ­líder miliciano cristiano que es ahora miembro del parlamento, pero a quienes los amigos de Siria mantuvieron cautivo en una celda subterránea durante 11 años­ lanzó el sábado una violenta censura a Hezbollah por tratar de subvertir la «democracia», advirtiendo que «hay quienes quieren sabotear el tribunal internacional». Y entonces el movimiento guerrillero Hezbollah, junto con los ministros de su partido rival, Amal, se salió del gobierno. Siniora, quien es economista y no señor de la guerra, ha dicho que no aceptará las renuncias. Espera que los chicos de Nasrallah regresen al gobierno, bien consciente de que de persistir su ausencia, por muy legal que siga siendo el gabinete, el país se desmembrará.

Los cristianos representan menos de 30 por ciento de la población libanesa y los sunitas ­que en su mayoría apoyan a aquéllos por medio del liderazgo del hijo de Hariri, Saad­ crean con ellos una mayoría que los chiítas no pueden superar. Pero Siria e Irán ­los que arman a Hezbollah­ esperan a ver qué les ofrece Estados Unidos antes de enfriar el horno libanés.

Si, por ejemplo, reciben seguridades de que el régimen sirio no será culpado del asesinato de Hariri, se podría animar a los chiítas a regresar al gobierno. Y en esas seguridades ­aunque los estadunidenses no lo digan­ se tendrá que incluir una garantía de que no se atribuirá responsabilidad personal al presidente Assad por ese crimen. La ayuda siria en poner fin a la insurgencia en Irak formará parte del precio.

Entonces, ¿de nuevo Líbano será sacrificado por los intereses nacionales estadunidenses? El informe más reciente de la ONU sobre el asesinato ­mucho más benigno hacia el régimen sirio que el anterior­ podría contener la respuesta.

Marwan Hamadi, ministro de comunicaciones y víctima él mismo de un atentado ­que nadie culpe a Siria­, dijo este domingo que se podrían realizar negociaciones para un retorno de los chiítas al gabinete.

La conferencia en Beirut con el movimiento 14 de Marzo de Saad Hariri ­fecha de la enorme manifestación pro democracia realizada el año pasado, luego del asesinato de su padre­ se rompió el sábado. El bloque de Hariri tiene mayoría en el parlamento, pero el general rebelde cristiano Michel Aoun ­cuyos partidarios se están cansando ya de su alianza electoral con Hezbollah­ asevera que el gabinete no es representativo. Quiere tres adeptos suyos en el gobierno.

De cualquier forma, los cristianos y los musulmanes sunitas de Líbano están ahora separados de sus cogobernantes chiítas. Es difícil que se den protestas rivales en las calles entre cristianos y sunitas por un lado y chiítas por el otro porque la mayoría del ejército libanés ­fuerza reformada de cierta integridad­ es chiíta. Mala noticia en verdad.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya