Los 36 años de conflicto armado concluyeron en 1996 con la firma de los Acuerdos de Paz, sin embargo la violencia no ha cesado. La tasa de asesinatos es una de las más elevadas de la región, pero es una violencia que encuentra alimento en la desigualdad: la riqueza está en manos de unas pocas […]
Los 36 años de conflicto armado concluyeron en 1996 con la firma de los Acuerdos de Paz, sin embargo la violencia no ha cesado. La tasa de asesinatos es una de las más elevadas de la región, pero es una violencia que encuentra alimento en la desigualdad: la riqueza está en manos de unas pocas familias, las multinacionales mineras devastan el territorio sin aportar ningún beneficio, el latifundio produce para la exportación esclavizando la mano de obra local, especialmente indígena. En esta situación, muchos intentan emigrar a EEUU, corriendo el riesgo de secuestro, violencia, extorsión o deportación.
Paolo Moiola, colaborador de Noticias Aliadas, conversó con Mons. Álvaro Ramazzini, obispo del occidental departamento de San Marcos, fronterizo con México, sobre las raíces de la violencia y la situación socioeconómica que recibirá quien gane las elecciones presidenciales de setiembre.
¿Cómo describiría la violencia en Guatemala?
Yo diría que es una sociedad muy violenta. Tenemos una tasa de asesinatos muy alta: 16 personas mueren cada día. Es una situación diferente de la que sufrimos durante el conflicto [armado]. Es una violencia vinculada a la presencia del narcotráfico, que ocupa la parte norte del país y también la zona donde yo vivo. Es una violencia vinculada también a los grupos [pandilleros] que llamamos las maras. Muchos de los jóvenes que conforman estas pandillas son resultado de familias desintegradas. No han tenido la experiencia de ser amados y por lo tanto tienen un odio muy profundo hacia la sociedad, una sociedad muy empobrecida. Prueba de este empobrecimiento es el fenómeno de la emigración. Miles de guatemaltecos están tratando de llegar a EEUU a través de México con todos los riesgos que ello conlleva.
Aparte de la cuestión de la violencia, Guatemala es una sociedad altamente polarizada, basada en un modelo económico que no logra superar la desigualdad económica, con una riqueza concentrada en manos de unos pocos. Es una sociedad que no ha tenido la valentía de promover una reforma agraria en el sentido más profundo e integral. Una sociedad con una vergonzosa tasa de malnutrición infantil: de 100 niños de 1 a 5 años de edad, 49 sufren de malnutrición crónica. Entre los pueblos indígenas, esta tasa llega hasta a 59%. El UNICEF ha demostrado que, si no hay una nutrición adecuada durante este periodo de la vida, se produce un daño cerebral permanente. Por lo tanto, para estos niños el futuro es oscuro.
¿Qué puede decir sobre la situación de las mujeres?
Se ha incrementado el número de feminicidios, pero junto a ello debemos hablar del fenómeno de la violencia doméstica. La violencia que sufren las mujeres en sus propias familias a manos de sus esposos es altísima. Y es una violencia que no la sufren sólo ellas sino también los niños. Hemos verificado un número increíble de abusos contra las mujeres. Por esta razón tenemos una pastoral de la mujer a cargo de mujeres. Además, en muchos casos, la condición económica de la mujer depende de la de su marido: recibe lo que el hombre le da. Si hay un problema, el marido no le da nada y la mujer se encuentra en total abandono.
Usted ha hablado de la cuestión migratoria. ¿Cuáles son los riesgos a que se enfrentan los emigrantes cuando salen del país?
En el 2010 hubo más de 10,000 guatemaltecos secuestrados cuando intentaban cruzar el territorio mexicano [según la gubernamental Comisión Nacional de Derechos Humanos]. Hay bandas que cobran rescates de US$5,000, $10,000. Sin hablar de las mujeres violadas.
Un solo dato: el año pasado, en Tamaulipas, México, fueron asesinados 72 migrantes, de los cuales 14 eran de Guatemala y entre ellos tres pertenecían a mi diócesis.
Y luego está el problema de las deportaciones. Sólo en el 2010 fueron deportados 135,000 guatemaltecos de EEUU y México. Incluso en términos económicos esto es devastador, considerando que las remesas desde el extranjero son la segunda entrada de Guatemala. En EEUU hay alrededor de un millón de guatemaltecos: imagínese lo que pasaría si todos ellos fueran repatriados.
En Guatemala, los presidentes parecen todos iguales. Incluso los dos últimos, Óscar Berger (2004-2008) y el actual Álvaro Colom (que concluye su mandato en enero del 2012), no han actuado de manera diferente. ¿Es así?
Sus gobiernos han seguido una política liberal. Esto significa privilegiar las inversiones extranjeras, favoreciendo la presencia de las empresas transnacionales. Tomemos la multinacional canadiense aurífera Goldcorp, una de las más grandes del mundo, que opera aquí en el territorio de San Marcos. Paga solamente 1% de regalías. Mientras tanto, en la onza de oro, en sólo tres años, ha llegado a $1,500 actualmente. Sigue dando 1%, usando toda el agua que quiere con el riesgo perenne de contaminación. En resumen, los beneficios para Guatemala son inexistentes. Y todavía hoy se firman acuerdos para la extracción de petróleo.
Sin embargo, aparte de la cuestión de las multinacionales, todas las políticas gubernamentales favorecen la concentración de la riqueza en pocas manos. Estudios recientes dicen que en Guatemala 56 familias detentan todas las riquezas.
A propósito de la concentración, incluso las tierras están en manos de poquísimos propietarios. ¿El azote del latifundio sigue siendo un problema sin resolver?
¡Absolutamente sí! El problema del latifundio sigue presente hoy, en el 2011. Además hay un sistema -lo veo personalmente en mi zona- casi feudal para los trabajadores, que no tienen derecho a la asistencia social, vacaciones ni jubilación. Ni siquiera son dueños del pedazo de tierra donde viven dentro de la finca. En cualquier momento pueden ser expulsados y quedarse en la calle. Así, en Guatemala, continúa vigente el sistema terrateniente y ahora con una característica más: se está utilizando mucha tierra para el cultivo de palma africana para producir biocombustibles. Es algo inaudito e incomprensible que, en un país donde los niños no reciben suficiente comida, se utilice la tierra para el cultivo de palma africana o caña de azúcar ¡para producir biocombustibles! Una vez más se demuestra que tenemos gobiernos débiles o incapaces de enfrentar el poder económico de los grandes terratenientes.
Estando así las cosas, en mi región, los campesinos han comenzado a cultivar la amapola para heroína. Dicen que se trata de la única manera de sobrevivir para ellos y sus familias.
¿Qué hacer para escapar de una situación que parece perpetuarse sin solución de continuidad?
Muchos de nosotros en la Pastoral Social nos hacemos esta pregunta. ¿Qué podemos hacer? ¿Qué debemos hacer? Hemos llegado a la conclusión de que sólo obteniendo el poder político se pueden cambiar las cosas. Ciertamente no deseamos volver a los sufrimientos que significó el conflicto armado. Hemos sufrido tanto que no queremos repetir la experiencia.
Por cierto, una cosa interesante. Recientemente se realizó una encuesta entre los jóvenes. La pregunta fue: ¿Estarían de acuerdo si hubiese un golpe de Estado? La respuesta fue sí, estamos de acuerdo con el golpe de Estado.
La cosa no me sorprende. Ahora tenemos un Congreso de la República que es un desastre. Tenemos un gobierno que no escucha el clamor de la población. Por ejemplo, sobre el tema de la minería, el desarrollo rural y así sucesivamente. Por esta razón, muchos ya no creen en el sistema de partidos políticos.
En este momento estamos debatiendo cómo articular los movimientos sociales de distintos tipos y tendencias. Creyentes o no creyentes, lo importante es que la gente tiene el deseo de una Guatemala distinta, muy diferente de lo que tenemos ahora. Queremos hacer una propuesta pública a los candidatos en las elecciones de setiembre diciéndoles: nos gustaría que Guatemala fuese así y así, que el presidente tenga este perfil, etc. Sin embargo, la idea principal es construir un gran movimiento social que esté presente no en esta sino en las siguientes elecciones. Porque, repito, estamos convencidos de que sólo llegando al poder político se pueden cambiar las cosas.
Fuente: http://www.noticiasaliadas.org/articles.asp?art=6370