Los primeros meses del esquema de gobierno progresista tienen una singularidad bien a la uruguaya. El actual sistema combina viejas y nuevas formas del republicanismo, que se unen al fundamentalismo monetarista del «astorismo» y el esfuerzo del Poder Ejecutivo de dominación del Estado. Los impedimentos -si existieran- para cumplir con el programa del Frente Amplio, […]
Los primeros meses del esquema de gobierno progresista tienen una singularidad bien a la uruguaya. El actual sistema combina viejas y nuevas formas del republicanismo, que se unen al fundamentalismo monetarista del «astorismo» y el esfuerzo del Poder Ejecutivo de dominación del Estado. Los impedimentos -si existieran- para cumplir con el programa del Frente Amplio, no vendrían por la falta de mayorías Parlamentarias o de respaldo popular. La autocensura y frenos de los gobernantes progresistas, menos obedece aún a las presiones de elites económicas o militares. Todo lo contrario. Hoy la inflación esta bajo control, los sectores oligárquicos satisfechos, la burguesía esperanzada, los militares saben que no serán condenados por la Justicia, los sindicatos tranquilamente entretenidos con los Consejos de Salario. Se le parece en parte a los regímenes postcomunistas de Europa del este, con economías de mercado, privatizaciones, discurso progresista-sindicalista, salvo que ahora sin ninguna utopía de justicia e igualdad.
El predominio de la dualidad política del gobierno progresista, se ha convertido en la principal característica de este proceso. Este sistema sin embargo, solo podrá observarse, en aquellos temas en que la burguesía y el «astorismo» mantienen posiciones encontradas con el «progresismo» mayoritario. Tratándose en la mayoría de los casos de cuestiones no trascendentales, hasta que el esfuerzo de los grandes medios de prensa oficialista les dan destaque y adquieren valor ficticio. Lo que permite a la oposición de derecha ensayar una estrategia de confrontación aparente, a consecuencia de que el progresismo pasó a ocupar su lugar en el plano económico y financiero, como administradores del capitalismo ajeno.
En ese dualismo permanente donde el Estado convoca a patrones y obreros a los Consejos de Salario. Una creación de los anteriores gobiernos de la vieja burguesía paternalista por los cuales los gobiernos solían fallar a favor de los más débiles, y en cambio hoy, el Ministro garantiza públicamente la segura garantía de equidad entre explotadores y explotados. Una búsqueda de los desaparecidos en el silencio, el secreto, y la impunidad. De aumentos salariales y jubilaciones entre un dos o un tres por ciento, al mismo tiempo que aumentan las tarifas, el combustible, el boleto, las tarifas telefónicas. Medidas tales como la de eliminar el Acta 14 y sustituirla por otras medidas tutelares de una democracia vigilada y recortada a la que suele llamársele regulaciones. Un Uruguay que recibió la solidaridad de Venezuela en la última reunión de negocios en Caracas con un intercambio comercial de casi cincuenta millones de dólares. Un viaje de un más de centenar de empresarios, decenas de parlamentarios y funcionarios de gobierno, otros tantos periodistas y analistas políticos con todo pago, invitados por el gobierno bolivariano. Un gobierno que resultó beneficiario de un trato preferencial energético y un respaldo para ampliar y mejorar la refinería de La Teja. ¿Y a cambio con qué le pagamos a Chávez? Con el voto obsecuente y «lambeta» de Astori en el Banco Interamericano de Desarrollo, apoyando al hombre preferido de Washington y principal impulsor del Plan Colombia y la política anti bolivariana en el continente.
En medio de esta dualidad política en aspectos fundamentalmente sociales, culturales y de política exterior, Uruguay firmó junto a los gobiernos de Venezuela, Brasil y Argentina la creación del canal TELESUR. Nuestro país es propietario de un 10% del canal lo que significa -según sus directivos- una inversión de aproximadamente 250 mil dólares. TELESUR comenzó su apertura analizando la presencia de tropas de la ONU en Haití, la realidad política del conflicto colombiano, el desarrollo del VIH – SIDA en Brasil, y en su portada aparecía una fotografía del legendario guerrillero de las FARC, Manuel Marulanda Vélez. Estados Unidos intentará, por todos los medios, silenciar a TELESUR y ha declarado este intento de comunicación como una nueva provocación del gobierno de Chávez. Incluye dentro de sus medidas represivas emitir señales desde aviones hacia Venezuela, al estilo de lo que ha venido haciendo desde hace un tiempo con «Radio Martí».
Para cualquiera se cae de maduro que si el gobierno progresista realmente tuviera interés en que los uruguayos vieran este canal latinoamericano y contrarrestar la desinformación y deformación de la CNN hegemónica mundial, sólo tendrían que habilitar el canal 5 OFICIAL TVEO. Por ahora, el único que ha tomado la señal es el canal privado de Fassano, y el uruguayo Aram Aharonián que dirige la cadena de televisión que impulsa el presidente Hugo Chávez denuncia el incumplimiento del acuerdo suscrito y se queja de que la directora del canal oficial uruguayo, Sonia Breccia, no le responde sus llamadas.
No es justo que si se trata de dinero del pueblo uruguayo solo puedan verlos los abonados al canal de Fassano, cuando deberíamos disfrutarlo gratuitamente los tres millones de uruguayos de todo el país, a través de las ondas de Canal 5 TVEO. Tal como expresara el Ministro de Ganadería Agricultura y Pesca en Caracas, también a los uruguayos nos hace mucha falta «discutir con los dioses, el pelado Lenin y el viejo Marx». ¿Y para ello qué mejor que poder ver los que pasa en Haití, en Colombia, en Cuba, en Venezuela? Debemos reclamar enviando cartas al gobierno progresista Uruguayo, al Ministro de Cultura, Jorge Brovetto, a la Directora del Canal Oficial, Señora Sonia Breccia, que los uruguayos queremos y tenemos derecho a ver TELESUR sin pagar nada.
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