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Tiempo de elecciones en Rusia

Fuentes: Rebelión

Las próximas elecciones parlamentarias para formar la nueva Duma en Rusia, junto a las presidenciales del próximo año han envuelto la realidad rusa con un denso carácter electoralista. Y en esa misma línea los numerosos «expertos occidentales» o «kremlinalistas» se han dispuesto a analizar la compleja realidad de aquel país desde unos parámetros eurocéntricos y […]

Las próximas elecciones parlamentarias para formar la nueva Duma en Rusia, junto a las presidenciales del próximo año han envuelto la realidad rusa con un denso carácter electoralista. Y en esa misma línea los numerosos «expertos occidentales» o «kremlinalistas» se han dispuesto a analizar la compleja realidad de aquel país desde unos parámetros eurocéntricos y en muchas ocasiones inútiles para aportar claves.

Tras las elecciones del 2 de diciembre, pocos partidos cuentan con serias posibilidades para superar el límite del siete por ciento. El nuevo parlamento probablemente estará dominado por el partido Rusia Unida, encabezado por Vladimir Putin, y en segundo lugar se situaría el Partido Comunista. A ellos se podrían sumar, aunque no es fácil que finalmente lo consigan, el Partido Liberal-Demócrata de Rusia (LDPR) de Zhirinovsky y Rusia Justa. Además, algunos comentaristas locales apuntan a  que estas elecciones pueden representar el acta de defunción política para los partidos «liberales» Yabloko y la Unión de Fuerzas de Derecha (SPS).

En ese escenario parlamentario que se adivina se basan buena parte de las críticas de algunos expertos occidentales hacia la legitimidad democrática de Rusia. Basándose en algunos tópicos señalan que un parlamento dominado por una fuerza y donde apenas acceden otros partidos difícilmente puede catalogarse de democrático. Tal vez habría que preguntar a esos sesudos analistas cuántos partido lo hacen en el Congreso o Senado estadounidenses o en el parlamento británico. Desde Rusia se señala además que en estas elecciones parlamentarias, catorce partidos políticos han logrado inscribirse y competirán para acceder a la Duma, al tiempo que serán más de seis candidatos los que pugnarán por hacerse con uno de los 450 escaños en juego.

Desde que Putin movió sus fichas hace unos meses, nombrando a Viktor Zubkov como primer ministro, el desconcierto se apoderó de las filas de muchos «expertos». A partir de esa fecha quedó claro que tan sólo el líder ruso conoce los entresijos de su plan, y que movimientos como ese muestran razones «estratégicas, no tácticas».

Lo que más teme Putin es que su sucesión se convierta en una lucha entre los diferentes intereses, ideologías y grupos que conviven bajo el manto que presenta el actual presidente ruso. La realidad política de Rusia en estos momentos va más allá de la lectura uniforme que nos quieren presentar algunas fuentes occidentales. Si el control de Putin es obvio, también lo es la presencia de diferentes pulsos por hacerse con una mejor situación en el esquema de poder ruso.

En esta pelea el gran vencedor en materia ideológica bien podría ser el definido como «nacionalismo ruso», al que algunos señalan como «una fuerza que siempre ha mostrado su fortaleza y que en estos momentos es la fuerza dominante en Rusia». Durante los últimos años algunos han señalado la existencia de «tres epicentros» en la política rusa. El primero lo formarían los llamados «liberales» con un fuerte contenido occidentalizador y representado por los partidos liberales y figuras opositoras como Kasparov o Kasyanov. El segundo sería el formado por las fuerzas conservadoras o revolucionarias de corte «eslavófilo» y que tiene varias tendencias a lo largo de la historia (los pochvenniki o tradicionalistas, los euroasiáticos…), el Partido Comunista y otras formaciones se situarían en este grupo. Finalmente encontramos el epicentro conservador o preservacionista, situado en el entrono de las fuerzas que apoyan al presidente Putin. Apuestan por «un contrato de estado y cuentan además con el apoyo de los recursos administrativos».

Dentro del propio Kremlin también podemos encontrar diferentes posturas ideológicas que pugnan por el poder. Los «liberales» en torno a Grez y Kudrin, y con sectores económicos y empresariales detrás suyo; los «tecnócratas» con Medvedev y Millar, controlando el monopolio del gas; los «siloviki» con raíces en los servicios de inteligencias y en torno a la ciudad de San Petersburgo, Schin, Ivanov y Patrushev serían algunos de los más importantes miembros de este clan,  cuentan con gran poder dentro del Kremlin y controlan también sectores claves de la economía rusa. Finalmente podríamos añadir los llamados «chinovniki», la nueva burocracia creada en los últimos años del mandato de Putin y con presencia de oficiales de las administraciones regionales y central, y con un fuerte peso en Rusia Unida.

Si las elecciones del próximo domingo son importantes para determinar algunas claves del futuro político en Rusia, la gran pregunta es saber quién será el sucesor de Putin en la presidencia del país. El alto índice de popularidad de Putin es un factor clave en el resultado de las elecciones presidenciales del próximo marzo. Según una encuesta reciente, dos tercios de los votantes rusos estarían dispuestos a apoyar al sucesor que reciba el visto bueno del actual presidente. Las mismas fuentes señalan además que tres candidatos se perfilan como los mejor situados, el actual primer ministro Zubkov, y los viceprimer ministros Ivanov y Medvedev.

De momento todas las fuentes señalan que el Partido Comunista presentará su candidato a la presidencia, y su líder Zyuganov parece el mejor situado. También ha anunciado su intención de presentarse Mikhail Kasyanov, sin embargo a tenor de lo apuntado antes, el candidato que cuente con el visto bueno de Putin podría ganar las elecciones en la primera vuelta.

Dentro de ese círculo de posibles elegidos se encontraría Zubkov, cuyo nombramiento como primer ministro desconcertó en Occidente y abrió la puerta a un sinfín de especulaciones sin mucha base. Este antiguo líder de una granja colectiva, con pasado en el Partido Comunista, es un firme aliado de Putin y cuenta con una importante campaña contra la corrupción a sus espaldas. En unas semanas ha alcanzado una popularidad cercana a la que tiene otros dos de los anteriores «sucesores potenciales», Ivanov y Medvedev. Otros nombres que se barajan en ese círculo serían el de Sergei Naryshkin y el presidente de los Ferrocarriles rusos Vladimir Yakunin. Algunos analistas rusos también mencionan posibles candidatos con fuerte peso en las regiones, como Valentina Matviyenko de San Petersburgo, Alexander Tkachev de Krasnodar o Alexander Khloponin de Krasnoyarsk. Finalmente tendrían algún resquicio de ser nombrados Alexei Kudrin o Dmitry Kozak, recientemente promocionados en el escalafón gubernamental de Rusia.

De momento Putin sigue controlando la agenda rusa, pero simplificar aquella realidad a eso es un craso error,  y lo que muchos expertos deberían reconocer es su incapacidad analítica a la hora «de entender, y mucho menos predecir, los complejos acontecimientos que tiene lugar en la Rusia actual».

TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)