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Un flota frente a Caracas y otra frente a Buenos Aires

Fuentes: Rebelión

La trama rusa supuso la intervención del país eslavo en las elecciones de los Estados Unidos que enfrentó a los candidatos Hilary Clinton del partido Demócrata versus Donald Trump por los Republicanos. La acción habría sido gatillada para favorecer a Trump en su triunfo sobre Clinton, esta última, señalada como un enemigo de mayor peligro para el Kremlin.

Desde un primer momento la posibilidad de que Estados Unidos, el país de mayor desarrollo, primera potencia económica y militar del mundo reconociera que un Estado secundario en la geopolítica tuviera la capacidad tecnológica para intervenir en sus elecciones democráticas, parecía un reconocimiento de vulnerabilidad difícil de aceptar para la opinión pública mundial.

Años después distintas decisiones judiciales y de inteligencia, llegaron a la conclusión de que la trama rusa fue inexistente: un arma de campaña de desinformación para afectar los resultados de los comicios.

Para tratar el tema, como es habitual, los medios corporativos no incluyeron en sus análisis la enorme cantidad de intervenciones directas o soterradas de los Estados Unidos en contra de los procesos democráticos, especialmente en Latinoamérica. Estados Unidos fue expuesto como víctima y no como victimario con un prontuario extenso de intimidación, golpismo y violencia política y militar.

La llegada al gobierno de Donald Trump supuso un cambio de narrativa. Se pasó desde la intervención humanitaria, basada maliciosamente en los valores de los derechos humanos y la promoción de la democracia contra Estados designados como “fallidos” o “canallas”, hacia una exhibición cruda del poder.

Al uso de las sanciones tanto como la imposición de aranceles, se transitó hacia la movilización de fuerzas militares que se ciernen como intimidaciones creíbles sobre sus enemigos en el Asia Pacífico o el Caribe.

El envío de una poderosa flota que incluye al portaviones Gerald Ford – el más grande de sus navíos con capacidades nucleares- a las costas venezolanas, como las periódicas ejecuciones extrajudiciales de supuestos “narcoterroristas” que navegan en pequeñas lanchas pesqueras, muestran la clara intención de Trump por escalar desde las amenazas a la acción directa.

En la misma línea de la lucha contra el narcoterrorismo, el gobernador bolsonarista de Río de Janeiro, Claudio Castro, llevó a cabo una redada contra el Comando Vermelho que se saldó con centenas de muertos, se inscribe en una estrategia de funcionamiento de la ultraderecha internacionalista en todos los países bajo la misma agenda.

Si bien la situación en Venezuela podría generar una lectura doble que implica, por un lado, solamente chantaje para precipitar un cambio de gobierno; por otro, las formas trumpistas se basan en la impredecibilidad de su actuar en el manoseado guion del “loco”, creando en la mente de los enemigos la idea que el liderazgo es capaz de cualquier acción, incluso el ataque atómico, para cumplir sus objetivos geoestratégicos, como si los capitalistas estadounidenses no fuesen los más interesados en llevar luengas y prósperas vidas.

A las acciones del “loco” Trump se oponen recientes movimientos de sus rivales: por una parte, el chavismo se fortalece internamente frente a la amenaza imperialista potenciando sus objetivos nacionales de soberanía y defensa de la patria; por otra, Rusia firma un Tratado de Asociación Estratégica con Venezuela que amplía la cooperación entre ambas naciones en seguridad y energía.

Por otro lado, Rusia mostró sus nuevas capacidades bélicas con su misil Burevéstnik y el dron submarino, Poseidón, que revolucionan la tecnología al presentar micro reactores nucleares que prometen cambiar no solamente el arte militar, sino que aspectos relevantes de la vida cotidiana como la energía.

La respuesta de los Estados Unidos trumpista fue la de ordenar la realización de ensayos nucleares los que no han efectuado desde 1992; más aún, durante el presente siglo solamente Corea del Norte los ha ejecutado, con el nefasto daño medioambiental en mundo sumido en una crisis ecológica existencial. Rusia no realizó explosiones nucleares si no que pruebas de reactores, pero ante la amenaza indicó que mantendría una actitud “simétrica” frente a una nueva escalada.

En paralelo a la intrusión directa, los Estados Unidos incluye un nuevo capítulo de intervencionismo, esta vez sin utilizar la amenaza militar, sino que su poder económico para manipular las inclinaciones políticas de los electores.

Previamente a las elecciones legislativas en Argentina que dieron como ganador al partido del presidente Javier Milei, La Libertad Avanza (LLA). Ante la posibilidad de una debacle del gobierno libertario por la situación económica con la volatilidad cambiaria, Trump accedió a una ayuda financiera sin precedentes para Argentina, bajo la condición de que ésta no se realizaría ante la eventualidad de una derrota política.

De esta forma, en una manipulación económica/comunicacional, se aleccionó al pueblo argentino por quién era necesario votar para obtener una recompensa en la maniobra de la zanahoria y el garrote tan usada por el trumpismo.

Si bien no es posible aseverar sin un estudio sociológico del por qué los ciudadanos se inclinaron por los candidatos de LLA, la intervención electoral descarada es una nueva herramienta de coacción geoestratégica, que, mirada en sus resultados positivos para la Casa Blanca, podrá ser utilizada como parte del arsenal en futuros diseños de control político/social de la población.

La lógica neoliberal de beneficiar a la elite con ayudas económicas puede haber sido importante a la hora de que los argentinos creyeran en la posibilidad de un chorreo que los favorezca, en la misma idea que los fondos de pensiones privados hace que los ciudadanos deseen la fortuna del empresariado para que algo de la rentabilidad de su propio trabajo retorne a sus bolsillos.

Este es un intento más de vuelta de tuerca en la cosificación de la conciencia del pueblo, en un sálvese quien pueda en un mundo de decadencia, fomentando una postura fragmentada y contemplativa hacia la realidad: el poderoso es dueño de la vida y del destino de las personas, en un determinismo donde no es deseable y menos aún posible la rebelión.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.