En su intento de acabar con los Tigres, el Ejército cingalés está realizando auténticas masacres contra la población civil, como lanzar masivamente bombas de racimo, de ésas que al estallar dispersan miles de pequeños artefactos que convierten un área en campo minado durante décadas. Al igual que Israel en Gaza, los aviones de Colombo no […]
En su intento de acabar con los Tigres, el Ejército cingalés está realizando auténticas masacres contra la población civil, como lanzar masivamente bombas de racimo, de ésas que al estallar dispersan miles de pequeños artefactos que convierten un área en campo minado durante décadas. Al igual que Israel en Gaza, los aviones de Colombo no han tenido empacho en bombardear hospitales que albergaban a la población civil.
Como sucedió en Gaza, la comunidad internacional ha mostrado su inoperancia a la hora de proteger a los tamiles. Los mediadores en el fallido proceso de negociación entre los Tigres y Colombo -EEUU, Japón, la UE y Noruega- no tuvieron mejor ocurrencia que pedir a la guerrilla tamil que se rindiera ante los soldados cingaleses para evitar una matanza de civiles.
¡Así cualquiera es mediador! Pedir a los agredidos que se rindan para que los agresores puedan imponer las normas cingalesas a los tamiles que luchan en defensa de su identidad no es una mediación. A eso se le llama, simple y llanamente, complicidad en un nuevo genocidio.
El Ejército cingalés está llevando a cabo en el norte de Sri Lanka una operación militar a gran escala con el declarado objetivo de acabar con la guerrilla de los Tigres de Liberación de Tamil Eelam (LTTE), que está considerada como una de las más poderosas de todo el mundo.