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Más de 12 millones de personas son víctimas del trabajo forzado en el mundo y casi la mitad de ellas son niños, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)

Un mundo esclavizado

Fuentes: BBC

El documento, titulado «Una alianza global contra el trabajo forzado», fue elaborado como parte del seguimiento a la Declaración sobre los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo, de la OIT. Se trata del más extenso y detallado análisis difundido hasta el momento sobre el trabajo forzado contemporáneo y aporta por primera vez información global […]

El documento, titulado «Una alianza global contra el trabajo forzado», fue elaborado como parte del seguimiento a la Declaración sobre los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo, de la OIT.

Se trata del más extenso y detallado análisis difundido hasta el momento sobre el trabajo forzado contemporáneo y aporta por primera vez información global y regional sobre las dimensiones de este problema, además de datos sobre las ganancias generadas por el tráfico de personas.

De acuerdo con el estudio, 12,3 millones de personas son víctimas del trabajo forzado en el mundo y, de ellas, 9,8 millones son explotadas por empresas privadas. A su vez, las ganancias de este negocio ilegal suman US$31.600 millones.

Según el informe, el trabajo forzado afecta a 9.490.000 de personas en la región en Asia/Pacífico, a 1.320.000 en América Latina y el Caribe y a 360.000 en los países industrializados de Europa y América del Norte.

Tipos de trabajo forzado

Al analizar los principales tipos de trabajo forzado, la OIT señala que 2,4 millones de personas son objeto de tráfico, el 43% de las cuales son explotadas sexualmente.

Y otras 2,5 millones son obligadas a realizar tareas por el Estado o grupos rebeldes.

Roger Plant, jefe del programa especial de la OIT para combatir el trabajo forzado, dijo a BBC Mundo: «El servicio se exige bajo la amenaza de una pena y se lleva a cabo de forma involuntaria. Es diferente de la esclavitud, en la cual, hay propiedad de una persona sobre otra».

Nick Hill, jefe de programas de Anti-Slavery -organización no gubernamental que trabaja desde 1839 para combatir la esclavitud- considera que se trata de la explotación de seres humanos bajo coerción o amenaza.

Plant agrega que el trabajo forzado es un delito y constituye una violación de los derechos humanos.

El problema es mucho más grande en Asia que en cualquier otro continente.

«El 80% del trabajo forzado lo manejan actores privados. Pero el problema principal en la economía informal privada, quizás por razones de explotación sexual o por otras formas de explotación económica», dijo Plant.

En América Latina

El informe de la OIT señala que en América Latina y el Caribe varios gobiernos están combatiendo seriamente el trabajo forzado y han adoptado medidas severas para frenar el problema.

Un experto en el tema en la región, Patrick Belzer, dijo a BBC Mundo: «Muchas veces se trata de formas de trabajo en áreas rurales, como por ejemplo en Brasil, Bolivia, Perú y Paraguay, lo cual muestra que este problema es grave en el campo y en sectores vinculados a la agricultura».

Un sustancial número de agricultores indígenas en zonas remotas, señala el informe, está en condiciones de dependencia permanente por deudas contraídas con contratistas privados y son reclutados forzadamente en vista de su carencia de documentos oficiales y la débil presencia del gobierno.

Casos de este tipo han sido detectados en el estado de Pará, en la región amazónica brasileña; en áreas tropicales de Santa Cruz y el Chaco boliviano; en la cuenca amazónica del Perú y en el Chaco paraguayo.

El antropólogo boliviano Eduardo Bedoya, quien realizó un estudio sobre el problema, le explicó a la BBC que el delito del trabajo forzado se observa con grupos que viven en zonas alejadas o con indígenas que han estado históricamente marginados y explotados.

«Usualmente, el trabajo forzado se localiza en zonas remotas donde el Estado no está presente, donde no hay un mercado laboral desarrollado y donde no hay crédito que le permita al trabajador indígena pagar las deudas con los patrones o con los reclutadores», dijo.

Un 75% de las víctimas en América Latina sufren coerción y una quinta parte son objeto de tráfico interno o a través de las fronteras, como parte de un negocio ilegal que deja ganancias estimadas en US$1.300 millones en la región, según el informe de la OIT.

Nota de BBCMundo.com:
http://news.bbc.co.uk/go/pr/fr/-/hi/spanish/international/newsid_4534000/4534819.stm