El viaje de la presidenta argentina Cristina Fernández a Cuba y Venezuela despertó nuevos temores en la derecha continental sobre el rumbo de la integración entre los países de América del Sur. Aunque no estaba planeado, el viaje coincidió con la toma de posesión de mando de Barack Obama. La presidenta argentina regresó a Buenos […]
El viaje de la presidenta argentina Cristina Fernández a Cuba y Venezuela despertó nuevos temores en la derecha continental sobre el rumbo de la integración entre los países de América del Sur. Aunque no estaba planeado, el viaje coincidió con la toma de posesión de mando de Barack Obama. La presidenta argentina regresó a Buenos Aires con nuevos acuerdos de cooperación. También reforzó, con palabras y símbolos, el posicionamiento político de la Argentina en la región.
En política nada es casual, y un presidente se rodea de asesores para que estén atentos a los detalles y las lecturas que sobre sus actos harán la oposición y las corporaciones mediáticas. El viaje de la presidenta de Argentina a Cuba y Venezuela estaba previsto para la segunda semana de enero, pero se aplazó para que se recuperase de una lipotimia.
Así, apareció el primer símbolo que nadie pretendió evitar: la expedición al Caribe coincidió con la llegada a la Casa Blanca de Barack Obama y su tan millonaria como hollywoodense ceremonia de posesión de mando. Mientras esto ocurría, la presidenta argentina se reunía con su par cubano Raúl Castro y recorría los avances de la isla en materia de investigación aplicada a la medicina, un liderazgo continental que ya es imposible de ocultar para la derecha mediática.
No tardaron en aparecer los que lamentaban que la presidenta estuviera en La Habana y no en Washington, ignorando así tópicos básicos de la diplomacia. Es sabido que los Estados Unidos no invitan a presidentes extranjeros para la asunción de sus mandatarios.
Al reclamarle a la presidenta que se apersonara donde la nadie la invitó, revelaban, lo que para ellos, deben ser el posicionamiento de Argentina ante el mundo: la del perrito que espera una caricia del amo, esperando afuera, junto a la puerta.
La derecha se terminó de enervar cuando la presidenta visitó a Fidel Castro y ya desde Caracas mostró las fotos del encuentro, que dieron por tierra -una vez más- con las versiones made in Miami sobre un supuesto estado terminal del líder cubano.
En Venezuela, Cristina Fernández firmó con su colega Hugo Chávez nuevos convenios de cooperación y revisó los vigentes, donde destaca la ayuda argentina para que la revolución bolivariana produzca sus propios alimentos básicos, terminando con décadas de dependencia en esa materia.
Con la gira que culminó este viernes, Argentina renovó el compromiso integrador con la región y marcó distancia de los otrora sacrosantos centros de poder. Y sin miedo a la foto.
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