La nueva etapa que vive Nicaragua desde que el sandinismo recuperó el Gobierno gracias a las elecciones del 5 de noviembre del 2006, es una gran oportunidad histórica «para iniciar un proceso que nos ayude a salir de la pobreza eterna a la que estamos condenados», señala enfáticamente William Grigsby. A sus 49 años, el […]
La nueva etapa que vive Nicaragua desde que el sandinismo recuperó el Gobierno gracias a las elecciones del 5 de noviembre del 2006, es una gran oportunidad histórica «para iniciar un proceso que nos ayude a salir de la pobreza eterna a la que estamos condenados», señala enfáticamente William Grigsby. A sus 49 años, el director de la radio «La Primerísima» y redactor en jefe de la revista Correo, sigue siendo uno de los más agudos analistas de la coyuntura nicaragüense. Su programa radial «Sin Fronteras» -transmitido cada noche- constituye un referente para la interpretación política de ese país centroamericano. De visita a Suiza, como parte de una gira europea de solidaridad, Grigsby analiza en esta entrevista los grandes desafíos, potencialidades y problemas actuales de su país, que arrastra en su memoria guerras, cataclismos naturales y diecisiete años de «una brutal política neoliberal hasta que el Frente Sandinista recuperó el Gobierno a inicios del 2007».
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P: ¿Cómo interpreta la actual etapa política de Nicaragua?
R: Vivimos una gran ocasión. Una gran oportunidad, en una situación latinoamericana favorable, para intentar salir de la pobreza estructural a la que Nicaragua está condenada desde años. Se ve la posibilidad de superar el actual nivel de vida extremadamente desgastado de la mayoría de los nicaragüenses.
P: ¿Porqué esa situación de *postración* que confronta Nicaragua?
R: En primer lugar, el país protagonizó una guerra muy cruenta de casi 16 años que terminó en 1990 y que dejó pérdidas de cerca de 30 mil millones de dólares y daños irreversibles en la comunidad humana y el medio ambiente. Perdimos una generación casi entera. A veces nos olvidamos de eso.
Luego, entre 1990 y el 2007, se vivieron 17 años de paz pero se perdió la oportunidad de sacar al país de la postración. Fueron tres gobiernos neoliberales radicales que profundizaron la brecha social; concentraron la riqueza en el sector financiero y comercial; condenaron a que el 78 % de la población viva con menos de dos dólares diarios. Con índices de analfabetismo del 38 % en el 2007 ; con el 27 % de la población con niveles de desnutrición extrema; 100 niños muertos por cada 10 mil nacidos; más de 1 millón quinientos mil conciudadanos que fueron expulsados por el mercado hacia Costa Rica, Honduras, El Salvador y otros países. Una real catástrofe económico-social.
Nicaragua, por tradición, es un país de economía campesina, de pequeños y medianos propietarios que poseen menos de 5 hectáreas. La mayor parte de ellos había recibido su parcela durante la revolución -1979 al 1990- pero muchos de ellos no habían recibido el título de propiedad. Y no fueron entonces sujetos de crédito durante los años del neoliberalismo salvaje. Se vieron obligados a vender sus tierras. Y eso define esa etapa: gran parte de ese campesinado activo durante la revolución es hoy mano de obra barata en Costa Rica y otros países vecinos.
DIRIGENTES SOCIALES EN EL GOBIERNO
P: ¿En ese marco tan complejo, qué significa la vuelta del sandinismo al Gobierno?
R: En el 2006 la victoria del FSLN fue muy ajustada, casi precaria. Gana con la menor cantidad de votos de toda su historia, con una relación de fuerzas sociales poco favorable al cambio y con mucho escepticismo en la sociedad, particularmente hacia la clase política. La gente seguía teniendo presente el Pacto entre el FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional) y el Partido Liberal de Arnoldo Alemán suscrito ocho años antes. En la coyuntura electoral yo me ubicaba, incluso, entre los «danielescépticos» – escepticismo hacia el nuevo Gobierno encabezado por Daniel Ortega.
Pero lo primero que me cautivó y me impresionó significativamente fue que Daniel Ortega incorporó a su gabinete de Gobierno a muchos hombres y mujeres que habían sido activos dirigentes del movimiento social durante los años anteriores. En la lucha contra la privatización del agua, de la energía, de la salud y de la educación; comprometidos con redes de consumidores, sindicatos, campesinado etc.
Otra decisión gubernamental importante fue la incorporación de Nicaragua a la Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestras América (ALBA). Una decisión estratégica fundamental. Lo que posibilitó resolver la grave crisis energética. Hay que recordar que cuando llegó el FSLN al Gobierno padecíamos un racionamiento de 11 horas diarias de energía. Ahora está resuelto y avanzamos hacia la independencia energética. Para el 2014 se proyecta asegurar un 78 % de la energía limpia, a base de geotermia, solar, eólica, biomasa etc.
RELANZAR LA PRODUCCION CAMPESINA
P: ¿Cuáles son los aspectos centrales del actual plan de gobierno?
R: A nivel productivo, lo principal es el fortalecimiento del sector agropecuario, es decir la pequeña y mediana producción. Mediante créditos, asistencia técnica e insumos. Pensando especialmente en la autosuficiencia alimenticia y partiendo de los tres productos básicos de la alimentación cotidiana: maíz, frijoles y arroz. Estamos en ese buen camino.
En segundo lugar, industrializar el campo, ya que seguimos siendo primitivos. Existe, por ejemplo, un muy buen arroz. Pero se lo vende a los norteamericanos que lo embolsan en Miami y lo venden como producto estadounidense. No contamos hoy con las máquinas para embolsar el producto. Tampoco para transformar la leche en queso y poder exportarlo con un valor agregado. Con el apoyo del ALBA están en marcha diversos proyectos para responder a estas prioridades: lechería, quesería, embutidos de carne porcina etc.
Y todos estos planes en el agro sin expropiar a nadie, sin tener que nacionalizar nada. Sobre la base pura de crédito, insumos, asistencia técnica y voluntad política.
Otro aspecto esencial de la actual etapa es la revolución energética de la que ya hemos hablado. También la re-estatización (o la desprivatización) de la salud y la educación. Dos grandes logros populares.
LA «REVOLUCION EDUCATIVA »
P: Recordando la guerra contra el analfabetismo de los años 80 que fue un pilar de la política sandinista… ¿Cuál es la situación actual?
R: Se protagoniza otra revolución educativa, que contiene varios aspectos.
El cambio de los contenidos en la escuela primaria y secundaria. El fortalecimiento de la formación profesional – el Instituto Tecnológico tiene hoy 10 veces más de alumnos que hace 2 años y medio-. Eso permitirá formar técnicos, como mecánicos, carpinteros etc. El asegurar un mayor entrelazamiento entre los niveles secundario y universitario. Hasta el 2007 el rendimiento en matemáticas para los alumnos del secundario que querían continuar el estudio de ingenieros era del 4 %. Ahora ya son 10 de cada 100 alumnos que tienen un nivel aceptable en matemáticas…Y eso produce alegría aunque indica la fragilidad del sistema educativo… ¡En 2004 y 2005 hubo un debate en el país porque el Ministro de Educación de ese momento dispuso eliminar las matemáticas del nivel secundario, asegurando que no se iban a emplear en la vida adulta muchas de las operaciones que se enseñaban!
Por otra parte se refuerza en la actualidad la formación de los maestros.
Un verdadero salto cualitativo es la alfabetización. El próximo 19 de julio, cuando se celebren los 30 años de la victoria insurreccional del 1979, la UNESCO va a declarar a Nicaragua territorio libre de analfabetismo, con menos del 4% de la población adulta analfabeta. Gracias el método cubano «Yo sí puedo» que es una maravilla.
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HAMBRE CERO: ¿INICIATIVA CLIENTELISTA?
Uno de los programas faros del gobierno sandinista se llama «Hambre Cero», retomando una denominación ya empleada por el presidente Lula en Brasil en un programa social similar.
Prevé beneficiar 75 mil familias en los 5 años de Gobierno. Y consiste en la entrega de un bono productivo a mujeres campesinas. El mismo incluye una vaca y una chancha paridas; 10 gallinas, un gallo, semillas de maíz y frijoles para una primera cosecha. Asegura asistencia técnica de base y un seguimiento que busca reforzar la autoestima de las mujeres beneficiarias.
La condición es que la familia cuente con una parcela donde pueda pastorear el ganado, mantener las aves de corral y asegurar la siembra. Con las ganancias generadas por la venta de lo producido cada año, se alimenta un fondo que debería beneficiar a otras familias.
«Un programa asistencialista y clientelista», tal como lo definen medios de prensa escépticos tanto de Nicaragua como a nivel internacional.
«Los que hablan de asistencialismo, seguramente, nunca han pasado hambre y no saben lo que son las limitaciones del campo en mi país», responde con virulencia William Grigsby. Los que argumentan de «clientelismo», agrega, no se dan cuenta que es irreal imaginar que las 32 mil familias beneficiadas en el 2007 y 2008 con este programa deban ser sandinistas. «Imposible hacer un censo en los lugares más alejados del campo, donde se imponga una adherencia política para ser beneficiaria de Hambre Cero», contraataca Grigsby.
La realidad indica el éxito del esfuerzo. En 2009 está previsto un crecimiento del 5 % en las actividades agropecuarias, «a pesar de la profunda crisis internacional imperante», enfatiza el periodista nicaragüense.
Otras voces críticas subrayan que «Hambre cero no resuelve el problema de fondo». Grigsby refuerza sus argumentos. «El Programa no trata de resolver el o los problemas de fondo, sino de asegurar, simplemente, la comida equilibrada para un cierto número de familias campesinas. Con la venta de carne, leche, huevos y granos, se beneficia tanto la familia productora como su comunidad que adquiere alimentos a precios módicos.
Si de analizar los problemas actuales en el campo se trata, concluye el director de La Primerísima, no me limito al bono productivo, que funciona y avanza, sino que lo que más me preocupa es la situación del 20 % de las familias campesinas que en la actualidad no cuentan ni con una mínima parcela de tierra. «Ese es el sector más desafortunado…En el cual el gobierno sandinista debería pensar de cara al futuro. Por el momento, es sólo beneficiado por los planes de alfabetización, lo que es importante, pero insuficiente, concluye.
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PROBLEMAS PENDIENTES
A pesar de los avances sociales y productivos, Nicaragua no vive en el paraíso.
Los años pasados el Gobierno protagonizó una profunda tensión con Organizaciones No gubernamentales (ONG) y con el movimiento feminista. A la base de la tensión con las feministas, la decisión del ejecutivo de abolir el aborto terapéutico, derecho anclado en la constitución desde 1895. «Una expresión de arrogancia y torpeza oficial» evalúa William Grigsby, quien anticipa que habría posibilidad de revertir esa decisión dado que existen recursos abiertos en la justicia.
El principal déficit, enfatiza el director de La Primerísima, es «con las mujeres, por haber acordado el Gobierno con la derecha derogar el aborto terapéutico».
Es real que existen decisiones gubernamentales que parecen «no respetar ciertos cauces institucionales. A veces puede tener una explicación política pero es sentido, como un cierto autoritarismo, el hacer las cosas según el antojo de los dirigentes».
Pero si Grigsby no tiene empacho en hablar de la arrogancia oficial, tampoco lo tiene para «identificar la arrogancia de ciertos Organismos No-Gubernamentales, incluido algunos internacionales». El Gobierno está estudiando un nuevo reglamento para las ONG. «No creo que se quiera limitar los aportes al desarrollo del país, al trabajo con mujeres, con campesinos, con indígenas o analfabetas. Pero es real que el nuevo Estado quiere tener la información de lo que se hace. Y propone separar las fronteras entre el trabajo de cooperación con la actividad política propiamente dicho. Ni siquiera en Europa las ONG pueden hacer lo que quieran. Y deben informar a los Gobierno sus programas y planes de acción», reflexiona.
Un ejemplo concreto es la propia radio La Primerísima que dirige Grigsby y que es gestionada por una ONG nicaragüense. «En los 17 años de existencia hemos presentado cada año nuestros informes, hemos pagado nuestros impuestos y clarificado nuestros mandatos. Evitando cualquier pretexto para ser sancionados políticamente». Aunque no siempre «nos guste, es correcto que las ONG presenten sus informes y su documentación a las autoridades. El Estado tiene el derecho de saber qué se hace», concluye. Y recuerda que el nuevo Estado sandinista, a diferencia de los gobiernos neo-liberales, ha asumido en sus manos la responsabilidad de importantes áreas como la salud, la educación y los planes sociales en el campo (Hambre Cero, Usura Cero). «Tareas que antes los regímenes neoliberales no asumían y delegaban simplemente a las ONG», concluye.
En colaboración con E-CHANGER, ONG suiza de cooperación solidaria