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Una verdad bastante cómoda

Fuentes: Rebelión

«Si alguna vez un gringo se lanza por la ventana, lánzate detrás de él. Debe ser un buen negocio», me decía con toda razón mi abuelita. Desde 1991, los EE.UU. ha usado a los grupos integristas islámicos contra los soviético en Afganistán, contra Saddam Hussein en Irak, contra Gadafi en Libia, contra al Assad en […]

«Si alguna vez un gringo se lanza por la ventana, lánzate detrás de él. Debe ser un buen negocio», me decía con toda razón mi abuelita. Desde 1991, los EE.UU. ha usado a los grupos integristas islámicos contra los soviético en Afganistán, contra Saddam Hussein en Irak, contra Gadafi en Libia, contra al Assad en Siria, contra Rusia en Chechenia y contra China en Xinjiang. No es que el Estado Islámico (EI) sea un problema que se les fuera de las manos, un error de cálculo, es un tumor maligno generado en el caldo de cultivo de estos grupos.

Se trata de un ejército regular compuesto por contingentes de todo el «mundo civilizado», son guerreros efectivos que se multiplican como hongos después de la lluvia. Sus combatientes atacan objetivos específicos y consolidan los territorios conquistados; actualmente, luego de conquistar Libia, ocupan amplias zonas de Irak y Siria y planifican extenderse por Europa, Asia y África, menos por los EE.UU. Tienen a su disposición grandes recursos económicos y hacen uso efectivo de armas pesadas y blindados. Todo esto no es casual ni se ha dado por generación espontánea.

Según el Senador Rand Paul, el EI «creció porque los halcones de nuestro partido republicano dieron armas indiscriminadamente, y la mayoría de esas armas fueron arrebatadas por los yihadistas… querían atacar a al Assad… Ellos crearon esa gente». Lo que se complementa con las declaraciones de Joe Biden de que, para derrocar al gobierno al Assad, EEUU y sus aliados del Medio Oriente crearon al EI.

Mas si el EI fuera el enemigo de la humanidad, el deber del mundo sería combatirlo. Pero ¿cómo hacerlo? Hasta ahora los ataques de los EE.UU., si es que se pueden llamar ataques, lo a fortificado, pues los EE.UU. sólo busca derrocar al presidente al Assad. Estas acciones unilaterales contra Siria son ilegales porque violan la Carta de la ONU, que prohíbe la agresión.

El canciller ruso, Serguéi Lavrov, confirmó la presencia de militares rusos en Siria, sólo relacionada con el suministro de armamento al Ejército Sirio. Simultáneamente, en el marco de las resoluciones adoptadas por el Consejo de Seguridad de la ONU y en respuesta a un eventual pedido de Siria, Rusia se plantea la posibilidad de iniciar su propia operación militar para derrotar a los yihadistas, sean de la bandera que fueran. En Siria, todo grupo armado irregular está vinculado al EI, lo que es reconocido por el Pentágono, cuando dice no tener noticias de los grupos moderados que entrenó para derrotar a al Assad.

La objetivo ruso es evitar el colapso total del Medio Oriente y derrotar al EI, que representa una amenaza para esa región y también para toda Europa. «Rusia no da ningún paso sin el consentimiento de las autoridades de Damasco, a diferencia de los países que están bombardeando a Siria», recalcó María Zajárova, representante del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso. Hace referencia a la coalición ilegal, liderada por los EE.UU. que realiza ataques en Siria contra el EI, en cambio a Washington le preocupa un altercado involuntario con el Ejército de Rusia.

Si no hay un entendimiento entre Rusia y los EE.UU., la confrontación entre estas dos potencias se va a incrementar, lo que pone en peligro la paz mundial.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.