A pocas horas de la Cumbre de las Americas, la ausencia de Cuba de la reunión se siente cada vez más, tanto como motivo anti-imperialista como índice del declive de Estados Unidos. El tema que predominará, será hasta qué punto los países participantes van a querer insistir sobre su soberanía en contra de las políticas […]
Con eso en la mente y también que la Cumbre ocurre poco después del Domingo de Pascua, vale la pena notar una observación del periodista irlandés, Tom McGurk, con respecto al significado anti-imperialista de la Insurrección de la Pascua de Resurrección del año mil novecientos dieciséis. McGurk escribió en su artículo «La Insurrección de la Pascua de Resurrección – los disparos que cambiaron el mundo para siempre» que la insurrección y sus secuelas tenían que ver con «la revelación de la verdadera naturaleza de la relación colonial del pueblo irlandés y así con la creación de un contexto imaginativo por medio de que la soberanía por fin podría ser imaginada y después ser hecho valer.»
Esta observación indica la naturaleza del motivo anti-imperialista que va a encontrar su voz en Puerto España por medio de la intervención programada del Presidente Daniel Ortega de Nicaragua quien hablará como Presidente pro tempore del Sistema de Integración Centroamericano (SICA). La política estadounidense en América Latina, desde su asalto para tomar control de la soberanía de Cuba aún antes de nacer el Siglo Veinte, ha sido de estrangular la soberanía de todos los países de América Latina. La guerra mediática constante contra Cuba, contra Nicaragua en los años ochenta, ahora contra Hugo Chávez, Evo Morales y Daniel Ortega, es el intento de los países imperialistas de definir e imponer un contexto imaginativo donde la soberanía ni puede ser imaginada, mucho menos ser hecho valer.
Ese intento seguramente será subvertido y confundido en Puerto España este fin de semana donde el tema más contencioso será lo de las relaciones de Estados Unidos con Cuba. En la reciente cumbre de los países del SICA en Managua, los países centroamericanos – menos Costa Rica que no forma parte del SICA – acordaron una posición común sobre Cuba. Al plantear un borrador de Declaración Final ya acordado, Jeffrey Davidow y su equipo, en conjunto con la Organización de Estados Americanos, estaban intentando prevenir cualquier momento decisivo que podría, de una manera embarazosa, enfocar la atención sobre el completo fracaso de la política exterior de Estados Unidos, no únicamente hacia Cuba sino hacia todo América Latina.
Ese fracaso es parte de una telaraña sin costura de fracasos económicos y políticos estadounidenses que se extiende por encima, atrapando y restringiendo, de casi cada aspecto de la vida pública de los Estados Unidos. La actual crisis en Estados Unidos constituye una traición histórica casi sin precedentes de su pueblo. Los fracasos de su política extranjera y de su economía alimentan el uno al otro mutuamente de tal manera que han creado también una crisis política. Esa crisis política consiste en que la élite plutócrata estadounidense está chantajeando la mayoría de la ciudadanía estadounidense para poder rescatar y resolver las quiebras corporativas de la élite y también para sostener su política – locamente contraproductiva – de militarismo agresivo a nivel global.
Uno de los propósitos de la Cumbre G-20 en Londres a inicios de abril de este año fue de prestar a la crisis política en Estados Unidos un barniz de solidaridad y seguridad. La reunión de G-20 terminó con un compromiso completamente falso de parte de Estados Unidos y Gran Bretaña de controlar debidamente los paraísos fiscales que ellos controlan – en el Caribe, en ciertos Estados de los EE.UU., en territorios controlados por el Reino Unido – sus propósitos de acción encubierta y lavado de dinero corporativo. La otra decisión principal fue la de resucitar al Fondo Monetario Internacional (IMF) como su matón-a-sueldo internacional financiero. Van a financiar el nuevo FMI con cientos de billones de dinero-basura, impreso de la nada por los bancos centrales de los países ricos. Es poco probable que la reunión en Puerto España sea tan agradable, y francamente mentirosa, como la cumbre de Londres.
El Presidente Rafael Correa de Ecuador expresó el sentir de muchos cuando dijo recientemente: «Me parece un error gravísimo, eso que se está haciendo, tratar de resucitar al Fondo Monetario Internacional, utilizarlo para dizque solucionar la crisis, ayudar a las economías emergentes, cuando es uno de los grandes culpables de la crisis y del retraso de esas economías emergentes», (Aporrea.org, April 14th 2009). El Presidente Correa es uno de los impulsores principales de la integración económica en América del Sur y también de una reforma financiera internacional radical. Aún el Presidente socialdemócrata de Brasil, Ignacio de Silva, aparentemente apoya las llamadas de parte de los gobiernos de Rusia y de China para una nueva moneda de reserva internacional para sustituir al dólar estadounidense.
Empero, en todo caso, mientras China y Rusia se pusieron amables y sonrientes con sus contrapartes de los países ricos del G-7 en Londres, siguen, como han hecho desde hace mucho tiempo, desarrollando estrategias alternativas a la cooperación con los países imperialistas del Bloque Occidental. En América Latina, China y Rusia siguen promoviendo lazos de inversión y de comercio que constituyen un camino diferente a sus relaciones tradicionales y convencionales con sus contrapartes comerciales y financieros en Europa y Norte América. China ha concluido arreglos recientemente con contrapartes comerciales como Indonesia y Argentina que utilicen el intercambio de divisas para permitir a aquellos países a pagar por bienes chinos con su propia moneda y viceversa.
El grupo de países de la Alternativa Bolivariana para las América (ALBA), bajo el liderazgo de Venezuela y Cuba, ha invitado a Rusia a tener estatus de observador como ya lo tienen Ecuador, Haití y Uruguay. ALBA también ha experimentado con el comercio por medio de trueque que sus países miembros bien poder extender esa modalidad a su comercio con Rusia y China. Actualmente, Rusia está negociando compras significativas de mariscos y carne a Nicaragua. Lo que permitirá a esos sectores comerciales en Nicaragua recuperar sus pérdidas en exportaciones a los mercados norteamericanos. Brasil sigue desarrollando su industria aeroespacial por medio de arreglos tanto con China como con Rusia.
Quizás las visitas recientes del Presidente Hugo Chávez de Venezuela indiquen el cambio más decisivo hacia el desarrollo de relaciones comerciales Sur-Sur. En este mes de abril 2009, el Presidente Chávez visitó Doha para una cumbre de los gobiernos de países suramericanos y países árabes. Después, visitó Irán, Japón y China. Firmó acuerdos importantes con todos estos gobiernos. Irán y Venezuela acordaron establecer un Banco Iraní-Venezolano. El gobierno japonés asumió compromisos para desarrollar proyectos de energía en Venezuela en los años venideros por un valor de más de US$30 mil millones. En Beijing, el Presidente Chávez y su equipo revisaron el avance con sus homólogos chinos de proyectos conjuntos en Venezuela por un valor de US$26 mil millones.
A la vez que está ocurriendo toda esta actividad comercial global, los países del ALBA – Venezuela, Cuba, Bolivia, Honduras, Nicaragua y Dominica – avanzan con su propuesta, no sólo de desarrollar su propio Banco del ALBA (fundamentalmente su propio Banco de Desarrollo) sino también con una moneda común – el Sucre. Esta moneda – el Sistema Único de Compensación Regional – sería una unidad contable y de valor parecida al la unidad precursor europea que terminó en la creación del Euro. En la cumbre de los países miembros del ALBA, inmediatamente antes de la cumbre en Puerto España, los miembros del ALBA probablemente profundizarán y extenderán sus compromisos con respecto tanto al Banco de ALBA como al Sucre. Ya en estos días, el ministro venezolano de Economía y Finanzas, Alí Rodríguez, ha anunciado, «No sólo se aspira incluir a países del ALBA y Ecuador ….. hay unanimidad entre los países integrantes de esta zona monetaria común…. y otras naciones del Sur, de Centroamérica y del Caribe».
El fondo económico fundamental de todos estos acontecimientos es el dominio ilegítimo estadounidense del comercio global por medio de su moneda global de reserva, el dólar, una moneda respaldada por nada o – ahora – peor que nada. Como lo expresa el economista destacado Henry C.K. Liu, «cuando compradores se ubican en países diferentes a los países de los vendedores y el comercio está denominado en la moneda sin respaldo del comprador debido a la hegemonía de esa moneda, entonces el comercio es rapaz a favor del comprador aún si la balanza de pagos está a favor del vendedor.» Liu también nota en su ensayo que los países en vías de desarrollo a estas alturas están totalmente exasperados por el falso argumento que el capitalismo corporativo es capaz de alguna manera de reducir la pobreza – porque la misma «eficiencia del mercado» contradice directamente la reducción de la pobreza. El enorme relajo moral de la maquinaria oxidada de «ayuda» y «cooperación para el desarrollo» de los países ricos se ocupa principalmente para camuflar esta verdad fundamental.
Los países que ya no pueden seguir aguantando esas profundas contradicciones del sistema capitalista global no van a esperar que Europa y Norte América vuelvan nuevamente a inflar sus sectores financieros con otra burbuja de precios ficticios de activos y bienes. El fraude sistemático que impulsó el sector financiero corporativo necesariamente va a conducir a otra grotesca desestabilización de los mercados globales del tipo que causó que los precios de alimentos y energía a se dispararan tan dramáticamente desde el fin de 2007 hasta julio de 2008. El fracaso de la cumbre G-20 en Londres en términos de dirigirse a manejar la crisis de una manera eficaz – como si eso fuera de todo posible – podría ser otro punto de conflicto en Puerto España. Los gobiernos más progresistas – los países del ALBA y Ecuador, por ejemplo, o quizás algunas naciones caribeñas – probablemente harán un fuerte llamado de atención a los países ricos de que los países de escasos recursos económicos no causaron el fracaso de las economías ricas y sin embargo sufren los efectos de la crisis de una manera desproporcionada.
Cuando todas las palabras y la bulla mediática alrededor de la Cumbre en Puerto España se hayan esfumado, quedarán para los países de América Latina fuertes desafíos. ¿Venezuela y Ecuador, seguirán esperanzados que Brasil finalmente vaya a impulsar con entusiasmo el Banco del Sur de una manera seria y decisiva? ¿Será que Ecuador finalmente se decida a bajarse del cerco para unirse con los países del ALBA y desarrollar el Banco del ALBA y la moneda común – el Sucre?
¿Qué será el Banco del ALBA – un banco de desarrollo o prestamista de último recurso también? ¿El ALBA creará la primera región monetaria independiente de las grandes instituciones financieras internacionales? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que la causa común de los países del ALBA y de Brasil – la defensa de la soberanía latinoamericano – ya no baste para impedir una división aguda provocada por agendas regionales en conflicto? El estancado Banco del Sur demuestra los problemas que ese tipo de diferencia puede provocar. ¿ No podría ser que un gobierno después de lo de Ignacio da Silva tendría una agenda más en común con Estados Unidos que con sus vecinos?
En América Central, un barómetro interesante de la presión por un cambio radical en la región será ver las decisiones tomadas por el nuevo Presidente de El Salvador, Mauricio Funes, quien admira mucho a Ignacio da Silva. Por otro lado, mientras no hay grandes expectativas de un cambio significativo en la política de Estados Unidos hacia Cuba, los acontecimientos en México y Colombia, y en menor grado en Perú, también indicarán mucho de cómo los centros de gravedad en América Latina van a sentarse en el poco tiempo que queda antes de la próxima ronda de elecciones en la región. Desde las Américas los lemas electorales de Barack Obama de «cambio en que podemos creer» o «sí – podemos» son clichés ya agotados. Al sur del Río Grande la mayoría de la gente ya no quiere viejas promesas incumplidas. Quiere algún cambio positivo de verdad.