Es sabido que el imperialismo lleva añares azotando Latinoamérica. Golpes de estado, gobiernos títeres, intromisiones y chantajes de toda índole, es parte de un repertorio que ha provocado un sentimiento antiimperialista en la mayoría de los pueblos al sur de río Grande. Es cierto que esa denuncia de la labor que hace el imperialismo en […]
Es sabido que el imperialismo lleva añares azotando Latinoamérica. Golpes de estado, gobiernos títeres, intromisiones y chantajes de toda índole, es parte de un repertorio que ha provocado un sentimiento antiimperialista en la mayoría de los pueblos al sur de río Grande. Es cierto que esa denuncia de la labor que hace el imperialismo en la búsqueda y control de las materias primas necesarias para mantener su opulencia, ha sido enarbolada por la izquierda revolucionaria en estricta soledad durante decenios. Incluso cuando algunas organizaciones llegaban a la conclusión que, ante tamañas injusticias y opresiones, era necesario oponer la lucha armada, eran criticadas por no pocos partidos de izquierda, que argumentaban que no era el momento o que se podía utilizar el marco legal para acumular fuerzas y hacer retroceder así al imperialismo. La derecha, mientras, decía y dice que hablar de imperialismo es música celestial, que es un lenguaje anacrónico que lleva al autismo político, una invención del marxismo para justificar su razón de ser.
Y sin embargo, aunque se haya dejado de mencionar con esas letras, el imperialismo existe y de qué forma, aunque como diga Galeano, con el nombre artístico de globalización. Una prueba irrefutable de su existencia lo esta padeciendo Uruguay en estos días, ya que si fue extraño y deprimente el sí al envío de tropas uruguayas a Haití, que dieron los senadores y senadoras del Frente Amplio en el parlamento nacional, pese a que el socialista Korzeniak o la comunista Arismendi, habían manifestado su clara negativa hasta apenas unos minutos antes de la votación, no lo es menos conocer las razones de esa decisión tan alejada del ideario de la izquierda. Según ha declarado el senador tupamaro Eleuterio Fernández Huidobro en la mesa política del FA, el Departamento de Estado norteamericano y el embajador de los EE.UU. en Uruguay, Martín Silvernstein, presionaron al gobierno electo del Frente Amplio, diciendo que si no enviaba tropas a diferentes misiones en el mundo; y además, no se vota la inmunidad para los soldados norteamericanos en la Corte Penal Internacional, se verán afectados los créditos internacionales y seguramente también los flujos comerciales con Uruguay. Y esto no es poco, porque casualmente el BID de confirmó, apenas unos días después de la citada votación, una «ayuda» de cien millones de dólares al año para acometer situaciones de emergencia, y estas son muchas, en el país de Alfredo Zitarrosa.
Así que el tema es sencillo, si se quiere dinero para reconstruir el país, hay que hacer genuflexiones al imperialismo, sea éste el yanqui o el de la Unión Europea. Mantener -nos sugieren con una sonrisa los cachorros de Bush- una política independiente, enseñando los dientes a los poderosos, sólo puede llevar al fracaso, al bloqueo y a la falta de inversiones extranjeras. El mundo está como está, y nos quieren hacer creer que sólo existe una política posible: el neoliberalismo. Puede estar ocurriendo que esta ideología y práctica nefasta para la humanidad, haya cambiado la estrategia y este prefiriendo gobiernos con apoyos en la izquierda, que a cambio de dejarles practicar ciertas y necesarias políticas progresistas que eviten explosiones sociales, controle a las masas y no las convoque en las calles a luchar contra el imperialismo.