Los hechos acaecidos desde la posesión de Barack Obama muestran que el forcejeo por la orientación de la política (interna y externa) de USA fue tan débil, que pareciera que los poderes fácticos norteamericanos ya lo controlaban desde antes de la elección. Lograron engañar al mundo entero, empezando por su propio pueblo, y en especial, […]
Los hechos acaecidos desde la posesión de Barack Obama muestran que el forcejeo por la orientación de la política (interna y externa) de USA fue tan débil, que pareciera que los poderes fácticos norteamericanos ya lo controlaban desde antes de la elección.
Lograron engañar al mundo entero, empezando por su propio pueblo, y en especial, la población afrodescendiente e inmigrante. Algunos alcanzamos a ilusionarnos.
Hoy los dueños del aparato financiero especulativo y del complejo militar-industrial, controlan en forma absoluta a Obama. Los halcones y «neo-cons» norteamericanos tienen nuevamente el camino despejado. El presidente gringo retoma la «carta del terrorismo». Es la única que les queda, pero ahora es una tercera reedición.1
Midieron fuerzas con el golpe de Estado en Honduras. A nivel interno la brega fue mínima. A nivel externo, Latinoamérica resistió de manera formal, pero nada contundente. Vino enseguida la otra «medida de aceite» con las bases militares en Colombia. Con esa jugada lograron aislar a Bolivia y Venezuela, que son los únicos gobiernos que han mantenido una posición vertical.
Pero eso no es suficiente. Ellos saben que la crisis económica es su peor enemigo. Son conscientes de que tienen plazos muy cortos. Una repetición más profunda se está acumulando. Por ello, es su propio pueblo el que más les preocupa. La opinión contra la guerra y contra Wall Street (bancos), que llevó a Obama a la presidencia, fue una alerta muy seria.
La dirigencia estratégica de la mega-plutocracia estadounidense es consciente de que deben crear y agigantar un enemigo externo. Es la única forma de controlar a su propia población y justificar las guerras de invasión y despojo. El narcotráfico y la inmigración también son utilizados como amenazas, pero no tienen el suficiente impacto político en EE.UU. El terrorismo es su carta fundamental.
Lo más granado de la inteligencia estratégica del Pentágono y la CIA está en plena producción. La experiencia les ha demostrado que el grueso del pueblo norteamericano toma en serio al «terrorismo internacional» cuando éste tiene -supuestamente- el apoyo de Estados y gobiernos de países enemigos. Por ello involucraron en la anterior fórmula a Irak.
Lo de Yemen va en esa dirección. Están buscando la forma de organizar un «paquete» más impactante. Ya han mostrado los dientes. No nos extrañe que en pocos días o meses hayan tejido el nuevo «eje del mal» relacionando a las FARC con Al-Qaeda, Hamás, Hezbollah, y como apoyo a la alianza entre Irán, Cuba, Venezuela, Bolivia, y de pronto involucran a Corea. Ya lo vienen haciendo.
Los demócratas y revolucionarios latinoamericanos no podemos engañarnos. La Paz y la defensa del Medio Ambiente son nuestras banderas de gran impacto. Las amenazas de la guerra y el cambio climático son mucho reales, son de amplio espectro y afectan a toda la humanidad. Deben ser opuestas al «paquete terrorista» que el imperio utiliza para evitar su paulatina decadencia e inevitable derrumbe.
El pueblo norteamericano debe ser uno de nuestros objetivos. La población afrodescendiente, los inmigrantes, la juventud, los movimientos ambientalistas y pacifistas son nuestros aliados. América Latina debe hablarle al pueblo de los EE.UU. Es urgente.
Y ojo… en esa tarea no podemos hacerle ninguna concesión a guerrerismos de ninguna clase. Es algo fundamental.
Nota:
[1] La primera fue el comunismo. La segunda Osama (Al-Qaeda) y Sadam Husseín.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.